Como en la mayoría de aspectos que tratamos en esta web, no podemos responder a esta pregunta basándonos en la opinión de expertos o estudiosos de estos temas. Desgraciadamente no hemos sido capaces de encontrar mucho material sobre la musicalidad aplicada al baile. Entre el poco material que hemos encontrado destacamos, por si lo quieres ver, Musicality Lecture, o algunos vídeos sobre musicalidad en el hip hop, lo que llaman freestyle (Rockbeats, Swan Phan y, muy especialmente, este de Joey Beni L. Tee con una capacidad de expresión corporal e interpretación musical difícilmente igualable).
A menudo se habla de micromusicalidad (el bailarín expresa las notas que suenan con sus movimientos y expresiones) y de macromusicalidad (el bailarín expresa las frases, la energía, los sentimientos que genera la música). Este puede ser un buen punto de partida ya que se sustenta en el hecho evidente de que la música también contiene varios niveles expresivos interrelacionados. Así, podemos hablar de aspectos muy concretos (como los acentos que marca la melodía) y de aspectos más generales (como la energía que desprende o el cambio emocional que nos provoca la pieza). En función de cuál sea el nivel que percibe o en que se fija cada bailarín su musicalidad será de una manera o de otra. De hecho, no creemos que realmente existan diferentes tipos de musicalidad. Pensamos que la musicalidad es una sola cosa y que, en todo caso, existen diferentes niveles de musicalidad, cada uno de ellos basados en diferentes niveles expresivos de la música.
Bajo nuesto punto de vista se podrían clasificar los niveles de musicalidad en:
Vamos a analizarlos, uno por uno.
Hay música que nos hace saltar, otra nos hace reír, incluso la hay que nos invita a no salir a la pista de baile. La mayoría de bailarines, con diferentes grados de sutileza, percibimos este nivel expresivo de la música y la expresamos en nuestro baile.
Cada uno lo percibe y lo expresa a su manera. Unos, cuando sienten que la música suena muy fuerte, hacen movimientos muy grandes mientras que otros hacen saltos; cuando suena un solo instrumento unos dan pasos pequeños, otros hacen mover a la pareja mientras ellos se quedan quietos. La música nos puede invitar a dar vueltas, a bailar cerrados, a hacer jazz steps. La música tiene un color, nos transmite una energía y ésta es diferente en cada pieza, es diferente en diferentes momentos de una misma pieza. Este color o energía de la música nos hace reaccionar de forma diferente en cada momento.
Veamos un ejemplo. Fíjate como Todd Yanacone y Kelly Arsenault, en esta pieza, tienden a guiar su forma de bailar a partir de este nivel más general de la música:
Tal como analizamos en otros lugares de esta web, la música que bailamos está estructurada a partir de unos patrones identificables (la pulsación, el 1, los ochos, las frases, los chorus ...). Además, un buen número de piezas juegan con una estructura de pregunta-respuesta o de diálogo entre los instrumentos, claramente estructurado a lo largo de la canción.
Hay bailarines, tal como lo hacen Peter Strom y Laura Glaeser en el siguiente vídeo, que expresan alguna parte de la estructura en su baile.
La pieza que bailan Peter y Laura tiene una estructura de frases de 4 ochos (puedes encontrar información sobre esta estructura en la página sobre cómo se organizan las frases de una canción). En este tipo de estructura el cuarto ocho suele liberar la tensión musical que se ha generado en los ochos precedentes y eso hace que este sea claramente diferente a los demás, muy conclusivo. Fíjate como ellos dos siguen esta estructura con su baile y también concluyen cada frase con su forma de bailar.
Haz una prueba: mira el video pero con el volumen a cero. Su forma de bailar expresa tan claramente la estructura de la música que puedes seguir identificando en qué momento de la frase están sin sentirla.
En este otro vídeo puedes ver como, con pasos muy sencillos, se destaca el final de cada frase (el vídeo tiene subtítulos en castellano):
La música que bailamos está formada por un conjunto de sonidos que emiten los diferentes instrumentos. El encadenamiento y la relación de estos sonidos entre ellos termina formando melodías y ritmos. A muchos bailarines les gusta intentar expresar estas notas y/o estos ritmos en su baile. En su forma de bailar podremos reconocer, por lo tanto, la melodía de uno de los instrumentos, los acentos o cambios repentinos que hace la música o el ritmo.
