Wisława Szymborska

Un gato en un piso vacío

Morir: eso no se le hace a un gato.

Porque qué tiene que hacer un gato

en un piso vacío.

Trepar por las paredes.

Restregarse entre los muebles.

Aquí no ha cambiado nada en apariencia,

y, sin embargo, está transformado.

No se ha movido nada en apariencia

y, sin embargo, está cambiado.

Y por la noche ya no se enciende la lámpara.


Se oyen pasos en la escalera,

pero no son los mismos.

La mano que pone el pescado en el platito

tampoco es la misma que lo ponía.


Hay algo que no empieza

en el momento habitual.

Hay algo que no ocurre

así como debería.

Había alguien aquí y estaba,

y después desapareció repentinamente

y obstinadamente no está.


Se ha mirado en todos los armarios.

Se han recorrido todos los estantes.

Hasta se ha comprobado entrando debajo de la alfombra.

Se ha llegado incluso a quebrantar la prohibición

y se han dispersado los papeles.

Qué más queda por hacer.

Dormir y esperar.


Verá cuando regrese,

verá cuando aparezca.

Se va a enterar

de que eso no se le puede hacer a un gato.


Sobre las zarpas muy enojadas

se irá entonces en su misma dirección,

despacito,

como si no quisiera de ninguna manera.

Y nada de saltos ni maullidos al principio.