En las últimas décadas se ha descrito a los eunucos como un símbolo fascinante para los antiguos griegos de la molicie y la debilidad oriental frente a los propios griegos, fuertes y viriles. La tragedia griega se ha solido presentar como una fuente importante en esta cuestión, aunque en realidad muy pocos de los personajes de las obras griegas que conocemos son eunucos. Este artículo examina los tres casos que se han aducido como prueba. En dos fragmentos de obras perdidas (Phoenissae de Frínico y Troilo de Sófocles) aparece, en efecto, un esclavo oriental castrado, pero ambos textos se limitan a unas pocas palabras. No hay nada que sugiera que el eunuco tuviera un papel principal en la obra en su conjunto o que sirviera como símbolo para contrastar orientales y griegos. El tercer supuesto eunuco es el esclavo frigio del Orestes de Eurípides, que en este caso es una figura bastante importante en una tragedia existente, pero el artículo muestra que éste no debe interpretarse como un eunuco. Así pues, los eunucos parecen haber sido poco importantes en la tragedia griega, y por lo tanto no se puede considerar que fueran un símbolo fascinante del oriental despreciable.