Para abrazar con nuestra respiración toda la existencia, lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos...
Estar en el punto quieto del presente, es reconocernos caminantes con historia, que van hacia una meta, llevando dentro un Rostro y un Nombre que da sentido a cada segundo respirado.
Es reconocernos creados en la luz, habitados en el centro por la luz, y para iluminar...
Esa es nuestra esencia y nuestro nombre verdadero.
Contemplamos para amar la totalidad: la luz, la sombra, la certeza y la incertidumbre, lo que conocemos y lo que ignoramos, lo que deseamos y lo que rechazamos, la belleza y las heridas...
Nada queda afuera.
Todo está contenido en el instante presente.
Todo.
Contemplamos para amar, y porque amamos contemplamos, en un ida y vuelta, como inhalamos y exhalamos, todo contenido en el mismo movimiento.
Amamos y aprendemos a amar lo esencial de cada ser humano, de lo que nos rodea, de lo real.
Respiramos aquí y ahora, en la quietud de Su Nombre, en el punto luminoso de su Presencia que nos habita, nos transforma y nos hace Uno.
Con Él y con todo lo creado.
Contemplamos para hacernos conscientes de la vida en todas sus expresiones, desde el brote pequeño e imperceptible, a todo lo que crece, y también muere...
Porque todo está unido...
Nos quedamos aquí y ahora, respirando en su Nombre, abrazando en ese instante infinito, todos los rostros, todos los nombres, todo lo que existe...
"Que ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea"