Filosofema 2.

'Moneda echada al polvo del camino'

El título salió de cuando volvíamos del colegio Manolín y yo; el camino iba por senderos de tierra ─o de barro en el mal tiempo─ que tomábamos para atajar. El caso es que Manolín y yo, por el camino, teníamos un gran afán de encontrar cosas buenas, especialmente monedas, y ese afán llevó a Manolín, que era un poco locuelo y sinsustancia, a lanzar una moneda de dos realillos, lanzarla ante nosotros para luego encontrársela y recogerla él, al grito mágico de: «¡Pártimisòlo!», que ya se ve lo que quería decir. Hubo tirada en que se arrojó por la moneda como un portero de fútbol por el balón y manifestó haberse hecho daño en sus partimisolos.

Y muchas veces he pensado que las religiones de los hombres en el mundo están hechas de lanzamientos de monedas al camino, delante de nosotros (los pueblos), para luego poder encontrárnoslas y alardear de ello.

PARA DESPUÉS de la muerte: este es el lanzamiento de moneda hacia adelante. Lo que pasa es que no hay recogida efectiva de moneda: sólo hay descripciones de cómo encontraremos ─encontrarán los fieles─ la moneda en la prolongación del camino. Visto así, es una operación tonta, como la de nuestra infancia. La parábola que tenían que contarnos sería la del caminante indiferente que, cuando siguió su camino de polvo después de esta vida, se encontró inesperadamente una magnífica moneda de dos reales de plata.