Inteligencia

La inteligencia es un concepto, facultad, habilidad o suma de habilidades ampliamente estudiado en Psicología y que cuenta con múltiples definiciones. No existe un verdadero acuerdo a la hora de definirla aunque, en todo caso, los múltiples acercamientos al concepto parten de un acercamiento que podríamos subsumir en una categoría evolutiva. Así, partiendo de la base de que la inteligencia es una facultad que posibilita a los organismos para sobrevivir, podríamos definirla de una forma muy general como "la capacidad adaptativa que permite a los diferentes organismos integrarse en un entorno y obtener el mayor provecho de él utilizando la menor cantidad de recursos posibles".

Este definición, si pudiéramos llamarla así, no clarifica mucho el concepto en sí, aunque nos sitúa en una perspectiva amplia a la hora de comprender qué llamamos inteligencia y cómo, a lo largo del tiempo, las diferentes concepciones y estudios han tratado de definirla.

Para el caso especial del ser humano, que es el que aquí fundamentalmente nos ocupa, podemos encontrar que para la mayoría de las corrientes psicológicas la la inteligencia se puede definir como el conjunto de habilidades cognitivas generales de resolución de problemas, pensamiento abstracto y razonamiento. Es por ello una habilidad mental que involucra la capacidad de comprender ideas complejas, de adquirir conocimiento, además, de la capacidad de aprender de la experiencia y adaptarse a un entorno cambiante. Además de todo lo descrito, en esta línea la inteligencia implicaría procesos tales como el razonamiento, la percepción de relaciones y analogías, el cálculo, el aprendizaje rápido, la memoria, la memoria de trabajo, la destreza espacial y matemática, entre otras.

Desarrollo histórico del concepto de inteligencia.

Francis Galton: ¿herencia o ambiente?

Aunque los estudios sobre la cognición y las características personales ligadas a la estructura cerebral se remontan a principios del siglo XIX, quizá la primera teoría sobre la inteligencia y su naturaleza individual se remonta al fisiólogo inglés, primo de Ch. Darwin, Francis Galton.

Claramente influenciado por las teorías evolucionistas, la teoría de la inteligencia de Galton pretendía dar una respuesta a la cuestión de cómo a nuestras habilidades mentales nos influían a la hora de resolver problemas. Galton partía de la base de que el hecho de que tanto la herencia como el aprendizaje se mezclan a la hora de conformar no solo nuestras características físicas sino también las psicológicas. No obstante, su objeto central de estudio radicaba en establecer de una forma clara cuál de los dos elementos explicaba una mayor parte de la varianza en la población humana en general. Para eso se sirvió de herramientas estadísticas y mecanismos experimentales de control que empezaron a ser muy usadas en el siglo XIX, en parte gracias a él.

Como parte fundamental de su estudio, Galton diseñó una serie de cuestionarios para medir los rasgos y las características de grupos de población que consideraba relevantes. Como fruto de sus estudios estadísticos, Galton concluyó que las personas de mejor posición social y económica tendían a dar mayores signos de inteligencia que el resto. Este dato entroncaba directamente con las concepciones más aceptadas en su época, sin embargo, estos estudios también le permitieron ver que la inteligencia, al igual que las características físicas, se expresa estadísticamente mediante una distribución normal: la gran mayoría de las personas tenía un nivel de inteligencia muy cercano a la media, mientras que las personas con valores extremos (por su inteligencia muy baja o muy alta) son siempre claras minorías.

Al ver que la estadística podría ser muy útil para conocer las características mentales de nuestra especie y el modo en el que se expresan las diferencias individuales en ella, decidió utilizarla para comprobar la validez de sus hipótesis sobre la inteligencia. Había llegado a la conclusión de que las personas más inteligentes eran una minoría y que esta coincidía con la minoría más acomodada, pero... ¿Era esto un signo de que la educación cara favorecía el desarrollo de grandes intelectos, o es que la herencia biológica de las familias ricas tiende a generar individuos inteligentes?

Para responder a la pregunta anterior, Francis Galton decidió buscar casos en los que se pudiese descartar la influencia de la herencia, lo cual permitiría ver los efectos del ambiente y la educación a la que los diferentes sujetos tuvieran acceso. Para ello, Galton recurrió al estudio de gemelos monocigóticos. Estudiando las diferencias en cuanto a características mentales de estos gemelos a lo largo de varios años, observó algo curioso: podían ser muy diferentes o muy semejantes, pero este patrón raramente cambiaba con el tiempo. Es decir, los gemelos que eran muy parecidos al nacer seguían pareciéndose mucho años más tarde, y los que eran muy distintos desde sus primeros años seguían siéndolo en etapas posteriores.

