17.- HERMANO ANGILBERT MARIE
Jean Batiste BLANC 1891 + 25 IX 1915
Miembro de una familia de cinco hijos, donde cuatro fueron consagrados al Señor. Jean Batiste nació en Chambon le Chateaux en Mende. De niño frecuentó la escuela de los Hermanos en su ciudad natal, siendo un alumno inteligente, sabio y laborioso. Motivado por sus maestros, su alegría y su constante contacto con ellos lo llevó a solicitar su admisión al Instituto. Después de haber vencido los obstáculos que no le permitían seguir el llamado de la gracia, el adolescente entró al Noviciado Menor de Lembecq en 1906, y en 1908 hizo su noviciado en Bettange; al año siguiente regresó de nuevo a Lembecq, como Hermano escolástico.
Los que los conocieron en esa época de su formación religiosa dan el siguiente testimonio: "El Hermano Agilberto María se aplicaba para adquirir las virtudes de su estado y tuvo que vencer tentaciones contra su vocación; triunfó gradas a la confianza que tenía a sus Superiores; decía a sus hermanos que esa grada era una táctica para triunfar de los embates del enemigo.
Como campo de apostolado le fue asignado el Distrito de México. Llegado a Puebla, le fue confiada una de las clases de los pequeños en el Colegio de San Pedro y San Pablo, después el cuarto año de Primaria en el Colegio de Morelia, donde estuvo de 1910 a 1914. El Hermano Director de esa comunidad describió así el trabajo apostólico del Hermano: "aunque joven, se desempeñó corno un maestro muy hábil. Gracias a su rectitud de alma, su buena voluntad y su obediencia, venció rápidamente las dificultades del principio y pronto conoció su campo de acción. Tuvo sobre sus discípulos un gran ascendiente. No escatimaba el tiempo para la preparación de sus lecciones, corregir escrupulosamente las tareas y cuadernos de los alumnos, siguiendo con gran fidelidad el programa y el reglamento diario". Siempre igual de carácter, obtenía de sosalumnos progresos notables; era un placer visitar su clase por el control del trabajo, el silencio, la disciplina y piedad que reinaba en medio de los alumnos. En comunidad era jovial y se hacía amar por todos; no estuvo exento de los defectos de su edad; reconocía sus faltas y reparaba generosamente los errores cometidos. Grandes dificultades nublaron el horizonte, pero por su oración, la gracia de Dios y su apertura de corazón pudo salir victorioso. Nuestro querido Hermano regresó a Francia en el momento de la declaración de la Gran Guerra, pero de su vida en trincheras nos dan testimonio sus cartas, el recuerdo de su comunidad y de sus clases le llegan seguido y le ayudan a reafirmar el amor por su vocación y suspira por el día bendito en que acaben las hostilidades para poder revestir de nuevo la librea de San Juan Bautista de La Salle y continuar entregándose, con más generosidad a sus alumnos y a Dios.
Sobre la vida militar del joven religioso, la carta siguiente, de uno de sus hermanos, compañero de armas nos dice: "Quiero señalar que la vida del Hermano Agilberto María y su amor por el Instituto y su misión de educador cristiano, se traducía sobre todo en la alegría de hablar de ello. Nada le era más placentero, en las caminatas o en las trincheras, que acordarse de los ejemplos de los Hermanos, que había conocido y de sus queridos alumnos.
El amor por la oración no había disminuido y era muy fiel a los ejercicios de piedad; en el batallón era el responsable de ayudar la Misa, oficio que le causaba alegría y placer visible. Tenía gran cuidado de mantener la pureza de alma y guardar con cuidado sus votos religiosos.
La correspondencia del Hermano Agilberto María con sus Superiores da testimonio de su gran apego a su vocación y de una perfecta lealtad; daba cuenta con toda sencillez de los pequeños pagos que recibia y cumplía dócilmente con las indicaciones que le daban. Era fiel con sus deberes para con Dios y para con la Patria. El 20 de mayo de 1915 recibió la Cruz de Guerra, con la siguiente leyenda: "Hizo prueba de su valentía enfrentando los peligros mayores, cumpliendo con su deber de enlace y comunicación de órdenes". El 22 de septiembre les anuncia la posibilidad de los días asesinos, pero, agrega él: "he comulgado esta mañana; me encomiendo al cuidado de Dios y de su Santísima Madre".
Nuestro Hermano estaba listo para el sacrificio. Al día siguiente, 25 de septiembre de 1915, cayó valientemente en el Frente de Campaña, defendiendo la Patria.