Lamprea

Lamprea marina (Petromyzon marinus)

    • Especie: Petromyzon marinus

    • Nombre común: Lamprea marina

    • Familia: Petromyzonidae

    • Orden: Petromyzoniformes

    • Catálogo Regional de Especies Amenazadas: Especie vulnerable

    • Directorio Hábitat: Especies de Interés Comunitario para cuya conservación es necesario designar Zonas Especiales de Conservación.

    • Convenio de Berna: Fauna protegida susceptible de una explotación sostenible.

Descripción

Las lampreas son peces evolutivamente muy primitivos. Forman parte de la clase de los agnatos, peces caracterizados por carecer de mandíbulas y escamas y disponer de un esqueleto cartilaginoso, sin partes óseas.

La lamprea marina, la única presente en Asturias, es la de mayor tamaño, llegando a alcanzar del orden de setenta centímetros de longitud frente a los poco más de treinta de la lamprea de río.

Biología

Se trata de un pez anádromo, que vive en el mar y se reproduce en el río. Tiene por tanto dos fases bien diferenciadas en su ciclo vital. Tras una fase larvaria continental y un periodo de metamorfosis, en el otoño migra al mar para completar su crecimiento. Permanece en el océano durante no más de tres años, hasta alcanzar la madurez sexual, y retorna al río a reproducirse por una sola vez, pues la muerte, en el río o de vuelta al mar, es rápida tras la reproducción.

En España sólo se tiene noticia de la presencia de tres peces de esas características: la lamprea marina (Petromyzon marinus), la lamprea de río (Lampetra fluviatilis) y la lampreilla (Lampetra planeri). Las dos primeras se conservan en precario estado en los ríos peninsulares. La tercera fue citada en el Miño durante el pasado siglo, pero se duda de su posible presencia.Como ya se señaló, las lampreas carecen de mandíbulas. Su boca se limita a un orificio sostenido por un cartílago anular, cuya superficie interna aparece cubierta por dientes córneos. El cuerpo es alargado, similar al de una anguila, con dos aletas dorsales situadas en el tercio posterior y una pequeña aleta caudal. A diferencia de la mayor parte de los peces carece de opérculos branquiales y las aberturas se limitan a sietes pares de hendiduras dispuestas en filas a ambos lados de la cabeza.

Las larvas de lamprea, de entre 10 y 20 cm, tienen algunos de los rasgos morfológicos de los adultos, por ejemplo los siete pares de orificios branquiales y las aletas dorsales y la caudal. Sin embargo, carecen de ojos y del disco bucal característico del adulto, alimentándose de algas unicelulares y materia orgánica mediante filtración. Generalmente habitan zonas de aguas quietas o de muy baja velocidad, con fondos de materiales finos, arenosos y limosos.

Tras el periodo larvario, de unos seis años de duración, sufren una rápida metamorfosis que tiene lugar en fondos de materiales gruesos, gravas y cantos, y que parece depender de la temperatura del agua. La metamorfosis se inicia en torno al mes de julio y dura tres o cuatro meses, iniciándose entonces el regreso al mar en una migración nocturna que alcanza su máxima intensidad en los meses de septiembre a diciembre. En el mar, la lamprea parasita a grandes peces e incluso mamíferos marinos, a los que se fija con la boca, taladrando la piel para succionar su sangre. Las fases marinas de la especie no se conocen suficientemente, pero se sabe que la espacie acompaña en sus desplazamientos a los peces migradores a los que parásita. Tampoco se conoce suficientemente el factor desencadenante de su regreso a los cauces fluviales, pero de vuelta a éstos, la freza se realiza en fondos arenosos, contribuyendo ambos progenitores con su disco oral, a la excavación de los nidos en que depositarán sus huevos.

Sin embargo, la vuelta al río de adultos, con un aparato digestivo y bucal adaptado a las condiciones marinas, supone una importante pérdida de peso, que se traduce en la muerte a poco tiempo de realizarse la freza.

Distribución y estatus

La lamprea marina se distribuye por la zona noratlántica a ambos lados del océano. En Europa, sin embargo, el área de distribución ha sufrido una importante regresión, debido fundamentalmente al aumento de las barreras artificiales y a la contaminación de los cauces fluviales.

En la Península Ibérica parece conservarse en los cauces del Ebro, del Guadalquivir, del Guadiana, de la fachada atlántica portuguesa y de la costa cantábrica de Galicia y Asturias. En general manifiesta preferencia por ríos de gran caudal, penetrando sólo a los tramos bajo y medio, de aguas no demasiado rápidas.

En Asturias se localiza únicamente en los cauces de: el Eo, hasta la presa de Pe de Viña; el Navia, muy escasamente; el Narcea, hasta la presa de Calabazos; el Sella, hasta la presa de Caño; y el Cares, hasta la presa de Niserias. Ocasionalmente puede aparecer en el río Bedón y es extraña su ausencia en un cauce de cierta magnitud y bien conservado como el de el Esva.

No obstante, se considera que su estado es aceptable exclusivamente en los ríos de la costa oriental: Sella y Deva, probablemente debido a la menor incidencia de los embalses y la mayor calidad de las aguas.