El nombre de Luisa
El primer punto oscuro con Luisa de Medrano es su nombre. Oettel ha hecho una brillante investigación encontrando en el archivo de los Medrano una nota que hace referencia a Luisa Bravo que no es otra que Luisa de Medrano portando el apellido materno, con lo cual queda establecido que el verdadero nombre de Lucía de Medrano es Luisa de Medrano. Oettel dice textualmente:
“Lo más importante para las investigaciones sobre Lucía de Medrano es una nota referente a “Luisa Bravo”, nacida el 9 de agosto de 1484 (véase lám. V)”, (14).
La lámina V que muestra Oettel, sacada del archivo de los Medrano, es suficiente, por ahora, para sentar la filiación de Luisa de Medrano. El haber identificado a Luisa de Medrano como Luisa Bravo de Lagunas es el mérito más importante del trabajo de Oettel; más adelante revisaremos algunas cosas, pero ahora lo que parece más interesante para el propósito perseguido es el porqué de esa confusión en el nombre.
Además de la filiación, Oettel aporta otros datos que van a ser muy importante para intentar explicar la confusión con el nombre de Luisa; se trata del testamento de Magdalena Bravo de Laguna, madre de Luisa, y redactado en 1527, p. 350-353. En él queda absolutamente claro que para la fecha de su redacción Luisa ya había muerto:
“Doña Luissa (que Dios aya) que me hizo heredera”, p.352.
De este testamento se desprende también que Luis, el hermano de Luisa que fue rector en 1511 en Salamanca también había muerto en 1527:
“a anssí mismo al mal Logrado de Luis de Medrano mi hixo que me hizo heredera”, Oettel, 352,
pero no en 1511, como dice erróneamente Márquez:
“Luis, rector de la Universidad de Salamanca, había fenecido en 1511”, p. 170;
error que hay que atribuir a una mala inteligencia del texto de Oettel que dice:
“ya habían muerto su hija Luisa, la catedrática de Salamanca, y su hijo Luis, rector de aquella Universidad en 1511”,
sin coma entre Universidad y en. En realidad Luis fue rector el curso de 1511-12, elegido en noviembre de aquel año como acreditan Esperabé y Beltrán de Heredia (14).
Retomando la fecha del testamento podemos deducir que cuando Marineo publicó su Cosas Memorables en 1530, Luisa no vivía, además sabemos que la epístola que conservamos se la envió antes de 1514. Con estos datos podemos plantearnos el porqué de la confusión mantenida durante tanto tiempo.
Volviendo al problema del nombre: ¿por qué ninguna de las fuentes directas da su nombre de pila verdadero?
Sículo, en su epístola, se dirige a Luisa después de haberla conocido. Comienza con el saludo (15):
LUCIUS MARINEUS SICULUS LUCIAE METRANAE. S.
Notas 14 y 15
Beltrán de Heredia, V. Cartulario…Tomo I, p. 110, y Esperabé Arteaga, E. Historia pragmática de la Universidad de Salamanca, t II. 1917, p. 8.
Las citas son por el ejemplar señalado en nota (10). En encabezamiento en esta obra es en mayúsculas, Oettel lo reproduce así: Lucius Marineus siculus Luciae metranae. S. Obsérvese que tanto el siculus como el metranae van con minúsculas.
La primera vez que aparece el nombre propio de Lucía relacionado con su actividad intelectual, aparece mal. Confunde el Luisa, Luissa escribía su madre, con Lucía, Lucia. Sin embargo empieza la carta diciendo que su fama le había llegado antes de conocerla.
Marineo Sículo es un gran humanista, tiene un gran dominio de la lengua. Traduce el apellido Medrano al latín en que escribe. Es difícil pensar que tradujera mal el Luissa por un Lucia, máxime cuando ambos son nombres frecuentes en aquellos tiempos. Su conocimiento de las lenguas le tiene que situar ante nombres muy distintos en etimología y en significado. Solamente cabe pensar en que la fama de la que hablaba tal vez no fuera tan notoria. Ahora bien, aunque esto fuera así, si la conoció y estuvo con ella es impensable que no llegara al conocimiento de su verdadero nombre y así, tiempo después, cuando la escribiese, que pudiera corregir el error sobre su nombre, sobre todo habiendo un cierto parecido entre ambos.
