La música swing es un estilo de jazz que se originó a finales de los años 20, en los Estados Unidos.
El swing aportó diversas novedades, como la poliritmia (ejecución de distintos ritmos a la vez) y una mayor libertad interpretativa de los instrumentos. Los músicos se expresaban de una forma tremendamente melódica y libre. Expresaban aquello que les salía de dentro y, con ello, contagiaban a sus compañeros y a los bailarines. Eso, necesariamente, tuvo que verse acompañado de una mayor rigidez en la estructura de las piezas. Eran necesarias normas musicales claramente definidas que permitieran a los músicos saber como, donde y hasta cuando podían improvisar. Justamente, esta mayor estructuración es un elemento que a los bailarines nos facilita el seguimiento de la música y nos permite interpretarla y bailarla con mayor sintonía.
Esta forma de tocar generaba en los que la escuchaban una tensión rítmica y melódica que les llevaba, inevitablemente, a mover los pies y a balancear la cabeza hacia delante. La música de swing tenía alguna cosa que invitaba al baile. Esta calidad es tan potente que otros tipos de música han incorporado características del swing para dar a sus composiciones esta energía tan especial. A esto le llamamos tener swing.
El swing, pues, no es sólo un tipo de música sino, sobretodo, una forma de tocarla que lleva a aquellos que la escuchan a bailar o, como mínimo, a mover su cuerpo de forma enérgica y rítmica. Es una calidad musical, una sensación rítmica. Mira, si lo deseas, el video a partir del minuto 6.20; explica muy bien que quiere decir esto de tener swing:
Y, ¿cuales son los elementos esenciales que dan swing a una pieza musical?
La verdad es que no resulta nada fácil concretarlo. Incluso existen tesis doctorales que lo intentan. A menudo ni los musicólogos se ponen de acuerdo. Si, como es nuestro caso, además nos faltan conocimientos musicales, se hace todavía más difícil entenderlo e intentar explicarlo. De todas formas, intentaremos ser lo más ilustrativos posible. Esperamos que los expertos en esta materia nos perdonen si decimos alguna tontería (en tal caso les agradeceremos que nos lo hagan saber a través del correo o en nuestro grupo de Facebook).
No entraremos ahora a analizar si lo que entendemos por swing los bailarines es lo mismo que entienden los músicos. En todo caso, la reflexión que hacemos a continuación está hecha desde la perspectiva del bailarín.
Así, a pesar de que ninguno de ellos es imprescindible, nosotros creemos que lo que hace que la música tenga swing y nos invite a bailarla es, esencialmente, lo siguiente:
Quizás el elemento más característicos del swing es el cambio rítmico que se da a las notas. Se trata de alargar la duración de la primera de dos notas iguales y acortar la de la segunda.
Un ejemplo nos lo puede poner más claro. En un ritmo básico cada golpe de la percusión coincide con una pulsación (que en el vídeo hemos marcado con un "clic" del metrónomo):
Cuando se alarga la duración de la primera nota y se acorta la de la segunda se obtiene esto:
Este cambio rítmico se llama punteado porque, al escribir este ritmo musicalmente, el alargamiento de la duración de la nota se hace poniendo un punto al lado. El punto indica que aumentamos la duración de la nota una mitad más de lo que tiene la nota precedente. Alargar una nota dentro de un compás conlleva reajustes en las demás. En este caso la nota siguiente debe acortarse a la mitad de su duración.
A continuación puedes ver cómo se expresa en notas estos dos ritmos. La primera línea nos muestra un ritmo regular, en cada pulsación del cual hay una negra, mientras que en el segundo se expresa este cambio rítmico propio del swing, el punteado.
Este cambio rítmico, en el swing, no sólo lo hace la batería sino que lo incorporan todos los instrumentos. Michael Furstner, un músico australiano que ha creado varios recursos pedagógicos para músicos de jazz, nos ofrece en su web material muy demostrativo de estos cambios rítmicos en la melodia. Las canciones del siguiente vídeo las hemos extraido de su página.
