Atención

Íntimamente unida tanto a la percepción como al aprendizaje, la atención podría definirse como la capacidad de generar, seleccionar, dirigir y mantener un nivel de activación adecuado para procesar la información del entorno que estimamos como relevante. Dicho de otra forma, la atención es un proceso que tiene lugar a nivel cognitivo y que permite orientarnos hacia aquellos estímulos que seleccionamos como relevantes o importantes, ignorando los que no lo son y de esta manera, actuar en consecuencia.

Características atencionales.

Las características implicadas en los procesos atencionales son fundamentalmente:

  • Amplitud: Está aquí implicada la cantidad de información que podemos atender al mismo tiempo y la cantidad de tareas que podemos realizar de forma simultánea. Hay que tener en cuenta que la atención es un recurso limitado y aunque se pueda atender a más de una cosa a la vez sólo un pequeño porcentaje de la población puede mantener la atención en procesos simultáneos de forma plena.

  • Intensidad: También conocida como tono atencional, es entendida como la cantidad de recursos atencionales que se prestan a un estímulo dado. Es decir, pueden darse fluctuaciones en el nivel de recursos que dirigimos a un estímulo determinado, pudiendo realizar tareas prácticamente sin prestar atención (tareas automáticas) y otras que exigen altos recursos atencionales (tareas controladas).

  • Desplazamiento: Es la capacidad de poder cambiar el foco atencional de un evento a otro (atención alternada). Es decir, la atención alternada se produce cuando realizamos más de una actividad al mismo tiempo y ambas actividades demandan los mismos tipos recursos cognitivos, por lo que debemos cambiar el foco de una a otra, ya que atender a las dos al mismo tiempo no es posible.El foco de atención o foco atencional puede dividirse según su dirección: externo (estímulos que proceden del entorno) o interno (estímulos que proceden del propio individuo); y según su amplitud amplio (permite percibir varios estímulos a la vez) o estrecho (el individuo realiza un filtro de los estímulos no deseados. Es decir, el individuo bloquea el resto de distractores para atender a una única tarea).

  • Control: la atención puede ser voluntaria o involuntaria. En la atención voluntaria o activa la persona debe realizar un esfuerzo mental para movilizarla, procesar la información entrante y mantenerla el tiempo necesario para posteriormente dar la respuesta más adecuada. Es decir, el individuo controla y regula los procesos cognitivos destinados a realizar una tarea mental. Por el contrario, existen estímulos que, por sí solos, son capaces de atraer nuestros recursos atencionales sin requerir ningún esfuerzo por nuestra parte, hablamos de atención involuntaria o pasiva.

Factores.

Existen también una serie de factores que determinan el foco atencional y que resultan fundamentales a la hora de percibir el mundo entorno. Estos factores pueden dividirse en externos e internos y, en cada caso, encontraremos elementos que hagan que nuestra atención sobre el hecho u objeto percibido varíe.

  • Factores externos: Proceden del entorno y favorecen o dificultan la concentración sobre los estímulos relevantes. Podemos destacar entre ellos:

      • Intensidad: cuanto más intenso es un estímulo (potencia del estímulo) más probabilidad existe de que le prestemos atención.

      • Tamaño: a mayor tamaño del estímulo más recursos atencionales atrapa.

      • Movimiento: estímulos en movimiento captan más la atención que los que permanecen estáticos.

      • Novedad: estímulos más novedosos o raros atraen en mayor medida nuestra atención.

      • Cambio: si aparece un estímulo diferente que rompe con la dinámica, nuestra atención se dirigirá al nuevo estímulo.

      • Color: los estímulos que presentan color son más llamativos que aquellos que presentan tonos blancos y negros.

      • Contraste: aquellos estímulos que por su contraste destaquen entre un conjunto llamaran más nuestra atención.


  • Factores internos: Proceden del propio individuo y por tanto dependen del individuo. Tampoco pueden entenderse como fijos en cada caso ya que los diferentes estados anímicos y fisiológicos pueden hacerlos variar. Entre ellos encontramos:

      • Intereses: Nos concentramos más sobre aquellos estímulos que son de nuestro interés.

      • Emoción: Los estímulos que provocan emociones de mayor intensidad atraen en mayor medida nuestra atención. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, los estados de ánimo positivos contribuyen a focalizar los recursos atencionales, pero los estados emocionales negativos dificultan la concentración.

      • Esfuerzo requerido por la tarea: Las personas realizan una evaluación previa del esfuerzo que requiere la realización de la tarea y dependiendo del mismo atraerá en mayor o menor medida su atención.

      • Estado orgánico: Depende del estado físico en el que se encuentre la persona, de forma que estados de cansancio, malestar, fiebre, etc. dificultarán la movilización de la atención. Si por el contrario, la persona presenta estados relacionados con la supervivencia como, por ejemplo, sed o hambre, aquellos estímulos relacionados con la necesidad de saciar estas necesidades atraerán en mayor medida los recursos atencionales.

      • Curso del pensamiento: Cuando el pensamiento sigue un curso determinado, basado en una ideas concretas, la aparición de algún estímulo relacionado con ellas captará nuestra atención de forma prioritaria.

Tipos de atención.

La atención implica una serie de procesos, incluyendo la filtración de las percepciones, el equilibrio de múltiples percepciones y unir el significado emocional a estas. Además, este foco atencional puede centrarse tanto en estímulos externos como en contenidos de la memoria y de la imaginación.

Ahora bien, más allá de conocer la importancia de la gestión del foco atencional, es conveniente conocer los diferentes tipos de atención que existen, porque en varios aspectos se comportan de un modo distinto y nos afectan también de una manera variada. Una misma persona puede ser hábil controlando un tipo de atención, y significativamente menos diestra al manejar otra. Sin embargo, en general son poco frecuentes los casos en los que se es muy bueno en una de estas áreas y muy malo en otras: todos los tipos de atención suelen tender a aproximarse a la media, tal y como ocurre con todas las características psicológicas.

Así pues, veamos cuáles son estas variedades de atención, resumidas y clasificadas a partir de los criterios más importantes.

  • Según su amplitud y dirección

El concepto de amplitud hace referencia a la cantidad de información a la que podemos atender al mismo tiempo y al número de tareas que podemos realizar simultáneamente

En cuanto a la dirección de la atención, la atención externa hace referencia a cuando un individuo se centra en cuestiones ajenas a él, a lo que ocurre a su alrededor. En cambio, la atención interna se refiere a cuando una persona presta atención a sus eventos internos, a lo que ocurre dentro de él.

En cuanto a la amplitud de la atención, la atención amplia se relaciona con un mayor número de estímulos, mientras que la atención reducida permitirá una mayor concentración. La dirección y la amplitud de la atención se combinan creando diferentes tipos de atención, que son los siguientes.

  1. Atención externa-reducida: La atención se centra en un número reducido de estímulos ajenos a la persona, y se relaciona con la concentración. Por ejemplo, cuando un individuo pretende lanzar un dardo y focaliza toda su atención en el centro de la diana.

  2. Atención externa-amplia: Este tipo de atención se centra en un número amplio de estímulos ajenos a la persona. Por ejemplo, cuando un futbolista inicia un contraataque, alza la cabeza y observa la posición de sus compañeros para efectuar un pase efectivo.

  3. Atención interna-reducida: Se caracteriza porque la atención está centrada en un número reducido de estímulos o respuestas que ocurren en el organismo de una persona. Por ejemplo, cuando una futbolista está aprendiendo a realizar una vaselina y debe de centrarse en los movimientos de su propio pie y no de si la vaselina entra dentro de la portería.

  4. Atención interna-amplia: Este tipo de atención hace referencia a que una persona se centra en un número amplio de estímulos o respuestas que ocurren dentro de su organismo. Por ejemplo, cuando alguien tiene que rellenar un diario emocional y analiza que le ocurrió durante ese día y cuáles fueron los sentimientos que vivió.

  • Según la actitud del individuo

Teniendo en cuenta la actitud del individuo, la atención puede clasificarse de dos maneras.

  1. Atención voluntaria: Ocurre cuando el individuo hace un esfuerzo activo y consciente para dirigir la atención, es decir, es la capacidad de concentrarse en un estímulo de manera voluntaria.

  2. Atención involuntaria: En este tipo de atención la persona no hace un esfuerzo consciente y activo, sino que es el estímulo tanto interno como externo que dirige la atención. Por ejemplo, el ruido de un petardo o el dolor de muelas.

  • Según las manifestaciones motoras y fisiológicas

Si tenemos en cuenta las manifestaciones motoras y fisiológicas, la atención puede dividirse en:

  1. Atención abierta: El foco de la atención y los receptores de interés tienen su orientación en la fuente de atención. Por ejemplo, cuando alguien nos habla y estamos de frente atendiendo tanto a su lenguaje verbal como no verbal.

  2. Atención encubierta: En este tipo de atención el foco atencional y los receptores sensoriales se disocian. Por ejemplo, cuando parece que estamos prestando atención a la televisión y en realidad estamos escuchando a nuestra pareja hablar por teléfono.

  • Según la modalidad sensorial

Teniendo en cuenta la modalidad sensorial. La atención puede ser de dos tipos.

  1. Atención visual: Se refiere a la disposición espacial. Este fenómeno permite detectar la estimulos en un contexto visual complejo.

  2. Atención auditiva: Aunque no podemos mover las orejas igual que los ojos para captar diferentes estímulos auditivos, sí que podemos elegir lo que escuchamos, es decir, podemos centrar la atención en un estímulo auditivo u otro.

  • Otros tipos de atención

Además de las clasificaciones anteriores, también existen otros tipos de atención.

  1. Atención selectiva: También recibe el nombre de atención focalizada. Es la capacidad de seleccionar y focalizar la atención determinada en un estímulo concreto o tarea determinada. Existen diferentes teorías que tratan este concepto. En el artículo “Atención selectiva: definición y teorías” puedes saber más sobre esta temática.

  2. Atención dividida: Es la capacidad de atender y procesar simultáneamente a dos o más demandas o estímulos. Suele conocerse también como multitarea. Por ejemplo, cocinar y a la vez escuchar música.

  3. Atención alternada: Es la capacidad de cambiar el foco de atención de un estímulo a otro. Por ejemplo, leer una receta y preparar la comida.

  4. Atención sostenida: Se refiere a cuando tenemos que mantener ciertos recursos atencionales durante un largo periodo de tiempo en un entorno o estímulo concreto. Por ejemplo, al jugar a un videojuego.

  5. Concentración: La concentración, también entendida como atención externa reducida, es la capacidad que tiene una persona de centralizar sus recursos atencionales de forma mantenida y constante sobre un elemento concreto o serie de elementos.