Εl griego además de marcar con la terminación el género y el número de un sustantivo o un adjetivo, también marca la función que desempeña en la oración: sujeto (si realiza la acción verbal), complemento directo (si recibe la acción), complemento indirecto (si se beneficia por la acción o sale perjudicado), complemento circunstancial (alguna aclaración de tiempo, lugar, etc), complemento del nombre (modifica la cualidad del sustantivo), etc. Bien todas estas funciones las reconocemos en castellano por dos cosas: la colocación en la oración y el uso de preposiciones (o no) que ayudan a reforzar su significado. Así en la oración "el niño regala el libro al amigo" reconocemos que el sujeto es "el niño" porque está al comienzo de la oración; seguro que no has pensado que el sujeto era "el libro" o "al amigo", ¿por qué? Porque, en primer lugar, "el libro" no está delante sino detrás del verbo, lugar que ocupa generalmente el complemento del verbo; en segundo lugar, porque "al amigo" lleva una preposición "a" unida al artículo "el", y, como sabes, el sujeto no lleva preposición. Pero seguramente tampoco has dudado de que lo que regala el niño es "el libro" y no "al amigo". Exactamente por las mismas razones. Pues bien, lo mismo sucede en griego. En esta lengua también existe un orden en la oración, pero no es el mismo que en castellano. Aunque no hay un orden fijo, lo normal es que la oración se presente primero el sujeto, luego los distintos complementos y, finalmente, el verbo. Así ὁ ἄνθρωπος τὸν ἵππον τῷ θεῷ παρέχει. Las terminaciones te ayudan a reconocer la función de cada palabra, pero también el orden que ocupa en la oración:
ὁ ἄνθρωπος es sujeto por tres razones: ocupa el primer lugar de la oración; tiene la terminación del caso que desempeña la función de sujeto -ος; y va acompañado del artículo ὁ, que es nominativo, que es masculino y que es singular.
τὸν ἵππον ocupa el segundo lugar, por lo que sería raro que fuera el sujeto; no termina en -ος, que es la terminación que hemos visto para el sujeto, el nominativo. Lo hace en -ον, la terminación propia del acusativo, el caso que se usa para designar el complemento directo. Además lleva el artículo τὸν, que es acusativo, que es masculino y que es singular.
τῷ θεῷ está claro que ni es sujeto ni es complemento directo, ¿por qué? porque ni acaba en –ος ni en -ον, lo hace en -ῷ, la terminación del dativo, que es el caso que se utiliza para el complemento indirecto; y va acompañado del artículo τῷ, que es dativo, que es masculino y que es singular.
Pues solo queda decir esto pero en castellano y guardando el orden de la oración castellana: sujeto + verbo + complementos: "el hombre da el caballo al dios".
Si en lugar de ser palabras masculinas fueran femeninas, sufrirían las mismas modificaciones pero acabadas en –α o en -η; veamos una oración muy parecida: ἡ κόρη τὴν γῆν τῇ θεᾷ παρέχει. Podemos seguir el mismo proceso:
sujeto ἡ κόρη (terminación de nominativo -η, primer lugar de la oración y artículo ἡ);
complemento directo τὴν γῆν (terminación de acusativo -ην, segundo lugar y artículo τὴν);
complemento indirecto τῇ θεᾷ (terminación de dativo -ᾷ, segundo lugar y artículo τῇ).
Y la traducción en el orden castellano: "la muchacha da la tierra a la diosa".
Fíjate que los masculinos con –ο y los femeninos con –α o –η tienen las mismas terminaciones para las mismas funciones: acusativo –ν (con la –ο o la terminación del femenino –α o -η: -ον /-αν o -ην) o dativo con iota subscrita: -ῷ (recuerda que o y ω son las dos vocales "o") y -ᾷ o -ῇ. Igual que sucedía en castellano, o para masculino, a para femenino.