En la primera versión del siguiente vídeo (señalada como straight) las notas de la melodia caen sobre la pulsación. En la segunda versión (señalada como dotted) hay notas punteadas que no suenen sobre la pulsación:
Observa que estamos hablando de un cambio bastante insignificante, desde el punto de vista teórico. Siguen habiendo cinco notas repetidas una y otra vez, pero el efecto de este cambio es realmente importante en la sensación rítmica.
Pero la canción todavía no tiene swing. Hay otros elementos importantes que contribuyen a hacer que la canción tenga swing. Vamos a verlos.
Conjuntamente con la síncopa (que ahora no entraremos a analizar pero de la que puedes encontrar una interesante explicación en el programa How Music Works del Channel 4), el contratiempo es una estrategia de composición destinada a romper la regularidad del ritmo mediante la acentuación de la pulsación débil.
En los compases de cuatro pulsaciones (los que utiliza la música swing) la primera y, en menor grado, la tercera pulsación son más fuertes.
En la estructura básica del swing, que como sabéis está compuesta por ocho pulsaciones (dos compases de cuatro pulsaciones), el esquema de la acentuación de las pulsaciones suele ser:
Cuando decimos que una pulsación es fuerte queremos decir que hay elementos de la interpretación de la música que hacen que percibimos ese latido de la música como más fuerte que los demás.
Cuando se quiere que la música invite más al movimiento y al baile, se introduce el recurso del contratiempo, acentuando las pulsaciones débiles (la segunda y la cuarta) en vez de las fuertes (la primera y la tercera).
El contratiempo es un elemento muy potente para invitar al baile. Escucha este ejemplo:
Este video te muestra dónde están los acentos para ayudarte a entender cómo se genera el contratiempo en esta canción, por si te hace falta.
Es música pop, pero incita a ser bailada, gracias al contratiempo (acentuación de la pulsación débil). Si te fijas bien, también podrás escuchar como el bajo puntea las notas (el cambio rítmico que hemos explicado hace un momento), añadiendo el efecto swing.
Hay que aclarar que el contratiempo no es un elemento ni esencial ni suficiente para dar swing en una pieza y, por lo tanto, la música pop, por mucho que acentúe el contratiempo, no es la música adecuada para bailar lindy hop.
En un gran número de piezas del jazz clásico se acentúa el contratiempo de forma muy marcada y constante. Observa cómo, en este caso, es la batería quien hace latir más fuerte la pulsación débil.
El siguiente video te muestra dónde está la acentuación de la pulsación para ayudarte a entenderlo, si te hace falta. En este caso ya no marcamos las cuatro pulsaciones de cada compás sino que utilizamos las ocho pulsaciones que usamos cuando bailamos.
En algunos momentos de ciertas piezas el protagonismo del contratiempo es tan importante que, incluso, puede llegar a dificultar la percepción de la estructura de la música que suena. Escuchalo ahora en el siguiente vídeo.
Si quieres profundizar más en el contratiempo puedes visitar la página La importancia del contratiempo.
La forma como se toca la música es, de todas formas, lo que mayormente determina que una música tenga swing o no. Pero este aspecto es, a su vez, el más difícil de describir y transmitir. Quizás por ello no siempre es fácil que una banda tenga swing.
Ricard Gili, trompetista de La Locomotora Negra, estudioso y gran divulgador del jazz, explica que el ritmo del swing, a pesar de ser regular, no puede ser mecánico ni anquilisado. Debe ser vital y flexible, potente pero ágil, dinámico pero relajado. Y estas caracteristicas las sustenta la batería pero las contagia tanto a los demás instrumentos rítmicos (contrabajo, guitarra y piano) como a los melódicos.
