DE LA DEMOCRACIA A LA MERITOCRACIA

Aquellas personas que van a tener el poder necesitan estar preparadas.

Hasta ahora, durante miles de años, nunca se ha preparado a nadie. Si alguien va a ser boxeador, no lo empujas simplemente dentro del cuadrilátero y le dices: “¡Empieza!”. Tiene que aprender. Si alguien va a ser un espadachín, le llevará años. Si no, ni siquiera sabrá cómo sostener la espada y usarla y pelear con ella, será imposible. Primero tendrá que aprender cómo desenfundarla, cómo sujetarla. Necesita entrenamiento. Tú no das simplemente una guitarra a alguien que nunca ha visto antes el instrumento y esperas de esa persona que sea un Amadeus Mozart o un Ravi Shankar.

Este es tu error.

A esta gente que está en el poder, ¿la has entrenado? ¿Ha pensado alguien que aquéllos que van a tener tanto poder necesitan ciertas cualidades para que no hagan mal uso de ese poder? La culpa no es suya.

Así que propongo dos institutos en cada universidad. Uno de ellos sería para desprogramar. Cualquiera que obtuviera un Certificado de Graduación, tendría primero que conseguir un certificado aprobado por el Instituto de Desprogramación, lo cual quiere decir que habrías sido desprogramado como cristiano, como hindú, como alemán, como americano, como comunista, como musulmán, como judío, o cualquier otra etiqueta que hubieras tenido. Se ha sacado toda la basura, porque ése ha sido nuestro obstáculo.

Y si has creído en algo durante cincuenta o sesenta años y de repente te digo que es un disparate, te vas a enfadar, te vas a resistir, porque eso significa que durante sesenta años de tu vida has sido un estúpido. Pero si tienes agallas e inteligencia, todavía hay tiempo para abandonar el hábito arraigado.

Mi religiosidad no es nada más que la ciencia de desprogramar. Y recuerda, no te confundas con la desprogramación que existe en California. ¡Ellos son reprogramadores! Alguien que estaba escapando del cristianismo, ellos lo devuelven a él. ¿Y a eso llaman desprogramar?

Desprogramar quiere decir que se te deja sin ningún programa, sin religión, raza, casta, nacionalidad… se te deja sólo para que seas tú mismo, para que seas un individuo.

Y cuatro años es suficiente tiempo. Desprogramarse no lleva tanto tiempo. Sólo unas cuantas horas cada mes durante cuatro años y estarás desprogramado. Y no obtendrás ningún Certificado del Instituto de Educación a menos que el Instituto de Desprogramación certifique que: “Este hombre ya no leva ninguna etiqueta, ahora es simplemente un ser humano”.

El segundo instituto sería para la meditación, porque sólo con desprogramarse no es suficiente. La desprogramación saca la basura que hay en ti y es difícil estar vacío; comenzarás a acumular porquería nuevamente. No te las puedes arreglar por ti mismo para aprender a vivir dichosamente con tu vacío, pero ése es el arte de la meditación.

Así, ese Instituto te daría una simple meditación. No hay necesidad de ninguna complejidad; las universidades, la intelectualidad, tienden a hacer las cosas complejas. El sencillo método de sólo observar tu respiración basta, pero cada día tendrías que ir al Instituto durante una hora. Simplemente, sentarte en silencio y ser testigo del proceso de la mente mientras mantienes tu atención en la respiración. No hace falta hacer nada. Solamente ser un testigo, un observador, un vigilante, mirando al tráfico de la mente: pensamientos que pasan, deseos, recuerdos, sueños, fantasías. Mantente aparte, distante, sin condenar, sin evaluar. Una vez que le encuentras el truco, es la cosa más simple del mundo.

Así que, la meditación tiene unas cuantas cosas esenciales que hay que recordar. La primera es un estado de relajación, sin lucha, sin control, sin concentración. Lo segundo es la observación; ser testigo de todo lo que sucede dentro de ti. Y la tercera, no tener ningún juicio o evaluación acerca de esto. Sé simplemente un observador.

El cuerpo cambia, la mente cambia, las emociones cambian, sólo el testigo permanece él mismo.

A medida que practiques la observación, te darás cuenta que las nubes de pensamientos y emociones lentamente empiezan a dispersarse y el vasto cielo azul de tu ser interior aparecerá, tendrás una prueba de ir más allá del complejo cuerpo-mente-corazón. Una vez que hayas experimentado este estado habrás probado la meditación. Y meditación es paz, meditación es felicidad, meditación es realización.

Así que por un lado, el Instituto de Desprogramación te limpia, te vacía, e crea el vacío, y por otro lado el Instituto de Meditación sigue ayudándote a gozar con tu nada, tu espacio, tu vacío interior: su limpieza, su frescura. Y a medida que empiezas a disfrutarlo, comienzas a sentir que no está en absoluto vacío; está lleno de felicidad. Parecía vacío porque estabas acostumbrado a tener mucha basura dentro; esa porquería ha sido eliminada y entonces dices que pareces estar vacío.

Es como un cuarto lleno de mobiliario. Lo has visto siempre lleno de muebles y un día encuentras que todos los muebles han sido trasladados y dices: “La habitación parece vacía”. La habitación no está vacía, está simplemente limpia. La habitación, por primera vez, es más habitable. Antes estaba congestionada, sobrecargada, llena de basura; ahora es un espacio puro.

Tienes que aprender meditación para disfrutar tu vacío.

Y ése es uno de los días más grandes en la vida, cando una persona empieza a gozar su vacío, su soledad, su nada, porque entonces será capaz de vivir toda su vida meditativamente.

Y vivir meditativamente quiere decir ser amoroso, estar alerta, ser un testigo. Cualquier cosa que haces, la haces con alegría y totalidad. La haces como si ésta fuera la cosa más grande del mundo en ese momento. Cuando haces una cosa con tal intensidad, con tal amor, con tal respeto, serás transformado por ella.

A menos que algo te transforme, no es meditación.

Pero todas las religiones han orado en el nombre de la meditación; rezos que no son nada más que quejas y deseos. No te llevarán a lo más profundo de tu ser ni a ningún alto estado de consciencia, seguirás siendo la misma persona.

Y en el nombre de la meditación, hay cientos de mal llamados maestros que siguen explotando a la gente. Sus enseñanzas son para disciplinar la mente por medo de la práctica de la concentración. Pero la concentración es un fenómeno de la mente, la fortalece todavía más, y la meditación en pocas palabras, no es nada más que la creación de una brecha entre tú y tu mente.

Por ejemplo, la Meditación Trascendental se ha convertido en la representativa de todas las mal llamadas meditaciones: te concentras en alguna palabra, una palabra sagrada y la repites tan rápido como puedas, sin interrupción. Esto crea una deliberada forma de sueño y dejas de pensar. Es un ejercicio placentero y al acabarlo te sentirás rejuvenecido. No estoy en contra de ello, pero por favor, no hay que llamarlo meditación ni llamarlo trascendental. Esas son palabras equivocadas. Es autosugestión hipnótica, nada más que eso.

La meditación hará de ti un ser nuevo, un hombre nuevo, una nueva consciencia que no conoce ni miedo, ni seriedad, ni avaricia, ni odio; ninguna de esas emociones y sentimientos los cuales conoce sólo aquello que te eleva, que te sigue elevando. Y entonces nadie podrá reprogramarte; nadie en todo el mundo.

A menos que el Instituto de Meditación te licenciara, la universidad no te daría la graduación.

A menos que el Instituto de Meditación te licenciara, la universidad no te daría la graduación.

La graduación universitaria llegaría sólo cuando se te hubiera dado el visto bueno por parte del Instituto de Desprogramación y de que te hubieras graduado en la Universidad de Meditación. Dependería de ti; te podrías graduar en un año, en dos años, en tres años, en cuatro. Pero cuatro años es demasiado. Cualquier imbécil, si se sienta una hora cada día, sin hacer nada, durante cuatro años, está destinado a encontrar lo que Buda o Lao Tse hallaron, lo que yo he encontrado.

No es una cuestión de inteligencia, talento, genio. Es tan sólo una cuestión de paciencia.

Así que, del Instituto de Meditación de la universidad consigues el título de Licenciado en Meditación; es entonces y no antes cuando podrías obtener una licenciatura en artes o en comercio o en ciencias. Y continuarás de la misma forma. Obtienes una licenciatura en meditación y de nuevo se te exigirá que continúes con el Instituto de Desprogramación durante dos años, porque no se te puede dejar solo tan fácilmente.

Estos procesos –desprogramación y meditación- se desarrollarían simultáneamente. Un instituto iría limpiando, vaciándote; el otro seguiría llenándote, no con lo mismo, sino con ciertas cualidades: felicidad, amor, compasión, un enorme sentimiento de dignidad inmotivada. Simplemente porque vives, respiras; eso es suficiente prueba de que la Existencia te cree digno de vivir, de que la Existencia te considera digno de estar aquí.

Tú eres indispensable para la Existencia.

O sea, que si una persona continuara estudiando en la universidad, seguiría yendo al Instituto de Meditación una hora cada día y antes de obtener su Licenciatura obtendrá su Licenciatura en Meditación. Estos serían los requisitos para tu graduación de Licenciado en Artes. Y quiero que esto continúe. Si vas por un Doctorado, entonces harías cuatro años de desprogramación y cuatro años de meditación. Estos serían obligatorios hasta el final; así cuando dejaras la universidad no serías tan sólo una persona inteligente, bien informada. Serías también un meditador, relajado, contento, silencioso, lleno de paz, observador, alerta, intuitivo. Ya no serías un cristiano, ni un hindú, ni un americano, ni un ruso. Todo eso habría sido completamente quemado; nada de ello quedaría.

Esta es la única manera: reemplazar a los políticos por la intelectualidad. Pero tal como está la intelectualidad en este momento, no será de mucha ayuda, porque todavía está bajo el dominio del poder político.

Por eso propongo esas dos condiciones. Si obtienes un doctorado, simultáneamente deberás obtener un doctorado en meditación. Así, mientras te estas educando, estarías, de una manera muy silenciosa y sutil, preparándote para estar en el poder, de tal forma que el poder no pudiera corromperte y tú no pudieras abusar de él.