Trabajo e Inteligencia Artificial

Publicado originalmente en Suplemento iEco, 19 de Marzo de 2017.

Dilema. La revolución digital ¿destruye más puestos de los que crea? Las tareas artísticas y las que requieren empatía tienen más chances de sobrevivir.

La automatización resultante del encuentro entre la inteligencia artificial (IA) y la tecnología se presenta como una amenaza real y tangible para muchos empleos actuales. La revolución digital está siendo marcadamente distinta a las previas; mientras que éstas destruían empleo atado a la tecnología anterior, creaban mucho más empleo atado a la nueva. En esta instancia digital, el efecto reemplazo es potencialmente mucho más alto, resultando en una mayoría de la fuerza laboral reemplaza que carece de recursos para adaptarse a una nueva realidad y competir con máquinas y software que ni siquiera se toman feriados o vacaciones. Si bien es cierto que la capacitación y re-educación pueden reinstertar a parte de los empleados, cuando se automatizan procesos no hay demasiada vuelta atrás. Este año, en un foro laboral en Davos (“Promise or Peril: Decoding the Future of Work”) se estimó que la robótica, IA y nanotecnología desecharán 5 milliones de empleos para el 2020 en el mundo, aunque crearán otros 2.1 nuevos, alrededor de habilidades como matemáticas, arquitectura e ingeniería.

Los rubros mas afectados son aquellos que son simples y repetitivos. Asi como la primera ola de automatización robótica afectó las grandes plantas de producción de automóviles y máquinas, la ola digital apunta a los empleos administrativos simples, que no requieren criterios sofisticados de decisión, pero también las tareas complejas tales como revisión de imágenes médicas de alta resolución para detectar patologías y también revisiones contractuales de alta complejidad.

En un estudio de la firma 24/7 Wall Street que analizó proyecciones estadísticas oficiales del Bureau of Labor Statistics en EE.UU. se mencionaron las profesiones más afectadas: operadores telefónicos, analistas estadísticos, agentes de viaje, operadores de plantas gráficas y afines, entre otras. Los operadores telefónicos tendrían la caída más grande, de aprox. 42% entre 2014 y 2024 en Estados Unidos. En general, las profesiones muy atadas a la información y a su procesamiento tenderán a sufrir más a medida que la IA siga mejorando. Otro estudio de mediados del 2015 de NPR indica que telemarketers, cajeros y choferes tienen una probabilidad superior al 97% de desaparecer en los próximos 10 años.

Las disciplinas más valoradas en el futuro tienen mucho que ver con lo “humano” - algunas ocupaciones de “menor riesgo” son: trabajadores en rubros relacionados con la salud mental y el abuso de drogas, terapistas ocupacionales, dentistas y nutricionistas, todos con chances de desaparecer inferiores al 0.4% según el mismo estudio. Las fuerzas de seguridad también son un rubro que estaría “a salvo”. Los empleos menos afectados, tendrán que ver por un lado con las habilidades sociales y aquellos que precisen en general de un enfoque basado en la empatía y cooperación, habilidades de muy dificil replicabilidad en las máquinas.

El trabajo del futuro presentará una creciente interacción con máquinas; serán pocos empleos que no precisen conectarse con algún grado de IA para realizar su labor. Sin darnos cuenta, ya hemos dejado entrar a los algoritmos a nuestras vidas laborales (LinkedIN), transporte diario (Waze), entretenimiento (Netflix), compra (Amazon) e inclusive los llevamos a la cama (Tinder, Happn). A tal punto llega la intromisión de la tecnología que Yuval Noah Hakari, en su más reciente obra “Homo Deus”, habla no sólo de la potencial pérdida del empleo sino de la pérdida de individualismo y libertad al ceder una parte representativa de nuestras elecciones a las máquinas. Si no fuera así … ¿Cuántos de nosotros nos animamos a “contradecir” a Waze y tomar un camino alternativo al que nos sugiere?

Los bancos ya han transitado durante el camino de auto-servicio incremental para los clientes, primero con los cajeros automáticos, luego las terminales auto-servicio, pasando por el home-banking y más recientemente las apps. Son capaces de entender donde hemos comprado y ofrecernos redimir puntos de programas de fidelidad luego de realizar la compra, cosa que elimina la necesidad de tener presente la batería de promos a la que estamos expuestos. De alguna forma, es devolver valor al cliente y recompensarlo por su lealtad, aunque se olvide de realizar el canje con anticipación. Este tipo de acciones es relativamente simple, pero muestra como pequeños esfuerzos tecnológicos pueden resultar en grandes ventajas bien valoradas por los clientes. Claro está, hay un límite a la explosión de apps que queremos – y podemos - tener a disposición. Las estadísticas muestran que en los últimos años, pasamos más tiempo en prácticamente la misma cantidad de apps, lo cual implica que no estamos dispuestos a “trabajar de más” para una empresa sino que el cliente empieza a esperar un retorno automático por parte de la empresa, tal como el ejemplo anterior de las promociones bancarias lo demuestra.

Amazon está testeando un piloto de su tienda AmazonGo sin empleados, ni personal de atención al cliente ni cajeros ni nada. El usuario se identifica a través de su cuenta de Amazon de su smartphone y una batería de sensores y cámaras hace el resto, debitando nuestra cuenta al salir. Ni siquiera debemos pasar por el supervisor de las cajas de auto-servicio; las cámaras registran los movimientos de mercadería de manera tal que eliminan la necesidad de controles. Nuevamente, ¿no es una pérdida de tiempo colocar los ítems en el carro de compras del supermercado, retirarlos para escanearlos, volver a colocarlos para llevarlos al auto y luego volver a retirarlos para almacenarlos en nuestras heladeras o alacenas? Amazon promete reducir esos tiempos de ineficiencia a través de un proceso fluido, con la mínima intromisión posible de parte de la empresa. Es un principio de minimalismo muchas veces presente en sitios web; que no requieren intervención humana a menos que ésta sea realmente indispensable.

Las implicancias de estas tendencias son muchas, profundas y no siempre agradables. Resulta casi una obviedad a esta altura decir que el empleo se verá al menos afectado. En el mejor de los casos, las personas que resulten redundantes en un proceso de automatización de atención o servicio podrán re-entrenarse en otras tareas menos sujetas a dicho riesgo; aunque vale aclarar que esto implica necesariamente un esfuerzo de capacitación y re-ubicación que no todas las empresas podrán brindar y no todos los empleados aceptarán realizar. En el caso extremo de un aumento masivo del desempleo estructural, Bill Gates, Stephen Hawking y Elon Musk mencionan diversas alternativas, tales como el impuesto al robot e instauración de un régimen de Ingreso Básico Universal sin una contraprestación laboral. Estas ideas son bastante disruptivas y están siendo estudiadas (e inclusive probadas) con minuciosidad, ya que muchos gobiernos reconocen que la tendencia hacia la automatización es prácticamente irreversible.

Quizás podamos aspirar a una Argentina donde gracias a la tecnología no tengamos que tolerar piquetes, paros o cortes de ruta – cosa que en estos días sería bienvenido por cualquier porteño. Todos tendríamos un ingreso asegurado sin depender de una actividad específica, al menos hasta que los robots organicen su sindicato y nos corten internet …