Escucha, si quieres, como lo explica él mismo. Los ejemplos que utiliza seguramente te ayudarán a entenderlo mejor (puedes ver los subtítulos en castellano):
Es complicado mostrar estos aspectos de forma práctica. Quizás lo más perceptible puede ser el grado de flexibilidad con la que un solista o cantante ejecuta la melodía, columpiándose (de aquí viene el término swing). Lo podemos ver comprobando de qué forma se adelanta o retrasa (a veces incluso tres pulsaciones) al inicio de una frase. Esta flexibilidad puede generar confusión a la hora de reconocer el 1 o entender la estructura de una canción si el bailarín se fija en la melodía en vez de la sección rítmica.
Veamos dos versiones de la misma canción. La primera presenta una rigidez en la entrada de las frases. La voz se ajusta de forma bastante estricta al 1.
Por lo contrario, esta otra versión es muy flexible en las entradas, y en el resto de notas en general. En ocasiones la melodía entra en el 2 o, incluso, un poco más tarde.
Algunos estudios muestran que cada músico, cuando toca con swing, a pesar de ajustarse a la pulsación, lo hace de manera relajada, flexible adelantándose o retrasándose, de forma aleatoria, entre 20 y 40 milisegundos en cada nota. Ya que el desajuste es muy pequeño no tenemos la sensación de desincronización con la pulsación. En cambio, sí que nos genera sensación de flexibilidad, agilidad y relajación.
Si lo deseas, puedes mirar este video donde hemos intentado mostrar, mediante un ejemplo, cómo todos estos elementos contribuyen a que una canción tenga swing y sea más bailable.
Con toda seguridad hay otros elementos que hacen que una música tenga swing y nos estimule a bailarla. Nos gustará que nos des tu opinión y nos transmitas tus conocimientos sobre este tema.
NOTA: Bajo nuestro punto de vista, que una canción tenga swing es imprescindible para ser adecuada para bailar swing (lindy hop, balboa, shag...). Pero no es una condición suficiente. Es necesario, además, que la música tenga los elementos propios del estilo swing. Son elementos que facilitaron la creación del baile a finales de los años 20 y que, por lo tanto, son esenciales para permitir a los bailarines bailar con plenitud. La música debe tener los elementos que encajarán con la dinámica del baile, con los pasos y, sobre todo, con el lenguaje musical que el bailarín reconoce, entiende y ha aprendido a predecir y expresar. Aparte de las características interpretativas de cada instrumento, podríamos destacar, como ejemplos, las formas o estructuras musicales, el juego de pregunta y respuesta, los riffs, los patrones de acentos o el lenguaje propio de los breaks. Las características interpretativas, este lenguaje y elementos son una fuente importante para facilitar e inspirar el baile, la musicalidad y la improvisación. Si no están, el bailador debe hacer el esfuerzo constante de decidir qué paso o movimiento hará. Si todo esto se lo aporta la propia música, el bailador queda liberado y puede disfrutar del baile en su máximo potencial.
Por eso pensamos que es muy importante que los músicos que tocan para bailarines de swing sean conocedores de estas características y las incorporen en su interpretación, además de tener swing, claro. Así también, es necesario que el DJ que pincha música en una jam seleccione canciones que tengan estos elementos. Debe saber que si pincha, por ejemplo, R & B, es posible que la música tenga un ritmo muy bailable, aporte una energía estimulante e, incluso, tenga swing. Pero no tendrá ninguno de los elementos propios del estilo swing y dificultarà ciertos aspectos importantes del baile. Nosotros pensamos que se puede pinchar alguna de estas canciones de vez en cuando, para contrastar y facilitar la diversión de los bailarines. Pero, atendiendo que no favorecerán bailar swing deben representar una pequeña proporción (los más puristas dirían que no debería haber ninguna) dentro de un baile. Si lo deseas, puedes encontrar más información sobre los DJs de swing en el blog DJ this Swing.
En este video puedes ver lo que podríamos considerar una buena canción y arreglo para bailadores de swing. Creemos que esta es una buena pieza porque (1) tiene swing pero también (2) contiene los elementos característicos y el lenguaje del estilo de swing. Hemos agregado descripciones detalladas durante el video.