EL PROBLEMA
Cuentan que, un joven santo católico, andaba con otros compañeros en un momento de descanso dedicado a no hacer nada, a jugar, cuando uno de ellos sacó el tema del fin del mundo. El fin del mundo y por lo tanto el fin personal de todos y cada uno de los que estaban allí, y, dentro de sus creencias católicas, el juicio final, donde cada uno sería juzgado tanto por lo hecho como por lo no hecho. ¿Y si en aquél mismo instante se produjera el fin del mundo? ¿Y si ellos supieran que tal cosa iba a pasar inmediatamente, qué harían? Hubo respuestas para todo, pero en general eran de esta índole: ir corriendo a confesarse, a rezar, reconciliarse con una amigo... Parece que el santo de nuestra historia dijo que seguiría tranquilamente haciendo lo que estaba haciendo, es decir, jugar.
Hace unos años vivimos el cambio de mileni. Ya cuando se acercó el año 1000 aparecieron, como ahora está sucediendo, doctrinas, llamadas milenaristas precisamente por la fecha clave, que situaban el fin del mundo en aquel momento. En el momento actual después de que algunas voces vaticinaron un gran cambio para el año 2000, han vuelto a la carga a cuenta del calendario Maya, y han sustituido ese hipotético fin del mundo para el 2012. Supersticiones aparte, el fin del mundo es una posibilidad no tan remota, con la que hay que contar, no precisamente porque se acabe el milenio, sino porque vivimos en un planeta lleno de armas destructivas con capacidad de hacer añicos varias veces la tierra y, además, porque sabemos que hay un serio deterioro de algunas de ellas y un descontrol sobre muchas de estas llamadas armas estratégicas disuasivas. Por otra parte, hoy el Tercer Mundo vive su fin del mundo particular en forma de hambres, sequías, matanzas, desgracias de las que nosotros no somos precisamente inocentes. Indudablemente no pretendemos meter miedo con este problema de nuestro joven santo, sino todo lo contrario, desechamos la envoltura externa y supersticiosa del asunto y retomamos la hipótesis como un planteamiento límite, casi como un modelo experimental, que nos sirve para plantearnos el asunto de cómo vivimos la vida.
1. ¿Qué harías si supieras que se iba a acabar el mundo enseguida?
2. ¿Por qué eso que harías es mejor que otra cosa distinta?
3. ¿Por qué no vivimos como pensamos que deberíamos hacerlo?
4. ¿A qué esperamos para estar conformes con nuestra forma de actuar?