8 de junio

"Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,

para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna"

Entrega...

El Espíritu nos ayuda a descubrir las muchas posibilidades que tenemos los seres humanos para desarrollarnos y entregarnos en plenitud.

  • ¿A qué y a quiénes entregas tu tiempo?

  • ¿Cuánto tiempo entregas a Dios?


Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia”

En estos días estamos viendo cómo muchas de nuestras plantas florecen. Parece increíble cómo unas minúsculas semillas pueden convertirse en plantas tan grandes y bonitas.

Muchas veces nos puede ocurrir algo similar a las semillas. Podemos sentirnos insignificantes dentro del mundo que nos rodea. Podemos pensar que nuestros actos no van a cambiar nada y podemos vernos arrastrados por el desánimo y la apatía. Sin embargo, el mundo necesita que mostremos la mejor versión de nosotros mismos. Tenemos que sentirnos llamados a ser semillas para los demás: semillas de entrega, de solidaridad, de ayuda… En definitiva, tenemos que darnos para dar vida a los demás.

Pero estas acciones tienen que ser concretas y firmes. ¡Hay tantas posibilidades de entregarse! Acompañando a quien sabemos que está solo, contribuyendo al pequeño comercio, comprometiéndonos con alguna acción solidaria, creando comunidad en un grupo que parece roto, haciendo el esfuerzo por caminar en vez de coger el coche, perdonando un alquiler o ayudando a pagarlo al que no puede... Cada uno de nosotros podría escribir una lista inmensa. Lo importante es descubrir qué semilla necesita nuestra realidad y plantarla.


Salmo para dar vida

Señor, dame la valentía de arriesgar la vida por ti,

el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.

Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar al paso de los hombres.

Entrega, Señor, entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día.

Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos,

de dejar la vida en el servicio a los débiles.

Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino,

ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres

para llevarles el tesoro de tu amor que salva.

Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu

para ser conducidos a dar la vida desde la cruz,

desde la vida que brota cuando el grano muere en el surco