Si los bailarines conocen la música será más fácil reproducirla. Aún así, hay leaders y followers que son capaces de prever lo que pasará, aunque no conozcan la canción (puedes encontrar más información sobre esto en el apartado de patrones predecibles), o reaccionar a la música en el momento que suena.
Atendiendo que es la más fácil de reconocer externamente, suele ser también la más valorada por el público y, posiblemente, por los jurados de las competiciones.
En el siguiente vídeo vemos como Nick Williams y, en menor grado, Laura Glaeser, expresan en el baile, muy fielmente, lo que suena. En algunos momentos casi que calcan la música; todo lo que hay en la música se manifiesta en su baile. Lo hacen tant fielmente que podríamos bajar el volumen de la música y seguir sintiendo la música a través de su baile.
Una de las características más destacadas de la música swing es el uso de preguntas y respuestas. Y este es también un recurso muy interesante para la musicalidad basada en la reproducción de música.
Puedes encontrar ejemplos y estrategias para trabajar la musicalidad basada en los acentos en esta misma web.
La música de jazz se caracteriza, entre otras cosas, por la libertad que tienen los diferentes músicos para improvisar, para crear. Esta improvisación no se hace de forma aleatoria, se ajusta a la armonía y a lo que están tocando los demás músicos. Se ajusta al color y a la energía de lo que tocan los demás. Se crean diálogos entre ellos. Lo que hace un instrumento hace reaccionar a los demás. Y, si esto lo hace un instrumento, ¿por qué no lo puede hacer el bailarín?
Se trata no de reproducir la música que suena, de copiarla con el baile (ya sea a nivel del color, la estructura o la melodía), sino de complementarla, mejorarla, añadir cosas que encajen pero que no están explícitamente expresadas. Es muy ilustrativa la forma com lo descrive Donca, de Vitòria: "bailar algo que ningún instrumento está tocando, pero podía estar haciéndolo".
Este tipo de musicalidad es más difícil de llevar a cabo y, a su vez, de valorar. Aún así es, evidentemente, la más creativa.
En el siguiente vídeo puedes ver en Thomas Blacharz y Kelly Arsenault bailando como si fueran unos músicos más de la banda.
La mayoría de bailarines utilizamos un poco de cada uno de los niveles de musicalidad anteriores. En algunas piezas más uno que el otro. Algunos bailarines tienden a utilizar más un nivel que otro. Pero, por norma general, suele haber una mezcla de todo ello. De hecho, si vuelves a mirar cualquiera de los videos anteriores, aunque los hemos elegido como ejemplos de cada uno de los niveles, podrás encontrar también elementos propios de los demás.
Es más, los dos miembros de la pareja de baile pueden fijarse en diferentes elementos de la música. De hecho, si antes hemos dicho que ningún bailarín es igual, que ninguno percibe la música de la misma forma y que a cada uno la música le provoca unas emociones y reacciones diferentes, lo lógico es que lo que expresa cada miembro de la pareja también sea diferente, a pesar de que ambos intenten armonizar entre ellos (de la misma forma que se intenta armonizar con la música). Mira este ejemplo donde cada uno se expresa a su manera, con un estilo bien diferenciado, pero, además, percibiendo la música de forma diferente y, en consecuencia, expresándolo con una forma de bailar diferente. Puedes adivinar en qué se fija cada uno de la pareja durante el siguiente baile?
Mira también, si quieres, el siguiente vídeo. Verás como, aparte de reproducir muy fielmente la música, también se ve musicalidad basada en la estructura (sobre todo haciendo un cuarto ocho muy expresivo y diferenciado), se convierten en solistas con una gracia sorprendente y juegan, a menudo, con el concepto pregunta-respuesta entre bailarines.
En esta página hemos reflexionado en torno a cuáles son los elementos en los que los bailarines nos fijamos para expresar la música en nuestro baile. Nos gustará que nos digas tu opinión sobre los niveles de la musicalidad, sobre vídeos que te parezcan especialmente demostrativos de los aspectos que hemos comentado aquí o que ilustren aspectos que no hemos tenido en cuenta.
Tal como comentábamos antes, la musicalidad implica la percepción de la música, como primer paso, y el cambio en la forma de bailar para expresar lo que nos dice la música en el baile, como segundo. Para ser más musicales no basta con entender como lo hacen los que ya son musicales. Así, si te interesa profundizar en los aspectos que hemos tratado en esta página o ver nuestras propuestas y reflexiones sobre el resto de aspectos vinculados con la musicalidad, quizá querrás visitar estas páginas de nuestra web: