Solemnidad de la Anunciación del Señor
En la Capilla del Monasterio, nuestra Hermana María Cecilia de Jesús Pobre recibió su Consagración definitiva en la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, asumiendo así el compromiso personal y eclesial de vivir radicalmente el don del Bautismo.
La Eucaristía, en la que también celebramos la fiesta patronal del Seminario Interdiocesano “la Encarnación”, junto a sus Formadores y todos los Seminaristas de las Diócesis que lo conforman, fue vivida en profunda comunión y gran alegría por todo el pueblo de Dios aquí congregado. Presidida por nuestro padre Obispo Ramón Dus y concelebrada por Presbíteros del clero local, de las Diócesis de Corrientes, Reconquista y Jujuy, y también Religiosos Salesianos y Frailes Menores de Corrientes, Santiago del Estero y Córdoba.
La Vida Consagrada se hizo especialmente presente, también junto a la Vida contemplativa del Nea, que volvió a reunirse para acompañar esta entrega. Nos visitaron Hermanas del Carmelo de San José de Reconquista, y nuestras Hermanas de Paraguay, Formosa, Corrientes y Moreno -Bs As-. También fueron parte de esta fiesta nuestras familias, los amigos de la casa, vecinos del barrio, franciscanos seglares, y muchos otros fieles de diferentes Parroquias y Movimientos de nuestra ciudad y de la Iglesia del NEA. Como así otras Comunidades religiosas, Hermanos Obispos y amigos de la Fraternidad, que nos hicieron llegar sus saludos, oración y hermosos gestos de fraterna comunión.
En un clima de silencio orante, de verdadera unción, y actualizando el sí de Dios en el nuestro, -como María la Madre del Señor-, Cecilia pronunció su “Hágase” en serena libertad, consciente de ser de Jesús y de la Iglesia, portadora y testigo de la Vida nueva de su Pascua.
Antes de la Bendición final, expresó su gratitud y compartió con sencilla inspiración a todos los presentes, su vivencia con estas elocuentes palabras: “El camino es con otros y estamos todos unidos en Él por su Pascua. Me siento feliz de caminar y ´ser una´ con otros y me siento feliz de tener la certeza de que somos un pueblo, que caminamos a veces con muchos dolores, con la pobreza, con cosas que hoy no entendemos, pero que estamos atravesados por la esperanza, y que el destino es de luz, de esperanza, es la Casa del Padre”.
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