Wisława Szymborska

La feria de los milagros

Un milagro corriente:

que se produzcan tantos milagros corrientes.


Un milagro ordinario:

el ladrido de los perros invisibles

en el silencio de la noche.


Un milagro del montón:

una nube menuda y ligera,

capaz de tapar la luna llena y compacta.


Muchos milagros en uno:

un aliso que se refleja en el agua

y que se vea invertido de izquierda a derecha

y que crezca allá con la copa hacia abajo

y que no llegue al fondo

pese a la poca profundidad del agua.


Un milagro cotidiano:

vientos de ligeros a moderados,

borrascas en plena tormenta.


Un milagro cualquiera:

las vacas son vacas.


Otro milagro, quiérase o no:

este huerto y sólo éste,

de esta pepita y sólo de ésta.


Un milagro sin frac ni sombrero de copa:

palomas blancas en desbandada.


Milagro, porque cómo llamarlo si no:

hoy el sol ha salido a las tres catorce

y se pondrá a las veinte cero uno.


Un milagro que no sorprende lo debido:

una mano tiene menos de seis dedos,

pero tiene más de cuatro.


Un milagro, y basta con abrir bien los ojos:

el mundo omnipresente.


Un milagro tan adicional como adicional es todo:

lo impensable

se puede pensar.