La música nos genera emociones y nos lleva a bailar. La musicalidad la entendemos como la capacidad de expresar en el baile lo que dice y nos hace sentir la música, a partir del filtro de nuestro estado de ánimo y nuestra personalidad. De hecho, si te has entretenido a observar tus compañeros de baile te habrás dado cuenta de que su forma de bailar expresa muy bien su manera de ser. Incluso hay estudios que lo constatan. Dicho de otro modo: podemos conocer cómo es una persona a través de cómo se expresa al bailar!
A partir de esta premisa debemos asumir que, atendiendo a que ningún bailarín es igual a otro, cada uno tiene una forma de expresarse (una musicalidad) diferente. Asimismo, tener mucha riqueza de pasos o ser muy cuidadoso técnicamente no tiene nada que ver con la musicalidad. Tener muchos pasos en el repertorio puede ser útil para poder expresar lo que la música te dice al bailar pero no es necesario, ni mucho menos imprescindible. Uno puede saber muchas palabras y pronunciarlas muy bien, pero eso no significa obligatoriamente que sea capaz de hacer un poema que transmita sentiments.
Expresar lo que nos dice la música en el baile puede ser tan sencillo (o complejo, depende de cómo lo miremos) como hacer un swing out pequeño y suave cuando la música expresa tranquilidad, subir y bajar el brazo al ritmo que marca un instrumento, hacer un salto cuando la música transmite mucha energía, encadenar los pasos de forma que se adecuen más con la música, retrasar unas entradas, alargar o acentuar unas partes del paso o generar matices que lo hagan más armónico con la música que suena. Incluso hay bailarines que son capaces de crear nuevos pasos, nuevos movimientos, nuevas interacciones mientras bailan, a partir de lo que sienten (y no sólo en sentido auditivo, sino a partir de cualquier tipo de percepción interior o externa). Ciertamente, ser creativos es una forma más de ser musicale. Los bailarines creativos posiblemente pueden ser más musicales. Aún así, la creatividad, a nuestro entender, no tiene que estar necesariamente vinculada a la musicalidad. Puedo crear movimientos nuevos, pasos nuevos, gestos nuevos pero si estos no están inspirados por la música que escucho, por las emociones que me genera la música que suena, entonces no tiene nada que ver con la musicalidad (puedes leer ideas interesantes sobre musicalidad y creatividad en la web Musicality Is Overrated).
Ser musical al bailar es realmente un proceso complejo que requiere, a la vez, ser receptivo (sensible a la música que suena) y expresivo (capaz de transformar la información y las emociones que te ha transmitido la música en movimientos).
Fíjate en el ejemplo que hemos confeccionado a partir de un vídeo sobre musicalidad en el hip hop, sacado de la web Pickupdance. Lo hemos escogido ya que el paso que hace el instructor es muy sencillo, siempre el mismo, y nos permite ver con facilidad el efecto de la musicalidad.
La musicalidad, conceptualmente, es un proceso complejo ya que incluye escuchar, sentir y expresar la música. Por eso algunas de las habilidades que pensamos pueden ayudar a ser musical son:
Tal como ya hemos dicho en otros apartados de este web, hay bailarines que siempre han sido musicales; tienen estas habilidades de forma innata. Otros las han ido adquiriendo con el tiempo, a base de escuchar mucha música y de fijarse en como otros bailarines resuelven planteamientos musicales concretos. También hay bailarines que, aunque lo han intentado trabajar y mejorar, les cuesta conseguir progresar en este campo.
Sea cual sea la facilidad que tiene cada uno, las evidencias nos demuestran que se puede ser más musical. Todos tenemos dentro los recursos necesarios para ser musicales. La práctica, sobre todo si es consciente, nos hace mejorar, nos hace emerger los recursos. En este proceso de aprendizaje podemos tomar ideas de cómo otras personas expresan cosas concretas, pero lo que funciona mejor es dejar que nuestro cuerpo exprese lo que sentimos como lo sentimos, no tal como lo hacen los demás. Cada cuerpo, cada capacidad coordinativa, cada forma de exteriorizar las sensaciones es diferente. Por lo tanto, no tiene ningún sentido -pensamos- intentar imitar lo que hace otro , si de lo que estamos hablando es de expresar lo que tú sientes cuando tú escuchas esa música, si de lo que hablamos es de musicalidad.
Sin duda la base de la musicalidad es escuchar mucha música y, al bailar, dejarse emborrachar y seducir por la música y por la conexión con la pareja. Incluso hay quien dice que si la musicalidad te sale de la cabeza (normas y estrategias para entender la música) en vez del corazón (sensaciones generadas por la música que te llevan a hacer movimientos o expresiones, a reaccionar) tu musicalidad será muy limitada. Aunque estamos de acuerdo con esta afirmación, pensamos que poner un poco de racionalidad en este proceso -como medio, no como fin- puede ser una buena ayuda. No se trata, por lo tanto, de enseñar a ser musicales, sino de mostrar qué herramientas se pueden utilizar para serlo. Una vez conocidas las herramientas, una vez familiarizados con su funcionamiento, uno tendrá más oportunidades de progresar en este terreno.
Mientras tu cerebro está ocupado en pensar se hace más difícil sentir o expresar la música. Por ello, debes aprender a sentir dónde está el 1, no contar dónde está; debes aprender a notar que pasará, no entender qué pasará. Pero para llegar a un proceso natural, espontáneo, casi inconsciente de comprensión de la música a algunos bailarines les hace falta (o los puede ser útil) un proceso de racionalización e interiorización que, acompañado de la práctica correspondiente, les puede ayudar a llegar a ser más musicales.
Ciertamente , la musicalidad no es un objetivo inexcusable en el baile y, para algunos bailarines, la musicalidad ni tan siquiera es un aspecto relevante en su baile. En el otro extremo están los bailarines que la consideran el elemento esencial para poder comunicarse con la pareja y disfrutar del baile. Algunos quizás, incluso, se lo toman demasiado a pecho (y esta web podría ser una muestra de ello).
Hay gente que afirma que la musicalidad en el baile no se puede enseñar, que es un terreno al que uno debe llegar por su propio pie. Quizás es por eso que la musicalidad no suele ser una materia demasiado presente en la formación regular de los bailarines.
Aunque esto fuera verdad (que realmente el camino sólo lo pueda caminar uno mismo), nos gustaría pensar que las reflexiones y las herramientas de esta web pueden ayudarte a hacer que el camino te sea más sencillo, que te lleven a encontrar y hacer emerger los recursos que tienes dentro y que te permitirán ser musical.
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