MI INICIO PARACAIDISTA

MI INICIO PARACAIDISTA

Quiero contarles, en dos hilos, mi experiencia paracaidista. La mía, y siempre desde el cariño y el respeto al resto de “paracas” y la admiración hacia los “manualistas” de los Ejércitos y la Armada, que son los que marcan la diferencia en eso de saltar de un avión. Ahí va el 1°:

Pero, antes de nada, ¿Qué es eso de “manualista”? Podemos definir 2 formas para que un paracaídas se abra: La primera, automática, en la que abre una cinta extractora anclada al avión y la segunda, al accionar el propio paracaidista la anilla que lo libera (el exJEMAD en auto).

Es el curso de Apertura Manual y sus derivados como el de HALO-HAHO, el que otorga ese honroso y respetado título de “manualista”. Pero yo soy “morralla” en esto del salto, así que al lío...

Es un hecho cierto que el ser humano, per se, no vuela. Tiene la,  digamos, desafortunada costumbre de precipitarse al vacío  cuando se encuentra libre en el medio aéreo. Todos los que veíamos al coyote y el correcaminos de pequeñitos lo sabemos perfectamente.

Es este simple hecho el que hace que sientas “mariposas en el estómago” en tus primeras veces (en mi caso, también en las últimas) al saltar de un avión, al hacer un rapel volado desde un puente o un helicóptero o abrir cordada en la escalada de una pared.

Pero estás “mariposas” se convierten, en ocasiones y para algunos, en “diarrea” y, en los casos extremos, en miedo insuperable. El salto paracaidista es una prueba de decisión (de valor, a veces). Y eso era un reto, un imán, para un alférez cadete de Infantería. Un inmortal...

... porque así te sientes con 21 años, unos cordones rojos y un óvalo del mismo color en el pecho. Así que con 3 amigos civiles me fui a un paraclub de Alcantarilla a realizar mis 5 primeros saltos. ¿Por qué civiles? Porque no aguantaría la vergüenza si no fuera capaz de saltar.

No delante de mis compañeros...¿Si estoy en la puerta y no salto? Horas de avión dan para pensar en muchas cosas, esta entre ellas. La conclusión fue siempre la misma: Colgaría el uniforme, no podría seguir siendo militar. Pero ya llegará el hilo sobre el salto militar. Sigamos:

Allí estaba yo, frente a una avioneta Dornier mimetizada, para afrontar mi primera prueba de decisión verdaderamente seria. Miraba y remiraba y no sabía cómo coño iba a poder salir por esa puertecita...

Pero allí vamos. Quien dijo miedo habiendo hospitales. Tres paracaidistas por pasada, equipados con los paracaídas pasados de vida útil en las FAS y un casco de ciclomotor con dos ojos pintados . Sí, reconozco que era inquietante leer “año 1972” en la espalda de tu amigo...

Enganchado con la cinta extractora a una argolla del suelo de la avioneta, salimos por la puertecilla como buenamente pudimos. Del ruido atroz del avión al silencio absoluto. Colgado de una seda, asimilando lo que había pasado. Sí, saltamos a la carrera, ¿verdad @aescobar_upm ?

Como era el único militar, el instructor me “agració” con que el 5° salto lo hiciera con uno de sus paracaídas. Un viejo orientable de 4 anclajes en un cierre ventral y mandos de madera. Retardo importante y, sin instrucción, tomé a favor de viento. Vamos, no tomé, me “jarté”...

Pero completamos los cinco saltos del Curso Elemental y en nuestro viaje de vuelta no cabíamos en el coche de lo orgullosos que estábamos. Yo, interiormente, respiré: “Bien, has pasado la prueba ‘motherfucka’. Seguimos para bingo”... Fin de la primera parte. Un saludo y gracias.

WEB DE PEDRO SEBASTIÁN DE ERICE LLANO

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