SIEMPRE AMANECE DE NUEVO

Ahora bien, ¿qué es lo que solemos hacer? Entramos en una regresión infinita. Primero nos deprimimos, y luego nos volvemos a deprimir a causa de la depresión; una segunda depresión añadida. Si estás deprimido, ¡no pasa nada!, no hay nada malo en ello. Es bueno porque gracias a eso puedes aprender y madurar. Pero te sientes mal: «¿Por qué me habré deprimido? No tendría que haberme deprimido». Y empiezas a luchar contra la depresión. La primera depresión es saludable, pero la segunda es irreal, y precisamente es ésa la que te nubla la mente. Hace que te pierdas el momento que habría seguido a la verdadera depresión.

Cuando estés deprimido, deprímete. Sencillamente deprímete; pero no te deprimas por la depresión. Cuando estés deprimido, simplemente deprímete. No te enfrentes a la depresión ni busques ninguna diversión ni la obligues a marcharse. Déjala que pase; ya se irá por sí sola. La vida es un devenir; nada permanece inalterable. Tú no eres necesario; el río avanza por sí solo y no hace falta que lo empujes. Si te empeñas en empujarlo, es que francamente eres tonto. El río corre por sí solo. Déjalo fluir.