Las hipótesis que utiliza Oettel para explicar esta confusión serían: 1º El italiano Lucius pudo confundir el nombre de Luisa con Lucía o 2º cabría la posibilidad de un error del copista. La primera hipótesis queda bastante neutralizada en el párrafo anterior, a lo que además añadimos que en otros casos traduce correctamente al latín el Luis, como se puede comprobar en el Discurso al Emperador, de 1530, con la mención de literatos que florecieron en aquel tiempo en España: varios son denominados Ludovicos, p.ej.: “Ludovicum Cardonam, episcopum Barchinonensem” (16).
Nota 16
En Clemencín, p. 607
Respecto al error del copista hay que desecharlo totalmente porque el nombre aparece mal tanto en la Epístola, como en la edición latina y castellana de 1530. ¿Qué explicaciones nos quedan?
Queda la posibilidad ya dicha de que la fama de Lucía no fuera tan notoria y que el conocimiento personal que tuvo de ella no fuera más que muy superficial, sin demasiado tiempo para poder deshacer el error.
Otra posibilidad es que la fama de Luisa hubiera llegado a través de su apellido, es decir que ella o los otros la presentasen como Medrano, algo que a su vez explicaría el apunte de Pedro de Torres.
Una u otra posibilidad implican que no llegaron a tener apenas contacto, lo cual hace más difícil que sea verdad la afirmación de Nelken de que tuvieron correspondencia asidua. A menos que apareciesen más cartas, la lógica dice que es bastante improbable que, muerta Luisa antes de 1527, habiéndose carteado frecuentemente con Marineo y viendo este su nombre en todas las cartas siguiera manteniendo el error de su nombre en la publicación de 1530. Al final de la epístola le pide noticias de su salud y de su vida, por lo que sería razonable que en algún momento ella dijera: “que soy Luisa”. Pero no solamente eso, aunque no hubieran tenido correspondencia asidua, si el impacto de ella hubiera transcendido ampliamente, Marineo habría tenido noticias de su muerte y a través de ellas, posiblemente, de su verdadero nombre.
Una última y extrema explicación con remotas posibilidades de ser real es que en su afán de latinización Marineo cambió su nombre de Luca Marinu a Lucius Marineus, igual que cambia el nombre de Luisa de Medrano a Lucia Metrana. Pero la diferencia es notoria en ambos cambios: Luca y Lucius tienen en común la raíz Luc y su referencia a la luz. Luisa y Lucia cambian totalmente el origen y el sentido, cosa que no podía ignorar Lucio Marineo. Si el cambio de nombre a Luisa hubiera obedecido a razones conscientes, más que de latinizar, de genitilizar el nombre, habría que reconocer un calado distinto a la imagen que Marineo ofrece de Luisa de Medrano, hasta el punto de poder plantearse una recreación de la misma. Respecto al ultacultismo Metrana, se hace una referencia más adelante, al tratar el apellido.
El error en el nombre induce a concluir lo siguiente: Luisa fue una persona real a la que Marineo dirigió su epístola, pero su contacto con aquel fue lejano. Seguramente lo que dice de ella es cierto, el mismo hecho de que no les uniera una estrecha amistad o una relación de intereses económicos o políticos, por los que entonces conocería perfectamente su nombre, hace pensar que lo que dice Marineo está libre de presiones, por lo tanto parece seguro que la oyó leer a los clásicos en público, que era una gran oradora y que tenía sabiduría y belleza. Aunque no podemos descartar que en la epístola muestre una cortesía que le lleve a exagerar un tanto, sin que necesariamente sea fruto de la galantería, como dice Menéndez Pelayo, sino más bien el resultado lógico de ver a una puella doctissima donde hasta ahora sólo había habido hombres. Que ciertamente le asombró y le impresionó lo prueba el hecho de que unos 20 años después de la epístola la siga recordando en las publicaciones de 1530.
Si Lucio Marineo confundió su nombre, Pedro de Torres ni siquiera lo escribió. De él nos queda un escueto apunte que se refiere a ella con un “filia Medrano”.y que sin embargo es definitivo porque dice cuándo, dónde y qué hizo Luisa en la Universidad.
