Platon Alexandrovich Tchihactheff
[Платон Александрович Чихачёв]
Platón de Tchihatcheff nació en 1812 en Gátchina, localidad cercana a San Petersburgo. Era hijo del coronel Alexander Petróvich Tchihatcheff, un exmiembro del regimiento Preobrazhenski que se había convertido en un alto funcionario de la Corte Imperial y responsable de Gátchina, donde vivía la emperatriz viuda. Su hermano mayor, Piotr Tchihatcheff, era explorador y geógrafo. Después de la jubilación del padre en 1820, la familia se mudó a Tsarskoïe Selo , educándose en su propio hogar y después en la Universidad de San Petersburgo.
Experiencia militar
En 1828 se incorporó al servicio militar como joven oficial en el Regimiento de Lanceros de San Petersburgo. Participó en la guerra contra Turquía en 1828-1829, interviniendo en el asedio de las ciudades de Silistra y Shumen (Bulgaria). En 1829, en reconocimiento a su valentía en la batalla de Kulevicha, fue ascendido a capitán por méritos de guerra. Intervino y en la guerra de 1831 por el dominio ruso en Polonia .
Estando destinado en Bucarest con el regimiento de ulanos, conoció el libro “Viaje a los equinoccios de los países del Nuevo Mundo”, del geógrafo y viajero alemán Alexander von Humboldt. El libro de Humboldt causó una fuerte impresión en el joven oficial y Tchihatcheff comenzó a pensar en dejar el servicio militar y emprender un viaje para recorrer Estados Unidos. En 1833, a los 21 años, presentó su renuncia y se retiró del ejército, lo que hizo posible cumplir su sueño.
El servicio militar le endureció físicamente y le dotó de habilidades teóricas y prácticas que posteriormente le permitieron convertirse en un viajero competente y en uno de los primeros escaladores exitosos del mundo.
Viajes por Europa y América
En 1835 emprendió un viaje de tres años por Europa y América. Tchihatcheff recordaría más adelante: “Lo desconocido tenía para mí un encanto inexplicable, y los obstáculos solo enardecían mi curiosidad.”
A sus 24 años, inspirado por las ascensiones de Alexander von Humboldt, fue el primero en el mundo en escalar con éxito el volcán Pichincha (4776 m). Ascendió el volcán Pasco y otras montañas americanas.
Tchihatcheff Contrató un guía y tres mulas para cruzar el continente sudamericano de oeste a este, recorriendo más de 1200 km. Subiendo por senderos montañosos semidesérticos a lo largo del valle del río Maipo, pasó por la mina de plata abandonada de la Cumbre, situada a una altitud de 3965 m, cruzando por un collado la cordillera de los Andes. En las laderas orientales de la cordillera, conoció una exuberante vegetación tropical y una rica fauna. Habiendo llegado a la ciudad de Mendoza donde descansó un tiempo, avanzó hacia el este cruzando la llanura hasta el océano Atlántico. Posteriormente, el viajero describió en detalle su ruta por la Pampa y su entorno natural. En Buenos Aires, se reunió y conversó con marineros ingleses, que debían rodear América del Sur con sus fragatas para dirigirse a la India, donde el gobernador general británico Auckland se preparaba para invadir Afganistán, amenazando la frontera del Imperio Ruso en Asia. Esta noticia le puso en aviso y le motivó el futuro sobre Asia Central. Entre tanto, se dirigió a la costa de Tierra de Fuego, en el extremo sur de América.
Regreso a Europa y encuentro con Humboldt
Vuelve a Europa y a Tchihatcheff le roban en París sus cuadernos de campo con observaciones científicas del recorrido de América.
En 1838 viajó desde París a Berlín para reunirse con Alexander von Humboldt. El geógrafo alemán reaccionó con gran simpatía a los planes del joven viajero ruso de adentrarse en las regiones inexploradas de Asia Central y escribió una carta de recomendación al Ministro de Finanzas del Imperio Ruso, el conde Georg von Cancrin, donde señaló que “Platón Tchihatcheff, poseedor del coraje y de los talentos naturales más preciados, tiene el deseo de dedicar su vida a algo maravilloso, por ejemplo, un viaje a Asia Central. <...> Su deseo de conocimiento no es una apariencia vacía. Este es un excelente joven, ante cuyos ojos pueden desvanecerse grandes expectativas si no obtiene apoyo en su patria.”
