"El modo que Dios elige para revelarse está en lo real.
Y todo lo real debe ser adorado, es decir, respetado como misterio:
es lo que hacen los pastores y los magos cuando encuentran al Niño.
Respetar significa que no se pretende comprender,
sino que se ama y se acepta lo que es.
Es la actitud profunda de María y José
desde el momento que Dios los hace "custodios" del misterio de su Hijo.
Nada para comprender. Todo para amar, aceptar, entregarse, confiar.
El silencio es la mejor respuesta a la manifestación de Dios.
Nos da tiempo para asumir lo que sucede,
para conservarlo en el corazón,
para no sacarlo afuera de inmediato...
El silencio nos permite recibir el misterio,
hacerle espacio en todo nuestro ser..."