** Ir integrando lo que fuimos ejercitando en estos días:
+ En la vida cotidiana: estando más atentos, a la escucha, haciendo pausas que nos permitan salir de los automatismos, haciéndonos más conscientes de nuestros vínculos, de lo que hacemos y de cómo lo hacemos.
Volver a la percepción de la naturaleza siempre que podamos...
+ En la oración: dedicando a Dios 20 minutos (o más) de silencio, preparando y disponiendo un lugar para ello.
En el ejercicio guiado de oración podemos encontrar una forma de hacerlo:
- Ofreciendo el tiempo a Dios, deseando estar para Él.
- Prestamos atención a la postura corporal.
- Luego llevamos la atención a la respiración. Así simplemente.
- Terminamos dando gracias.
"El cambio del mundo comienza en nuestro interior.
Cuando oramos nunca lo hacemos solos. La humanidad, el cosmos está junto a nosotros.
La transformación comienza en tu lugar de oración, comienza en tus pensamientos y sentimientos, y puede afectar al mundo entero.
Somos responsables de lo que irradia de nosotros.
El amor no comienza con la palabra y el abrazo.
Comienza con nuestros sentimientos y pensamientos.
Quien ama, permanece en Dios, porque Dios es amor...
Despertemos ahora el amor.
Se convertirá en fuerza de ayuda y curación que llegará a todos..."