PROMETES Y NO PUEDES CUMPLIR, TODO LO QUE DE TU MENTE PROCEDE, LO QUE SI PUEDES CUMPLIR ES TODO AQUELLO QUE DE TU CORAZON PROCEDE CUANDO NO HAY MENTE

Tu “yo” no es una cosa, es una multitud de yoes, casi como una rueda y sus rayos, cada rayo llega arriba en un momento dado y entonces habla como si fuera tu auténtico yo. Prometes y no puedes cumplir, no puedes ser un “yo” integrado, eres muchos “yoes” en lo que concierne a tu mente.

George Gurdjieff acostumbraba decir que un hombre muy adinerado poseía un gran palacio y muchos sirvientes. Había salido para un largo peregrinaje, un año, dos, tres... su retorno era incierto, dijo a la servidumbre: "Recuerden, que puedo volver en cualquier momento, podría no completar mi peregrinaje, así que no se vuelvan haraganes. La casa debe estar lista para mí cada día, limpia, en orden”. Y todos dijeron que harían lo mejor posible, pero tres años pasaron y los sirvientes se volvieron perezosos poco a poco. Por unos pocos días hubo entusiasmo para limpiar, "tal vez vuelve mañana, está llegando". Pero luego, al cabo de tres años que era el plazo más largo y él no había vuelto: "tal vez ha muerto o se ha vuelto un monje. No volverá...".

Y la limpieza de la casa y todo se detuvo lenta, lentamente. Pero los sirvientes decidieron que uno de ellos, por turnos, debía permanecer en la entrada principal pues desde ella se veía a lo lejos el camino. "Si se ve llegar su carruaje, entonces infórmanos y de inmediato haremos lo necesario dentro. Sin él, ¿para qué limpiar la casa?". Así, por turno estaban en la puerta principal.

La casa era tan única y hermosa, en un sitio solitario entre cerros y bosques, que cada vez que un viajero pasaba por allí preguntaba al sirviente que estaba en la puerta: "¿Quién es el dueño de esta casa?". Y todos ellos creían, en el fondo todos deseaban creer (ésta es una de las debilidades humanas: que aquello que quieres creer comienzas a creerlo) y ellos habían llegado a creer que el amo no volvería nunca... el sirviente en la puerta decía entonces: "Me pertenece, soy el dueño de esta casa".

Pero los viajeros estaban confusos, pues al pasar de vuelta por la misma ruta algún otro estaba en la puerta y, al preguntar por el dueño de casa, decía: "¿Quién es el dueño de esta casa? Yo soy el dueño de esta casa".

Gurdjieff contaba esta historia: que cada sirviente era por turno el dueño de la casa. Y exactamente así es la situación de tu “yo”.

Hay muchos “yoes” en ti, pero sólo uno predomina en cierto momento, si observas cuidadosamente podrás ver. Ese “yo” dice "te amo y te amaré por siempre, otros han amado también pero sólo en vida. Yo, amada te amaré hasta muerto". Y al momento siguiente los dos amantes están peleando, tirándose cosas. ¿Qué pasó, que pasó con el gran amor? Se sabe bien que los amantes pueden morir el uno por el otro y pueden también matarse. No puede ser el trabajo del mismo “yo”.

Si estás alerta verás detrás tuyo una cola de “yoes”. Uno quiere decir esto, el otro “yo” quiere decir aquello, otro “yo” quiere hacer esto y nunca están de acuerdo. Hay una continua lucha interna", ¿quién es el dueño de la casa?". Como vivimos en la inconsciencia, nunca nos damos cuenta de esto.