15.- HERMANO BENEDET PHILIPPE
Adrien Félix Bernon
1886 + 18 -IX-1915
Nació en Sainte Enimie en Mende. Su familia era un medio patriarcal donde nuestro Hermano vivió los primeros años. El inicio de su instrucción la realizó en la escuela de los Hermanos de Banassac, donde los buenos ejemplos y las lecciones de virtud nunca le faltaron. Uno de sus hermanos mayores fue sacerdote y canónigo. El alma del niño se fue preparando en este medio de grandes valores religiosos para el nacimiento y desarrollo de su vocación religiosa. A los quince años entró al Noviciado Menor de Paris.
El año siguiente, 1892, durante su noviciado, el Hermano Benedet Philippe tuvo problemas de salud y los Superiores lo enviaron al Noviciado del Puy, después de lo cual sus fuerzas se repusieron y, terminado este tiempo, habiendo emitido su primera profesión fue enviado al Internado de Nuestra Señora de Francia, en la misma ciudad.
Durante tres años pasó por distintas clases hasta que, en 1896 fue encargado de la clase de los mayores, en la escuela de San José, en la parroquia de San Lorenzo.
En 1897 fue enviado a París para encargarse de la primera clase del orfanatorio de San Felipe, en Fleury- Meudon, donde su estancia fue de nueve años, hasta 1906, cuando por la laicización de la educación hubo cambio de dirección. Sin estar dotado de cualidades excepcionales, ni de gran autoridad, era muy estimado por los alumnos, gracias a sus excelentes procedimientos como maestro y su entrega para lograr el avance académico de los alumnos. En comunidad daba ejemplo de exacta regularidad y de un profundo respeto por los Superiores y gran amabilidad hacia sus hermanos.
Cuando fue interrumpida su acción en Fleury, el Hermano Benito Felipe, solicitó el favor de ir a México para continuar con su acción apostólica.
Con el fin de prepararse va a Clermont-Ferrand, durante algunos meses para el estudio del español y, el 24 de enero de 1907 se embarcó rumbo a México.
A su llegada fue designado al colegio de Puebla. Desde en marzo hasta el mes de septiembre, se le encargó de la en el Colegio y de ayudar en la Procura del Distrito, realizando funciones con dedicación; administraba el dinero que se le confiaba una escrupulosa delicadeza, ya que no que quería que alguien le fue a reprochar algo a la hora de su muerte.
Cuando en 1911, la Procura se traslada a la ciudad de México, nuestro Hermano se quedó en Puebla, como maestro, en la escuela de San Ignacio, donde fue encargado de la clase de los medianos, donde se hizo estimar por su celo y su entrega incondicional.
Los acontecimientos que turbaron la paz de México en 1914, lo arrancaron de su apostolado y, así como un buen grupo de Hermanos, regresó a Francia, pero ya llevaba los gérmenes de la enfermedad que lo llevarían la muerte.
Poco tiempo después de su regreso el Hermano Benito Felipe tuvo que ir a residir a la enfermería de Fleury, a fin de recibir los cuidados que necesitaba por su enfermedad, que era un cáncer en el estómago. Los cuatro meses de estancia en esta casa le sirvieron de preparación a la muerte.
Religioso de una fe viva y profunda, de una piedad esclarecida y acepto con una perfecta sumisión la voluntad de Dios y la terrible prueba que le había enviado.
Bajo las instancias del Señor Cura y de una de sus has religiosa, hizo una novena a Santa Filomena, pidiendo su curación, si eran los planes de la Providencia, pero sobre todo, la gracia de santificarse por el sufrimiento y tener una hermosa muerte.
Como pobre, nuestro Hermano habría podido escribir en la puerta de su cuarto: "Aquí se hace la voluntad de Dios".
Pasaba sus días en la más grande calma, rezando, leyendo, recibiendo amablemente a quienes lo visitaban y, todo eso, muriéndose de inanición, por no poder alimentarse. Gustoso hubiera aceptado el regreso a trabajar en México, pero decía: "Creo que para ml es mejor morir pronto que prolongar la vida y daba sus razones con toda serenidad, como Si se tratara de algún otro.
Habiendo solicitado el favor de recibir la extremaunción, el Hermano Benito Felipe se preparó durante varios días y siguió con gran devoción la ceremonia, después de la cual agradeció sonriente a cada uno de los Hermanos presentes. La debilidad iba progresando.
El 17 de septiembre, cuando se rezaban cerca de él las oraciones de los agonizantes, se unió a ellas con plena lucidez de espíritu. Vivió aún hasta el día siguiente, por la tarde. "Yo no puedo morir", articulaba débilmente durante el sábado 18, pero la Santísima Virgen escuchó su súplica y, unas horas antes de la media noche, ella vino a buscar a esta alma para introducirla en la gloria, pues tenemos la confianza de que llegó a la Ciudad de los elegidos el sábado 18 de septiembre de 1915.