Sobre Pedro de Torres se hablará después al analizar el conjunto de su obra para el conocimiento de Luisa de Medrano, pero, como un paso necesario en este momento, se puede avanzar que Torres es un personaje muy peculiar que ha dejado un conjunto de apuntes sobre su momento histórico, su vida y sobre la Universidad, sin una línea clara que unifique todo el conjunto y empleando para ello tanto el castellano como un latín macarrónico. En el caso de Luisa utiliza este latín, que nos hace difícil entender lo que quiso decir.
Torres no se refiere a Luisa por su nombre, sino por filia Medrano. Cuando se buscan estudios sobre Luisa se encuentra que hay muy pocas traducciones de esta frase, posiblemente el problema sea la concordancia entre las dos palabras, aunque dada la forma de expresarse Torres todo es posible. En realidad parece decir hiia de Medrano, y así lo traduce la página del IES Lucía de Medrano cuando da información sobre esta. Esto implicaría que la estancia de Luisa en Salamanca estaría marcada por la imagen de su padre muerto y, como apunta Oettel, bajo la protección de los reyes, que en recuerdo a aquel “la ayudaría a llegar a la dignidad de catedrática”, p. 360. Hay una segunda traducción en la red, con cierta base histórica por ser su hermano un miembro de la Universidad que llegaría a rector, pero con menos lógica lingüística, que traduce por “hermana de Medrano”, traducción que en principio hay que desechar. También sería posible una traducción menos literal en el sentido de “muchacha Medrano” (17). El diccionario de Nebrija, su contemporáneo, traduce filia por hija, pero hay un sentido más amplio que la mera filiación natural. Así, en el misticismo que empieza a surgir en aquellos tiempos, Teresa de Cartagena, en el siglo XV, anticipa el tema del Audi Filia, con un sentido de filiación espiritual, pero también de discipulado. El sentido de filia como niña o muchacha es posible, pero su relación se ve más claro en francés que en castellano. Du Cange define:
Filia, Puella, quomodo Galli dicimus une fille
La importancia de la traducción del filia es para saber de qué forma era conocida por Pedro de Torres y qué podría significar eso. Adelantando lo que se verá en un momento posterior hay que señalar que las anotaciones de Torres son variadas en los temas y en las personas; quizá el nexo de unión entre todas sea la impresión, novedad o importancia para el autor. El hecho de que haya recogido un apunte sobre Luisa Medrano denota que siente una cierta excepcionalidad, o al menos un hecho relevante con suficiente interés como para reseñarlo. El que no ponga su nombre, pero sí su apellido, puede apuntar a que ese interés está centrado en ser hija de un personaje muerto en circunstancias “heroicas” y protegida de la realeza, pero si el filia, en vez de significar hija, tuviese el significado de muchacha, entonces podría ser que lo llamativo de la situación fuese el hecho de una apariencia juvenil, quizá la misma que sorprendió a Marineo: “una in Hispania puella teneraque virgo” “la única y tierna doncella en España”.
Resumimos: Torres no pone el nombre sino que lo sustituye por un filia. Si nos atenemos al sentido más normal significaría que a Torres le llama la atención el hecho de que ella sea hija de Diego López de Medrano, muerto en 1487 (Oettel, p. 347), protegida por los reyes y, tal vez, debida su estancia en aquella Universidad al apoyo real (Oettel). La otra hipótesis sería aceptar que el término filia pueda significar muchacha, y que lo que llamase la atención de Torres fuera su apariencia juvenil. Esto sería congruente con los apelativos que hace Marineo sobre ella y limaría la posible exageración o excesiva adulación: hay que tener en cuenta que Luisa no era la única intelectual del momento, Beatriz Galindo era una figura destacada, pero no era tan joven como ella. Además concordaría con otra nota que toma Torres, admirado por la juventud, o más bien infancia, del orador:
“A. D. 1506. En el verano, un niño del Doctor Oropesa sustentó conclusiones de Gramática... Era de edad de ocho años…” Al margen añade: “Este después fue catedrático de Vísperas de Teología y morió año 1533. Es decir de edad de 28 años” (18)
Notas 17 y 18
Para la traducción de hermana, Gismera de Velasco, T. en http://gentesdeguadalajara.blogspot.com.es/2012/12/luisa-de-medrano.html En este trabajo se reproduce la errata Caconum, señalada en la nota (5)..
El sentido de filia como muchacha, viene recogido en Du Fresne Du Cange, Charles, Glossarium mediae et infimae latinitatis: Glossaire français. París, (1678),1844, T III, p 292
Anotación de Pedro de Torres sacada de Fuente, Vicente de la. Historia de las Universidades... Madrid, 1885, t. II, p. 60
Esta nota es importante, porque hay varias similitudes: Torres, apenas hace referencia a disertaciones, y sin embargo se fija en ambos casos; parece que le llama la atención la juventud, que en el caso de Luisa, aunque es mucho mayor, se combina con el hecho de ser mujer, lo cual da cierta singularidad. A ambos se refiere con términos similares: niño del Doctor Oropesa es el paralelo castellano del latín filia Medrano. Entonces se hace mucho más llamativa la ausencia de una nota marginal similar a aquella el día que murió Luisa. Aunque es muy posible que esta nota, al margen, al menos de 1533, sea un añadido de mano externa, eso no quita que para su autor, Torres o el interpolador, la muerte de Luisa pasase desapercibida. Esto se retomará más adelante.
Fruto de la obra de Marineo, Luisa pasa a ser conocida como Lucía. Nicolás Antonio en la Biblotheca Hispana, en 1672, se encargará de transmitir su memoria, reproduciendo la Epístola de Marineo, así como de sostener el error sobre su nombre. Esta obra será la fuente de referencia de la mayoría de los estudios siguientes. Sin embargo Antonio tiene otra fuente además de Marineo a la que cita: El Teatro eclesiástico… de Dávila, de 1650 (19). En él se dice textualmente:
“Doña Luzia de Medrano. Marineo Siculo dize della que la oyó leer facultad en la Vniuersidad de Salamanca, y la vió Orar en publico, y que era mujer de rara, y admirable eloquēncia”.
Es importante porque el autor, que escribe el nombre como Luzia, parece haber tenido acceso a la edición no censurada de 1530 en latín de la obra de Marineo, que es donde aparece la referencia clara a la Universidad.
Pero mucho más inquietante es el testimonio, un siglo después, en 1776, de Dorado en la Historia de Salamanca, (20) donde se refiere a Medrano por su verdadero nombre, lo cual nos hace pensar como posible el que haya tenido acceso a algún documento perdido desde entonces. Esta sospecha se acentúa con las revelaciones que hace Oettel sobre la mención que hace de Elena de Medrano, mujer que si no fuera por él se habría perdido para la Historia, p. 353. La cita sobre Luisa es:
"Doña Luisa de Medrano, si no igualó, excedió a la primera , pues no sólo supo con perfección la lengua latina, sino que oró públicamente en esta Universidad en Divinas Letras y Humanas. Así lo afirma Marineo Siculo, quien la oyó, y lo trae entre las cosas memorables que vio en España."
Es muy importante porque por primera vez aparece el nombre de Luisa como tal, se refiere a la Universidad y a que el origen de la información es Las cosas memorables. Inquietante porque, en esa obra de 1530, sí puede encontrar base para referirse a la Universidad, pero el nombre que allí aparece es Lucia.
Estos vacíos son los que hacen decir a Menéndez Pelayo, que no ha conocido el catálogo censurado de 1530 (21):
Con referencia a él lo afirman Gil González Dávila en el Teatro de la Iglesia de Salamanca (pág. 216) y Clemencín (Elogio de la Reina Católica, pág. 410); pero yo no acierto a encontrar tal especie en la única carta de Marineo a Lucía Medrano, reproducida ya por Nicolás Antonio
De la confusión en el nombre de Luisa se puede, sin embargo, llegar a algunas cosas: Luisa ejerció algún tipo de docencia por un tiempo incierto. Esta docencia causó admiración por sus cualidades personales, posiblemente su brillantez y, tal vez, su condición física: mujer y joven. Estas cualidades dan transcendencia a su persona, al punto de que llega a oídos de Marineo su nombre antes de conocerla personalmente, pero, y esto es importante, ese nombre que transciende es más el Medrano que el Luisa. Dada la importancia del Medrano hay que pasar a estudiar algunas cuestiones relacionadas con el mismo.
Notas 19, 20 y 21
González Dávila, Gil, El teatro eclesiástico de las iglesias metropolitanas…, 1650, p. 216.
Dorado,Bernardo, Historia de Salamanca, 1776, p. 558Bibliografía Hispano-Latina clásica,
Cicerón, nota p. 217. De la obra citada en (8)