Ante el anuncio del ángel, María estaba en su casa, en su interior, presente, atenta. Por eso: oído, escuchar y responder.
Durante la vida de su Hijo, María "guardaba las cosas en su corazón", en atención a cada palabra, cada gesto, aunque no lo comprendiera. Lo atesoraba dentro.
"Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre".
Enteramente, con su ser y su amor. Más allá del dolor y lo incomprensible, estaba...
Ella aprendió a estar, a permanecer al lado de Jesús siempre, sin importar las circunstancias de luz o sombra, de gozo o dolor.
Ella es una maestra silenciosa y discreta que nos enseña el arte de permanecer. Junto a Jesús. Junto a los demás. Aceptando lo real.
María espera en silencio, abierta y confiada, la luz.
Con ella, estemos aquí y ahora, en nuestras circunstancias concretas, a la espera de la luz...