Este descubrimiento hizo que Francis Galton, aún reconociendo la influencia del aprendizaje y del entorno sobre el individuo, terminase por darle más importancia a lo innato y a la herencia recibida de sus progenitores: a fin de cuentas, los efectos de un ambiente que cambia constantemente no parecía ser muy significativo en los rasgos psicológicos de los gemelos, que se mantenían más o menos iguales con el paso del tiempo.

El coeficiente intelectual. C.I.

Dentro de los estudios sobre la inteligencia humana, uno de los conceptos más problemáticos y confusos que nos encontramos es del coeficiente intelectual. El concepto surge de la mano del psicólogo alemán William Stern en el año 1912 cuando definió el coeficiente intelectual como la relación entre una ""edad mental"" y una ""edad cronológica actual".

Su finalidad fue dar nombre a un nuevo método para puntuar los resultados de los primeros test de inteligencia para niños, desarrollados por los psicólogos franceses Alfred Binet y Théodore Simon a principios del siglo XX. Estos publicaron, en 1905 la prueba de inteligencia que se conoce como test de Edad Mental. La puntuación en la escala de esta prueba de Binet-Simon revelaría la edad mental del niño. La medida de la inteligencia consistía en la división de la edad mental entre la edad cronológica y se multiplicaba el resultado por 100, dando como resultado el mencionado cociente.

El psicólogo estadounidense Lewis Terman, de la Universidad de Stanford, revisó el test de Binet-Simon, y se modificó el nombre por Escala de Inteligencia Stanford-Binet en el año 1916. Esta escala acabaría por convertirse en la prueba más popular en los Estados Unidos durante décadas para realizar la medición del C.I.

Aunque aún se emplea habitualmente el término CI para referirse al resultado de un test de inteligencia, la puntuación de los test empleados hoy día, como la Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos, se basa en la proyección del rango medido del sujeto en una campana de Gauss formada por la distribución de los valores posibles para su grupo de edad, con un valor central (inteligencia media) de 100 y una desviación estándar de 15. En términos generales, los valores mayores de 100 están por encima de la media, mientras que los valores menores de 100 están por debajo de la media, pero la desviación estándar hace que las personas con puntuaciones entre 85 y 115 se consideren puntuaciones dentro de los márgenes. Por ejemplo, una persona con un CI de 90 está por debajo de la media pero dentro de la desviación prevista.

Fruto de la sistematización de las pruebas, la clasificación de las personas, según los resultados de su C.I. , ha arrojado ríos de tinta sobre la corrección de dicha clasificación así como, de la misma manera, ha dado lugar a múltiples tablas clasificatorias. la más conocida es, como se ha mencionado, la de Wechsler que es la que aquí adjuntamos.

No obstante, diferentes aspectos relacionados con las modernas investigaciones sobre la inteligencia y desajustes en los instrumentos de medición aplicados, han dado como resultado que los valores arrojados en los test de C.I. ocupen un lugar poco destacado hoy día dentro del estudio psicológico de dicha facultad. De hecho, hoy por hoy, se tiende a desvincular el resultado de dichos test del concepto amplio de inteligencia aceptado en la actualidad y que está más relacionado con las múltiples capacidades que los individuos pueden desarrollar en diferentes contextos.

Charles Spearman y el factor "G".

La teoría bifactorial de la inteligencia propuesta por Spearman es quizá la que más notoriedad y aceptación ha tenido históricamente dentro de las relacionadas con el cálculo del C.I.

Spearman observó que las puntuaciones de los niños en edad escolar sacaban en cada una de las asignaturas mostraban una relación directa. Esto es, normalmente, un escolar que obtenía muy buenas notas en una asignatura tendía también a puntuar bien en el resto. Este factor general de la inteligencia del individuo es el conocido como "factor G".

Para este pensador, la inteligencia consistía en saber cómo realizar una serie de tareas y las personas más inteligentes destacarían en la realización de tareas fueren cuales fueren estas, visuales, numéricas o verbales. Así, los diferentes test específicos tendrían un resultado mensurable conocido como factor S. Las correlaciones entre los diferentes valores obtenidos en los test específicos arrojaría una variable mensurable estadísticamente conocida como el factor G.

