Y, un día, el COVID-19 vino a mostrarnos, entre otras cosas, que la distancia entre físico y digital estuvo principalmente en nuestra mente y que, en el mundo real, la diferenciación más competitiva tiene más que ver con la capacidad de adaptarse a entornos y demandas cambiantes, que a digitalizarse. Sutil distancia en lenguaje entre adaptabilidad y transformación, profunda en los hechos. ¿En qué sentido? Hagamos un recap (auto)crítico de nuestra transformación…
Llevamos décadas intentando acelerar e impulsar la adopción de tecnologías y hoy – Coronavirus de por medio – finalmente tenemos a los clientes online, escuchando, cliqueando, pidiendo y comprando y ... no sabemos qué hacer. No tenemos logística de envíos y terminamos usando plataformas externas; no entablamos una verdadera conversación y tampoco pensamos profundamente el concepto de canales.
Seamos aún más crudos. La Omnicanalidad, entendida como la gestión integral de la experiencia de cliente, de manera coherente y consistente a través del canal que elija en el momento que elija…la Omnicanalidad como lugar prometido de llegada de nuestra gloriosa transformación digital fue y sigue siendo la gran ausente a la fiesta.
Por eso, tenemos que salir de este loop de significados vacíos y empezar a incorporar sentido y contenido al customer journey. Es hora de pensar la experiencia del cliente de manera integral, desde que manifiesta interés en nuestra oferta hasta la post-venta. Y esto debe hacerse desde un conocimiento profundo del comportamiento del consumidor y desde el diseño de soluciones a medida.
Aquí algunas pautas rápidas -como el real sentido de urgencia con el que deberían implementarse- para salir de la transformación e iniciar la adaptación e integración de lo digital a las operaciones:
Omnicanalidad sí, pero eficiente. Necesitamos ordenar el mapa de canales se vinculación; no todos los canales de venta o servicio al cliente "dan lo mismo". Esto tal vez quiera decir que, en pos de mejorar la experiencia, tendremos que limitar las opciones/experiencia de contacto por tipo de cliente.
La experiencia de navegación y compra debe diseñarse favoreciendo la creación de valor y facilitando la conversión: la UX simple y amigable; los procesos de registración y pago optimizados para minimizar los pasos, integrados con diversas opciones y seguros por naturaleza. Sobre esto, tal vez, haya que sumar reflexiones sobre las opciones de producto o surtido en función del cliente.
Pensemos integralmente. Todo lo que hago on y off-line - incluyendo las posturas que tomo o las causas que apoyo - construyen mi identidad como marca. Si bien preciso tener pautas de marketing online automatizadas, atadas a los hitos de contacto y con un lenguaje y formato nativo, la conversación tiene que ser consistente con la identidad “madre”. En otras palabras, la marca no puede ser esquizofrénica.
La omnicanalidad bien entendida optimiza, integra y sinergiza los puntos de contacto, pero también busca generar un mix de canales de atención rentable a largo plazo. Haz uso y abuso inteligente del CRM, para evitar preguntarle su identificación en momentos incómodos o hacerlo reiteradamente, guarda sus preferencias y recuerda sus gustos, sin importar por qué canal te contacte. El cliente tiene la razón y si no es así, cree que la tiene. No lo “alejes”.