LVIII.

Noche de invierno. Membrillo

─En El País del 7 de setiembre ’21: La calle de Bellas Vistas es particular. El arranque dice así:

«El mensaje, instalado en la verja que da a la calle de Francos Rodríguez, es claro: ‘Colonia Bellas Vistas. Calle Particular. Prohibido aparcar sin autorización’. Lo acompañan las señales de la prohibición de aparcar y de tomar esa dirección. En letras más pequeñas, se aporta más información: ‘Aparcar en una propiedad privada puede ser constitutivo de delito (Art. 245 2 Código Penal). Queda usted advertido a los efectos oportunos. La Junta Directiva’. En el pilar de la izquierda se ubica un telefonillo. En el de la derecha, una placa insiste en que se trata de una propiedad privada. Otra señal de dirección prohibida aclara: ‘Excepto propietarios’.

»El proyecto de la colonia Bellas Vistas, en el distrito de Tetuán, arrancó en 1925. Hasta entonces, sus 22.000 metros cuadrados originales correspondían a una única finca. Una vez parcelada, se levantaron los 55 hotelitos que hoy existen. Las casas, de un marcado estilo regionalista, se ordenan a los lados de un bulevar central de 303 metros con tres glorietas. Hay, también, ocho callejones perpendiculares que van a dar a una segunda hilera de chalés. Una maraña de cables cruza la colonia. Quedan algunos fraileros [?] con agujeros de bala de la Guerra Civil… En el centro de la colonia se ubica el edificio común que ejerce de oficina del conserje ─en su día fue residencia del empleado─, de sala de reuniones y de archivo.

»La colonia Bellas Vistas se extiende desde la calle Francos Rodríguez ─desde donde se puede acceder en coche─ hasta la calle de Leñeros ─acceso que se habilitó durante unas obras y que es hoy únicamente para peatones─… »

Ando dándole vueltas a este servicio porque no me resigno a dejar sin comentario… y, casi, hasta sin poema, el dichoso texto, que me ha levantado una nube de recuerdos, no todos dulces y sí, muchos, agridulces, de cuando volvía del colegio y enhebraba por ahí para abreviar. A veces, por la tarde, era ya oscura la travesía, quiero decir que no había luz natural, y enhebraba yo acompañado de alguno de mi colegio, algún amigo que por ahí vivía también. Era limpio el aire, tan limpio que alimentaba, y sabía a carne de membrillo. En el Paseo de Leñeros había una única bombilla penosita en lo alto de un poste, pero no daba tristeza ninguna, porque ibas acompañado de alguno de tu clase, o de un familiar que había ido a recogerte al colegio… Era entonces cuando se comprendía, infantil y provechosamente, lo que era la tardanza (como decían en los pueblos al chico pedigüeño e importuno): «Vete a casa de tía y dile que te dé la tardanza» ¡Muy listos! Pero mi imaginación infantil y tragaldabas había construido un alimento delicado e inconsútil que sabía a aire bueno de invierno respirado por la nariz. Todavía no había oído yo nunca lo de «Huele que alimenta». Pues claro. Colonia Bellas Vistas. Entrada por el Paseo de Leñeros. Tarde de invierno de 1957. Merienda en puertas.

Setiembre de 2021.