Louis Thurstone y las habilidades mentales primarias.

El psicólogo Louis Thurstone (1887–1955) ofreció una teoría diferente de la inteligencia. En lugar de ver la inteligencia como una habilidad única y general, la teoría de Thurstone partía de la base de que la inteligencia no es una facultad que actúe en un único ámbito y, por supuesto, frente a la tesis de Spearman, negaba la cuantificación de un factor unificado de inteligencia.

En sus estudios, Thurstone destacó siete tipos de habilidades o destrezas que pueden ser correlacionadas con el concepto de inteligencia. Para este autor la inteligencia debía ser entendida como un conjunto de aptitudes mentales primarias no reductibles a una única dimensión de nivel superior y las habilidades descritas y analizadas por él serían:

  • Comprensión verbal: El factor comprensión verbal se asocia con los conocimientos relativos al lenguaje en todas sus manifestaciones; incluiría, por tanto, el vocabulario, la semántica, la sintaxis o la pragmática.

  • Razonamiento: Esta habilidad se centra en la capacidad del sujeto para inducir o deducir conclusiones a partir de una serie de datos o premisas dadas.

  • Velocidad de percepción: En este ámbito se analiza la comparación entre distintos elementos o bien la identificación de estructuras y secuencias. Por tanto, la aptitud que Thurstone denominó “velocidad de percepción” hace referencia a la rapidez con que encontramos las similitudes y diferencias entre varios ítems.

  • Habilidad numérica: Esta habilidad se centra en cálculos matemáticos básicos: sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Aunque pueden ser más complejos siendo los aspectos más relevantes en esta habilidad la velocidad de las operaciones y la precisión en las respuestas.

  • Fluidez verbal: Esta aptitud se puede definir como la capacidad de una persona para emitir secuencias verbales coherentes y estructuradas de forma rápida y natural. Para medirla se emplean diversos tipos de test que implican la producción veloz del discurso; así, por ejemplo, se podría usar la clásica prueba de dar nombres de animales que empiecen por una letra determinada.

  • Memoria asociativa: Este factor se asocia a un aspecto específico de la memoria: la capacidad para retener asociaciones de pares de elementos. De este modo, para medir la memoria asociativa se usan pruebas que implican imágenes, palabras (en formato visual o auditivo), símbolos, etc.; se pueden presentar en la misma modalidad o en combinaciones de más de uno de estos materiales.

  • Visualización espacial: Esta habilidad mide la capacidad para la orientación espacial, en la representación de objetos en el espacio o en las tareas de rotación; dado que se trata de capacidades muy amplias, con frecuencia se divide la aptitud espacial en dos o tres factores secundarios. Los test relevantes implican la predicción de movimientos, la comparación de figuras desde distintas perspectivas, etc.

Howard Gardner y la teoría de las inteligencias múltiples.

Una de las teorías más recientes dentro del estudio de la inteligencia en psicología en la conocida como teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Este pensador, en lugar de centrarse en el análisis de los puntajes de las pruebas, propuso que las expresiones numéricas de la inteligencia humana, como en la prueba de coeficiente intelectual, no son una representación completa y precisa de las habilidades de las personas. Su teoría describe ocho tipos distintos de inteligencia basados ​​en habilidades y destrezas.

  • Inteligencia visual-espacial

  • Inteligencia verbal lingüística

  • Inteligencia corporal-kinestésica

  • Inteligencia lógica-matemática

  • Inteligencia interpersonal

  • Inteligencia musical

  • Inteligencia intrapersonal

  • Inteligencia naturalista

Robert Sternberg: Teoría triárquica de la inteligencia.

El psicólogo Robert Sternberg definió la inteligencia como «actividad mental dirigida hacia la adaptación intencional, la selección y la configuración de entornos del mundo real relevantes para la vida«. Si bien estuvo de acuerdo con Gardner en que la inteligencia es mucho más amplia que una sola habilidad general, en cambio sugirió que algunos de los tipos de inteligencia de Gardner se ven mejor como talentos individuales. Sternberg propuso lo que él llamó «inteligencia exitosa«, que involucra tres factores diferentes:

  • Inteligencia analítica: son las habilidades necesarias para resolver problemas.

  • Inteligencia creativa: es la capacidad para afrontar nuevas situaciones empleando las experiencias pasadas y las habilidades actuales.

  • Inteligencia práctica: es la capacidad de adaptarse a un entorno cambiante.