En 1892, el Dr. Nikola Tesla tuvo la idea de fabricar una máquina para producir lluvia que crearía condiciones favorables para la vida en algunas regiones. Si bien la idea de Tesla era ionizar la atmósfera a través de descargas eléctricas, los constructores originales de las pirámides poseían una tecnología capaz de ionizar la atmósfera de una manera menos potente, pero continua y casi imperceptible. Un científico ruso, Alexander Golod, construyó 17 pirámides en la carretera estatal Moscú-Riga demostrando la regeneración de la vida con la sección dorada (o proporciòn aurea) de las pirámides: el agua del lago Seliger, sucia durante años, se ha vuelto limpia; el pozo de petróleo de Ishimbaj ha aumentado su producción; han reaparecido camarones de agua dulce en la zona; las cigüeñas están de vuelta; los prados se cubrieron de flores de las especies protegidas; el sistema inmunológico de los animales está cambiando, los procesos tumorales se curan ... etc. Una pirámide cristalina, junto con sus ríos, cuevas y túneles subterráneos, actúa como un generador de iones negativos útiles, dotado de la capacidad de ajustar automáticamente la intensidad. El hecho de que las pirámides de Egipto se encuentren actualmente en un entorno desértico, desprovisto de vegetación, me lleva a concluir que no funcionan correctamente; debe haber ocurrido alguna falla en el sistema. Quizás los túneles subterráneos se hayan derrumbado; tal vez alguien haya cerrado deliberadamente algunos, obstruyendo así el flujo de iones negativos; quizás algunas fuentes de agua subterráneas se hayan secado o una gran inundación haya provocado una desviación de los flujos. En algunas tribus indígenas las cabañas de oración y enfermería tenían forma cónica con una espiral piramidal, porque allí era más fácil concentrarse mentalmente y sanar más rápido.

Foto: Templo De Kukulcán, Chichen Itza.