El olvido

Los datos guardados en nuestra memoria, dado que se almacenan en una estructura que cambia continuamente ya que algunas neuronas mueren y ciertas conexiones cambian o se debilitan, no son permanentes. Esto supone no solo que podamos perder la accesibilidad de la información almacenada, sino también su disponibilidad.

No obstante, el olvido de los datos almacenados no sólo ocurre por los cambios fisiológicos en nuestra estructura neuronal. La forma más aceptada de entender el olvido hace referencia a la pérdida de accesibilidad a la información anteriormente procesada en la memoria. Este olvido puede darse por muy diversas circunstancias aunque, al margen de problemas derivados de ciertas enfermedades o traumatismos, existen dos tipos de olvidos fundamentales; el olvido intencional y el olvido incidental.

Dentro de los procesos relacionados con el olvido intencional hemos de entender este como una acción en la que el sujeto emprende procesos de eliminación o pérdida de la accesibilidad a ciertos contenidos de memoria. La gran ventaja que produce este tipo de olvido es la de liberar recursos de la memoria de trabajo para dedicarlos a procesos que reclaman más atención o carga de trabajo para la memoria.

El olvido incidental, que es el que vamos a estudiar más detenidamente, se produce sin la intención de eliminar el acceso a dichos contenidos de memoria. Uno de los primeros estudios sobre este tipo de olvido y sus consecuencias fue el llevado a cabo por Hermann Ebbinghaus. Fruto de sus estudios, en los que él mismo participó como sujeto de análisis, es la llamada "curva del olvido".

La curva del olvido

Tras sus experimentos, Ebbinghaus sintetizó sus resultados en la conocida curva del olvido. Esta curva se expresa en un gráfico que indica como ante la memorización de un determinado material el nivel de retención de la información aprendida disminuye de manera logarítmica con el paso del tiempo. Desde la perspectiva del autor, esta pérdida es debida al paso del tiempo y a la no utilización de la información aprendida o a la ausencia de repaso.

En cualquier caso, como podemos apreciar en el gráfico, el nivel de olvido del material memorizado es muy alto en los primeros momentos. En ciertos casos puede desvanecerse de la consciencia hasta la mitad de lo aprendido durante el primer día.

Después de esto el material sigue desvaneciéndose, pero la cantidad de información que se olvida en un tiempo determinado va disminuyendo hasta llegar a un punto, aproximadamente a partir de la semana del aprendizaje, en que no se produce mayor pérdida aunque en caso de no existir un repaso la información tiende a desvanecerse por completo. Algunos aspectos destacables que se dejan ver a partir de la curva del olvido es que, en todo momento, es necesario menos tiempo para reaprender un material que para aprenderlo desde cero, incluso en los fragmentos que se han desvanecido de la memoria. De este modo, este estudio, junto a otras investigaciones de diversos autores, ayudan a hacer ver que en el proceso de olvido la información no se desvanece de la mente, sino que pasa a un nivel inconsciente que permite su recuperación mediante el esfuerzo y el repaso.

Principales factores del olvido incidental.

Paso del tiempo: decaimiento de la huella.

Como hemos visto, la curva del olvido descrita por Ebbinghaus muestra un descenso logarítmico de la retención en la memoria en función del tiempo transcurrido, esta pérdida de información se conoce como decaimiento de la huella. Según este psicólogo, la pérdida de información es debida principalmente al poco uso dado a dicha información, con lo que la huella de memoria dejada en nuestro organismo se debilita y desvanece con el paso del tiempo. A nivel biológico se considera que las estructuras neuronales acaban por perder las modificaciones que el aprendizaje produce en ellas, con lo que se volvería a un estado similar al previo al aprendizaje.

Las investigaciones reflejan que el decaimiento de la memoria se da especialmente en la memoria a corto plazo, pero si la información consigue pasar a la memoria a largo plazo pasa a ser permanente. En el caso de que algo almacenado en la memoria a largo plazo no resulte accesible, el problema se da principalmente a nivel de recuperación de la información.

Fluctuaciones del contexto.

Cuando el contexto de recuperación no se corresponde con el contexto presente durante la codificación, el olvido es más probable. Esto es, con el paso del tiempo los cambios contextuales son, en general, mayores, puesto que el mundo cambia y nosotros también. Es pues más probable que el acceso a la información se produzca de forma más rápida y efectiva en un entorno contextual similar al que había en el momento de la codificación y almacenaje de la información. No obstante, dado que esto no siempre es posible, las fluctuaciones del contexto suponen a veces una imposibilidad de acceso a cierta información, esto es, se produce un olvido.

Interferencia.

La interferencia hace referencia a la dificultad de recuperación de trazos similares almacenados. Somos capaces de recordar con mayor facilidad y durante más tiempo experiencias que sean únicas y fácilmente diferenciables. Por ello, los hechos inscritos dentro de una rutina se recuerdan peor que los que podemos diferenciar con claridad de otros.

La interferencia se hace mayor cuando la clave que permitía el acceso a la huella de memoria objeto se asocia a recuerdos adicionales, debido a que varios ítems compiten con el objetivo de acceder a la conciencia (supuesto de competición). Es decir, si almacenamos información similar a la consolidada resulta más difícil acceder a ella. Por ejemplo, el recuerdo de un verano. Recordaremos con más facilidad una vacaciones donde realizamos una actividad novedosa (experiencia única) que el verano en el que hicimos alguna actividad más rutinaria o habitual ya que nos costará discernir qué pasó específicamente.

Presentación de parte de las claves del conjunto.

Cuando se presenta parte de un conjunto de ítems se debilita la habilidad para recordar los restantes ítems del grupo. Esto es debido a la exposición a uno o más ítems competidores, lo cual agrava los problemas que encontramos para recuperar un determinado recuerdo objetivo. La lógica, siguiendo la situación de interferencia antes descrita, es la siguiente: si la presentación de algunos ítems del conjunto fortalece la asociación de esos ítems con la clave, los ítems fortalecidos producirán mayor competición durante la recuperación de los ítems no presentados y perjudicarán el recuerdo.

Por ejemplo, cuando no recordamos una palabra (la tenemos "en la punta de la lengua") no resulta beneficioso que nuestros conocidos nos ofrezcan una amplia lista de términos ya que fomentarán la accesibilidad de los mismos, pero no la de la palabra en cuestión.

Recuperación.

Una paradójica característica de la memoria humana es que el mismo hecho de recordar causa olvido. La recuperación intencional de un experiencia produce un efecto en la memoria. Si los recuerdos se recuperan periódicamente, su resistencia al olvido se incrementa. No obstante, hay que ser cautos en cuanto a qué se está recuperando, pues si recuperamos en diversas ocasiones la experiencia, quizás estemos evocando el recuerdo de lo que hemos recuperado anteriormente (con su propio contexto y detalles), y no la situación original.

Esto supone que cuanto más a menudo recuperemos una experiencia, más eventos de recuperación existirán en nuestra memoria. Siempre y cuando la información recuperada sea cada vez más exacta y completa, el proceso mejorará el recuerdo. Sin embargo, si los recuerdos son incompletos o poco exactos (debido a las interferencias realizadas durante los intentos de reconstruir el evento), lo que recordamos podría no ser lo que sucedió originalmente.