Juncales de Junco churrero
Hábitat 6420. Se localiza mayoritariamente, por este orden, en los interfluvios y vertientes, llanuras aluviales y terrazas y piedemontes de tipo rampa, en el piso Mesomediterráneo Superior.
Las comunidades de junco churrero se enmarcan, fitosológicamente en la alianza Molinio-Holoschoenion. Esta está definida por las distintas asociaciones en que domina el junco churrero (Scirpus holoschoenus) asociadas a un nivel freático alto y suelos compactos, profundos y poco aireados de tipo gley o pseudogley. Estas comunidades, en consecuencia están encharcadas durante importantes periodos de tiempo, al aflorar el acuífero y conservan la humedad durante mucho tiempo, hasta muy entrado el verano, pues no en vano los manantiales, arroyos y demás corrientes de agua se encuentran cercanos o rodeados por estas hierbas.
El junco churrero se agrupa en formaciones muy densas, entre cuyos huecos entran las restantes especies de la comunidad. Las junqueras suelen ser la última etapa de sustitición del bosque de galería, bien de fresnedas, que aparecen con mayor frecuencia en suelos ácidos, como de alamedas acidófilas o basófilas, o de olmedas basófilas.
En el ejemplo junquera en ladera con Thalictrum flavum, Cirsium pyrenaicum ,rodeada de fenalares de Brachypodium phoenicoides.
El hábitat forestal correspondiente a estas dos formaciones herbáceas, una higrófila y la otra mesófila es la olmeda, como evidencia el
ejemplar de olmo común que ha colonizado el juncal.
Se compone de dos asociaciones fitosociológicas principales en nuestro territorio:
Trifolio resupinati-Holoschoenetum Rivas Goday 1964, está constituida por juncales churreros con tréboles, se desarrolla sobre suelos silíceos. Debido a que no tenemos ejemplos en la zona que conozcamos de esta comunidad dejaremos para el momento en que los encontremos su descripción.
Cirsio monspessulani-Holoschoenetum Br.-Bl. 1931, es la otra comunidad, propia de zonas básicas con suelos hidromorfos, que raramente se inundan, enriquecidos por las sales procedentes de los terrenos de origen sedimentario miocénico. Las especies características son Scirpus holoschoenus, y el cardo Cirsium monspessulanum. Forma bandas estrechas en las orillas de las lagunas y cursos de agua, puesto que requiere para sobrevivir un nivel freático elevado durante todo el año. Es una comunidad estructurada en mosaico en la que se incluyen especies de gran interés botánico.
En las junqueras del Cristo de Rivas, que tomamos como ejemplo encontraremos, en lugar de Cirsium monspessulanum, el cardo Cirsium pyrenaicum, Cochlearia glastifolia, Thalictrum flavum, Tetragonolobus marítimus, Sonchus aquaticus, Asparagus officinalis, Solanum dulcamara, Althaea officinalis, Potentilla reptans y ya en contacto con el agua, Lithrum salicaria. Creciendo sobre las plantas más elevadas, las trepadoras Humulus lupulus y Calistegia sepium.
Más junqueras encontraremos en el arroyo de los Migueles, de Vicálvaro-Rivas, prácticamente erradicados por las obras de encauzamiento del 2009, en las que no tuvieron mejor idea que hacer discurrir el nuevo cauce, por medio de la junquera que jalonaba el arroyo, y depositar los limos del cauce excavado en el viejo cauce, dañando el doble de hábitat del que se había destruido si solamente se hubiera ampliado y operado sobre el antiguo cauce. Otras junqueras, estas en excepcional estado de conservación son las del arroyo de la finca del Congosto, en Rivas también, y las muy amenazadas del arroyo de la cañada, en Valdemoro.
En todos los casos es una comunidad que está siendo erradicada por obras, desmontes, y el uso de estos terrenos como vertederos incontrolados, escombreras y demás desmanes fruto de la desidia de la población y de la administración hacia el hermoso territorio en que vivimos. El muy amenazado humedal de Coslada es una junquera y los pastizales adyacentes que crecen en torno a un arroyo que ya prácticamente no fluye por su encauzamiento y por la urbanización del territorio circundante, que le priva de buena parte de los aportes hídricos que este arroyo (en el que había hasta lavaderos para la colada) y las lagunas estacionales del humedal necesitan para existir. Todos los juncales, y en especial los del sureste son oasis de biodiversidad, refugios de multitud de especies de insectos y plantas que no pueden crecer en otros puntos de nuestro seco entorno y merecen ser restaurados a su estado original.
Juncal en el Arroyo de la Cañada, Valdemoro