Memoria a corto plazo

La memoria a corto plazo (MCP), también conocida como "memoria primaria" o "memoria activa", es la capacidad para mantener de forma activa una pequeña cantidad de información, de forma que se encuentre inmediatamente disponible durante un corto periodo de tiempo. Este tipo de memoria, entroncada dentro de la ya vista teoría multialmacén de la memoria desarrollada por Atkinson y Shiffrin, posee unas características concretas.

  • Capacidad limitada. Generalmente la información que almacenamos en la memoria a corto plazo se encuentra limitada a 7 elementos, con una variación de más o menos 2 ítems. Por supuesto, hay personas que tras un entrenamiento de dicha memoria son capaces de mantener un número de ítems mucho mayor pero, por un lado necesita un largo periodo de entrenamiento y, por otro, no supone la norma en el funcionamiento de la misma. Esa capacidad para mantener la información en la memoria también depende de cuán significativa sea para nosotros. No es lo mismo recordar números fríos que palabras que tengan un significado o algún elemento que despierte tanto nuestro interés como la vinculación cognitiva con dichos elementos.

  • Tiempo limitado. La memoria a corto plazo puede entenderse como una especie de almacén donde los elementos están de forma transitoria, es por ello que recibe el nombre de memoria a corto plazo. Guarda la información hasta que esta se almacene en la memoria a medio o largo plazo o hasta que la eliminemos por completo. Esto significa que la memoria a corto plazo también está limitada en el tiempo. Generalmente podemos retener esa información una media de 30 segundos, que es el tiempo que necesitamos para darle un sentido y valorar su importancia para decidir si la almacenamos o la borramos definitivamente.

En cualquier caso, existen principios básicos sobre los que opera este tipo de memoria, recordamos mejor ciertos elementos o descartamos otros en base a estos principios operativos. Los principales son:

  1. Efecto de primacía, hace referencia al hecho de que recordamos mejor las cosas que percibimos al principio de una secuencia o sucesión (ya sean los primeros ítems de una lista o las primeras palabras de una conversación).

  2. Efecto de recencia, recordamos mejor además los hechos o datos que se presentan al final de una lista o una situación, de manera que tendremos la tendencia a transferir a la memoria a largo plazo los datos primeros y/o últimos hechos o datos; obviando buena parte de los hechos o datos intermedios.

  3. Significación emocional, implica que si las informaciones intermedias tienen un elevado impacto emocional, estas adquirirán la primacía absoluta sobre cualquier otro tipo de información. Por eso, es común que en una conversación no recordemos nada más que las palabras que han tenido un profundo impacto afectivo sobre nosotros y el resto de elementos sean olvidados.

Las funciones esenciales de la memoria a corto plazo están centradas en la capacidad para interactuar rápidamente con el ambiente y dar soluciones rápidas a los requisitos que este pueda plantearnos, cabe así destacar:

  • Apoyo al aprendizaje del nuevos conocimientos.

  • Comprensión rápida del entorno.

  • Facilitar del proceso de resolución de problemas.

En su proceder, podemos entender fácilmente cómo funciona esta memoria tratando de explicar de forma sucinta cómo estas funciones permiten al sujeto realizar una rápida comprensión sobre el entorno y atender sus requisitos de una forma igualmente rápida. Además, el hecho de eliminar ciertos elementos de las series de hechos o datos nos permite almacenar la información de forma más rápida y efectiva que si tuviéramos que recordarlo todo.

Basta pensar que al permitirnos retener las palabras al inicio de una frase para concatenarlas con las últimas y poder entender su sentido, una vez que captamos el mensaje, no necesitamos retener más las palabras concretas y las borramos. Mientras buscamos la solución, nuestra memoria a corto plazo se encarga de mantener activas todas las variables y las posibles alternativas, para que podamos formarnos un cuadro más general de la situación que debemos afrontar.

De hecho, la memoria a corto plazo ejerce una importante función operativa ya que coordina y organiza los flujos de información que son generados tanto por los estímulos externos como por nuestro sistema cognitivo. Precisamente por esta razón, algunos psicólogos prefieren referirse a la memoria a corto plazo como memoria de trabajo ya que sobre la misma se pueden resolver problemas y vamos integrando la información del medio con los datos que ya conocíamos.

