Wisława Szymborska

Conversación con la piedra

Toco la puerta de la piedra.

-Soy yo, déjame entrar.

Quiero meterme en ti,

mirar alrededor,

tomarte como aliento.

 

-Vete dice la piedra.

Estoy herméticamente cerrada.

Aun hechas pedazos

estaremos herméticamente cerradas.

Aun pulverizadas

no admitiremos a nadie.

 

Toco la puerta de la piedra.

-Soy yo, déjame entrar.

Vengo sólo por curiosa.

La vida es la única ocasión.

Quiero recorrer tu palacio

y luego visitar a la hoja y a la gota.

Tengo poco tiempo para todo.

Mi mortalidad debería conmoverte.

 

-Soy  de piedra -dice la piedra-

y necesariamente debo conservar la solidez.

Vete de aquí.

No tengo músculos para la risa.

Toco la puerta de la piedra.

-Soy yo, déjame entrar.

He escuchado que hay en ti grandes e inhabitadas salas,

hermosas en vano, nunca vistas,

sordas, sin el eco de los pasos de nadie.

Confiesa que tú misma poco sabes de eso.

 

-Grandes e inhabitadas salas -dice la piedra-

pero no hay lugar en ellas.

Hermosas, tal vez, pero no para el gusto

de tus pobres sentidos.

Puedes reconocerme, pero no me conocerás nunca.

Dirijo hacia ti toda mi superficie,

interiormente permanezco de espaldas.

 

Toco la puerta de la piedra.

-Soy yo déjame entrar.

No busco en ti refugio eterno.

No soy infeliz.

No vivo en la calle.

Mi mundo vale el retorno.

Entraré y saldré con las manos vacías.

Y como prueba de que estuve de verdad allí,

no presentaré más que palabras

a las que nadie da fe.

 

-No entrarás -dice la piedra.

Te falta el sentido de ser parte.

Ningún otro sentido sustituye al de ser parte.

Ni siquiera la vista agudizada hasta ver todo

te servirá de nada sin sentido de ser parte.

No entrarás, habrás si acaso presentido ese sentido,

estará en germen en ti, tendrás su imagen.

 

Toco la puerta de piedra.

-Soy yo, déjame entrar.

No puedo esperar dos mil siglos

para estar bajo tu techo.

 

-Si no me crees -dice la piedr -

dirígete a la hoja y te dirá lo mismo.

A la gota de agua y te dirá lo que la hoja.

Pregúntale al final a un cabello de tu propia cabeza.

La risa me dilata, la risa, una risa enorme

con la que no sé reírme.

 

Toco la puerta de la piedra.

-Soy yo, déjame entrar.

 

-No tengo puerta- dice la piedra.   


Wislawa Szymborska de Sal [1962]

Trad.  Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia