Wisława Szymborska

Estoy demasiado cerca para que me sueñe...

Estoy demasiado cerca para que me sueñe.

No vuelo sobre él, no me le escapo

por la raíz de los árboles. Estoy demasiado cerca.

El pez en la red no canta con mi voz.

Ni rueda de mi dedo el anillo.

Estoy demasiado cerca. La gran casa se incendia

sin mí pidiendo ayuda. Demasiado cerca,

para que suene la campana en mi cabello.

Demasiado cerca como para poder entrar como invitado

frente al que se apartan las paredes.

Nunca más volveré a morir tan levemente

tan más allá de mi cuerpo, tan sin saberlo,

como alguna vez en su sueño. Estoy demasiado cerca,

demasiado cerca. Oigo el silbido

y veo la reluciente piel de esa palabra

inmovilizada en un abrazo. Él duerme

más accesible en este instante para la cajera

del circo ambulante con un solo león, a la que ha visto una vez

en la vida, que para mí recostada a su lado.

En él crece ahora un valle dorado para ella,

encerrado por una montaña nevada

en el aire azul. Yo estoy demasiado cerca

para caerle del cielo. Mi grito

podría sólo despertarlo. Pobre,

limitada a mi propio personaje;

y fui abedul, y fui lagarto

y salía de los tiempos y del atlas

cambiando mi piel de color. Y tenía

la gracia de esfumarme ante sus sorprendidos ojos,

riqueza de riquezas. Estoy cerca,

demasiado cerca para que me sueñe.

Y saco el brazo de bajo su cabeza,

entumido, lleno agujas imaginarias.

En la punta de cada una de ellas, esperando a ser contado,

reposa un ángel caído.  


Wislawa Szymborska de Sal [1962]

Trad.  Gerardo Beltrán