Memoria de trabajo

A partir de los estudios de los psicólogos Baddeley y Hitch se incluye como un tipo de memoria a corto plazo la conocida como memoria operativa o memoria de trabajo. Alan Baddeley y Graham Hitch en los años 70 consideraron que este tipo de memoria no es sólo un almacén pasivo de información sino que también opera sobre ella de forma muy particular. Así, la memoria de trabajo implica un conjunto de procesos que nos permiten el almacenamiento y manipulación temporal de la información para la realización de tareas cognitivas complejas como la comprensión del lenguaje, la lectura, las habilidades matemáticas, el aprendizaje o el razonamiento.

El modelo clásico de la memoria operativa estaba compuesto por tres componentes: el ejecutivo central, que gestiona el uso de los recursos cognitivos y atencionales, y dos sistemas subordinados que actualizan y procesan información; el bucle fonológico y el lazo articulatorio. Posteriormente, Baddeley añadió un cuarto componente, el búfer episódico.

1. Ejecutivo central : Baddeley y Hitch describieron la existencia de un sistema de control atencional que denominaron “ejecutivo central”. La función principal de este componente es asignar los recursos atencionales a las tareas que estamos realizando en un momento determinado, de modo que el resto de sistemas mnémicos están dirigidos por el ejecutivo central. Este sistema también almacena información pero su capacidad es limitada; cuando la demanda excede los recursos del ejecutivo central, éste recurre al bucle fonológico y a la agenda visoespacial, que Baddeley y Hitch calificaron de “subsistemas esclavos”.

2. Bucle fonológico o lazo articulatorio: El bucle fonológico es un sistema que retiene información verbal en formato acústico de forma temporal. Según el modelo, el lazo articulatorio puede mantener de forma pasiva un máximo de 3 ítems durante 2 segundos; si realizamos una operación de “repaso subvocal” repitiendo la información mediante el habla interna, la capacidad aumenta hasta los 7 ítems. Si nos centramos en la vertiente pasiva del bucle fonológico, este componente es cercano al concepto de memoria ecoica, descrito por George Sperling y Ulric Neisser como una representación mental breve de la información acústica.

3. Agenda visoespacial: Baddeley y Hitch describieron un segundo subsistema esclavo que trabaja con imágenes: la agenda visoespacial. Sus características son similares a las del bucle fonológico, difiriendo básicamente en que maneja información visual en lugar de sonora. La agenda visoespacial no se ha investigado tanto como el lazo articulatorio y sus características no se han confirmado completamente. Las investigaciones sugieren que el cerebro podría procesar por separado la información visual (percepción de detalles, color, etc.) y la espacial, incluyendo la localización y el movimiento de los estímulos.

4. Búfer episódico: El búfer episódico es el cuarto y último componente del modelo clásico de la memoria de trabajo, que fue añadido por Baddeley en 1991 a su formulación original. Desde un punto de vista teórico se asocia con las funciones ejecutivas propias del lóbulo frontal del cerebro. Según Baddeley se trata de un almacén temporal con capacidad restringida, como el lazo articulatorio y la agenda visoespacial. No obstante, trabaja con información multimodal en lugar de hacerlo sólo con palabras o con imágenes. Su otra característica fundamental es que permite el intercambio de información entre la memoria a largo plazo y la operativa.

Las funciones principales de la memoria de trabajo están relacionadas con el uso activo de la información y no con el mero almacenaje de la misma. podemos pues destacar las siguientes:

  • Repetición: La repetición de la información almacenada en la memoria operativa permite que ésta se retenga durante más tiempo, lo cual, a su vez, da tiempo a que se produzcan otras operaciones de control. Cuando esto tiene lugar aumenta la probabilidad de que la memoria a corto plazo se traspase a la memoria a largo plazo.

  • Recodificación, agrupamiento o “chunking”: La recodificación consiste en la elaboración de segmentos complejos de información (“chunks”, en inglés) a partir de ítems más simples. Además de a la memoria de trabajo esta operación implica a la memoria a largo plazo, puesto que las reglas y estrategias que guían la recodificación se almacenan en ésta.

  • Ejecución de tareas cognitivas complejas: La memoria de trabajo se ocupa de tareas como la comprensión auditiva y lectora, la resolución de problemas, por ejemplo matemáticos, y la toma de decisiones. Estos procesos se relacionan con las funciones cognitivas superiores y dependen de la interacción entre la estimulación recibida y la información almacenada en la memoria a largo plazo.