EL INSTITUTO VIRGEN DEL PUERTO

EL INSTITUTO VIRGEN DEL PUERTO

Aquí va una historia de un capitán y unas soldados. El capitán llegó destinado al Regimiento “Asturias” 31 y le dieron el mando de la 3ª compañía mecanizada. Venía de La Legión, donde no tuvo subordinadas, y una de sus “obsesiones” fue que su trato fuera a todos por igual.

Al poco tiempo llegaron 6 mujeres de la misma promoción. Muy jóvenes, muy unidas, muy majas... , pero con una idea un poco irreal de la vida operativa de la Infantería. Ojo, como muchos otros, que llegaban “empanaos”, como los filetes... Y eso había que enderezarlo.

Así que en la labor instructora del capitán, con la ayuda del resto de oficiales y suboficiales, cabos 1° y una tacada de cabos -los pequeños generales-, que eran oro fino, se dedicó a repartir caña a diestro y siniestro. Quería que su unidad estuviera preparada para el combate.

Y a ellas, cuando metían la pata, se les quedó la frase: “¡Joder, que esto no es el Instituto ‘Virgen del Puerto’”. Y así, poquito a poquito, entre risas, broncas, alguna lágrima y algún arresto, ellas crecían militarmente y también el cariño y el respeto del capitán hacia ellas.

Un día, ya casi veteranas en la compañía, al “Insti” le cayó un arresto de 8 días. El capitán no recuerda por qué fue el parte. En aquellos días (hacia 2001) se arrestaba mucho. Fue duro, porque les dejó sin el fin de semana y, a esa edad, que te pase eso es como que te fusilen.

Y allá se fue el capitán, que era como una madre, el sábado tarde, a sacarlas del “talego” e invitarles a una caña en la cantina (lo hacía sólo cuando los “presos” se lo merecían). Era el “Espíritu del Pelotón” de Valenzuela: el que cumple la pena se desliga de la falta cometida.

Esas chavalas eran “su gente” y el lunes volvería a exigirles como si la vida les fuera en ello. Pero, ete aquí, que fueron ellas las que sorprendieron al capitán regalándole una camiseta. Como no podía ser de otra manera, le llegó al corazón, aunque lo disimuló como pudo.

Era un dibujo descarado de una chica “manga” en minifalda, con una espada en la mano derecha y un CETME L en la izquierda. Casi adivinaba “la peseta” que me hacía con la mano que empuñaba la espada...

Por detrás rezaba “Instituto Vírgen del Puerto” junto a sus seis nombres. Cuando el capitán se fue del “Asturias” corrió muchas veces con esa camiseta, orgulloso,  para desconcierto del que le veía. Ahora, vieja y descolorida, la guarda como un tesoro más de su vida militar.

Un recuerdo de cuando seis mujeres soldado le enseñaron que todo lo bueno..., y todo lo malo, que ha conformado al soldado español durante siglos, ya no tiene sexo. 


Este hilo va por ellas, donde estén. FIN.

WEB DE PEDRO SEBASTIÁN DE ERICE LLANO

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