El famoso geógrafo europeo Humboldt envió personalmente una recomendación similar al emperador ruso Nicolás I. Pero el zar tenía una opinión diferente: era muy hostil con los hermanos Tchihatcheff, quienes estaban imbuidos del espíritu de la libertad y la democracia europeas, y no ocultaban su simpatía por los decembristas. Además, en contra de cualquier expedición a las regiones interiores de Asia Central estaba el Ministro de Relaciones Exteriores del Imperio Ruso, Karl Nesselrode, un cortesano astuto y un diplomático extremadamente cauteloso.
En París asistió en 1838 a las conferencias de eminentes científicos, como François Arago o Jean-Baptiste Élie de Beaumont. En Berlín, asistió a las conferencias del profesor Karl Ritter, autor de una grandiosa obra enciclopédica que por primera vez recopiló toda la información disponible en aquella época sobre la geografía de la Tierra.
Campaña de Jiva
Tchihatcheff adquirió gran experiencia en la determinación de coordenadas geográficas sobre el terreno para la elaboración de mapas. En el observatorio de Pulkovo, cerca de San Petersburgo, completó su formación con los astrónomos Georg y Otto Wilhelm von Struve (El asteroide 768 Struveana fue nombrado así en honor a estos dos astrónomos y a un tervcero).
El ejército ruso lo incluyó en 1839 en la campaña de Jiva, en el actual Uzbekistán, bajo el liderazo del general Vasili Perovskii. Le expedicón partió en noviembre, pero un fuerte y frío temporal, con pérdida de numerosos soldados y oficiales, obligó a Perovski a la retirada y ordenó el regreso en la primavera de 1840.
En ese momento Tchihatcheff se ofreció como voluntario para una peligrosa expedición expedición al kanato de Jiva, cordillera de Pamir y a la India a través del Tibet. Se le encomendó la misión de explorar la zona montañosa de la cordillera del Pamir más cercana a las fronteras rusas y desde allí planeó obtener datos para la inteligencia militar en las posesiones británicas de la India, para regresar con un informe detallado. El periodo de rivalidad geopolítica entre rusos y británicos es conocido en el Reino Unido como El Gran Juego. Se temía una reacción negativa en el Imprerio Británico si se descubría la misión secreta de Tchihatcheff.
En la campaña militar contra Jiva, Tchihatcheff demostró ser un valeroso combatiente cuando su destacamento quedó aislado en el desierto durante el invierno. Tuvieron que comer carne de caballo varios días, mientras se defendían con rifles y pistolas de las partidas enemigas que los hostigaban continuamente. Tchihatcheff fue propuesto por el general Perovskii a la Cruz de San Jorge, pero el emperador Nicolás I tachó su nombre de la lista de los condecorados, escudándose una razón formal: de acuerdo con el Reglamento de premios, una orden militar no podía otorgarse a un civil. Con el permiso del emperador, Tchihatcheff finalmente recibió “algún tipo de cruz civil” por su destreza militar y el coraje demostrado en la campaña de Jiva de 1839-1840.
Una de las causas del fracaso de la campaña de Jiva fue el desconocimiento del terreno. Perovski y el propio Tchihatcheff pusieron cinco años después los cimientos de lo que se convertiría en la Sociedad Geográfica Rusa
La campaña de Jiva deterioró la salud de Tchihatcheff. Para restablecerse físicamente hizo un viaje por Argelia y Europa.
Visitó Ávila en 1887 y comenta que “Ávila se nos presenta muy pintoresca con sus muros recargados de torres, recordándonos a este respecto a la pequeña ciudad de San Gimignano, pero no al risueño valle de la Toscana, puesto que la fría meseta de Castilla respira de alguna manera el carácter triste pero solemne de la Arabia pétrea”.