XXXIX.

En el Quinto Pimiento

Extraído del Diario soso.

Lunes 5 de abril.

Hay que poner día de la semana y todo, para darle un poco de salsa a esta prolongación de la Semana Santa que ni siquiera sé si tiene un nombre específico.

El caso y ello es que el viernes pasado (creo) fuimos Los Tres de la Fama, en el coche de Manuel, a ponerme la vacuna yo en el Quinto Pimiento (luego me acordaré de cuál es el paraje). Había una cola de más de un kilómetro, ya lo creo, que subía, daba vueltas y revueltas, se metía en el Ysabel Zimbel y allí dentro hacía varias circunvoluciones cerebrales. Como no era cosa de repudrirse por algo obligado, había que inventar algo que nos justificase: ¡era la cola del Día del Juicio Final!,

que cada cual saldrá de su capseta,
quisque con su maleta,

como dice Berceo, y parece mentira que ese latinismo crudo se haya conservado en castellano hasta hoy. Internet me da la cita cabal:

Oýrlo an los muertos | cada úno en su capseta,
Correrán al juïçio | quisque con su maleta
.

El caso es que hizo de todo: sol, lluvia, granizo, frío, otra vez sol… y ya no sé más, porque nos tocó entrar en el edificio.

Es natural que el público no se lo tomase «por mal cabo», así que los vecinos de cola estaban diciendo toda clase de necedades… pero no toda clase de, sino las necedades más agobiantes, chorradas de curso legal. Mas he aquí que a mí se me antojó eso que digo: Signos que apareçerán antes del Juiçio. Y era muy edificante la escenografía que nos mandaban los Cielos Graciosos. Cuando arreciaba el granizo, todos arrimados a la pared del Zimbel, y sin una protesta ni un lamento, ¡y eso que a muchos se les estaban ensopando los pantalones!, pero ¿qué ibas a hacer? Silencio, es lo que hicimos todos. Pero hasta eso era muy edificante, como episodio del Juicio Final. Lo único que no había era temor. Ni casi aburrimiento.