Este camino de contemplación, de ir silenciándonos para escuchar, para percibir, que reorienta nuestra atención y nuestra mirada a Dios como centro de la vida, va aprendiéndose a través de mediaciones simples, que están a nuestro alcance, y que involucra a toda la persona, no sólo momentos de oración, sino toda nuestra realidad vincular: con Dios, con nosotros mismos, con lo demás, con la naturaleza, con la realidad... También con nuestra vida cotidiana, o mejor, con el modo de vivir todo...
Vamos a ir dando pasos graduales, dejando espacios de tiempo entre los ejercicios, poniendo especial atención a la práctica, sin apuros... En este camino profundizamos permaneciendo, volviendo una y otra vez a aquello que descubrimos dentro.
Iremos descubriendo el valor, la belleza, la amplitud y la resonancia que tiene dentro de cada uno este modo de vivir, de estar orientados a Jesús.
(En cada bloque de iluminaciones y ejercicios, iremos ampliando esto)