Vera se sobresaltó, como si se hubiera electrocutado, y miró a Cayena.
¿Había sido Cayena alguna vez tan amistosa con uno de sus sirvientes?
─ Tus manos están agrietadas.
Dijo Cayena, agarrando la mano de Vera y mirando a su alrededor.
Viendo los dedos rectos y delgados de Cayena, Vera quiso esconder sus manos detrás de ella, avergonzada.
─ Debes haber sufrido mucho.
─ ...En absoluto, Su Alteza.
─ ¿Alguna vez ha escuchado el término, 'La vida pasa ante sus ojos'?
Cayena jalo a Vera para que se sentara en la cama.
─ En el momento en que bebí el veneno, realmente pensé que moriría. En ese momento, pensé en la gente que me apoyaba. Entonces, me acordé de ti, que habías trabajado tan duro por mí todo este tiempo.
Vera estaba interiormente encantada con las palabras de Cayena.
Hasta ahora, había sido la fiel sirvienta de Rezef, creyendo que él la reconocería algún día. Ella creía que cuando Rezef se convirtiera en emperador, él reconocería y apreciaría su verdadero valor.
Sin embargo, su deseo no se había cumplido hasta ahora, y sólo continuaría retrasándose.
Cayena fue como una persona que salió directamente del corazón de Vera y le dijo las palabras que tan desesperadamente quería escuchar.
─ Espero no llegar tarde a decir esto, pero gracias, Vera.
Los ojos de Vera se pusieron rojos rápidamente.
─ Qué absurdo...
Pensó en todos los problemas por los que había pasado. Cayena abrazó suavemente a Vera y le dio una palmadita en el hombro, como si la entendiera. Vera no pudo contener más sus lágrimas.
─ No llores. Todavía nos queda mucho tiempo juntos. Me gustaría que nos lleváramos bien.
Vera se obligó a tragarse sus llantos y tuvo hipo.
Cayena no la apartó, sino que continuó sosteniéndola y apoyándola. Luego, se dirigió a las otras damas de la sala, que también tenían los ojos rojos de tanto llorar, y pidió una toalla mojada.
─ Gracias a todas. Sólo gracias a sus esfuerzos sigo viva.
─ ¡No, Su Alteza!
Todas las damas de la habitación cayeron al suelo, haciendo una reverencia.
Vera se avergonzó de no poder detener sus lágrimas. Cayena notó su malestar y suspiró mientras sonreía.
Preguntó a las otras damas de honor.
─ Hmm. ¿Hay alguien aquí que sepa cómo calmar a Vera?
Todos se rieron a carcajadas de su comentario. El ambiente en la habitación se volvió rápidamente cálido y suave.
─ Todas ustedes tiene un corazón tan tierno.
Dijo Cayena.
Sonrieron torpemente y tímidamente a sus palabras. Era agradable ser alabado tan calurosamente por su superior. Se dieron cuenta, entonces, de que Cayena tenía un punto débil y que podía ser amable.
Era justo lo que Cayena pretendía.
─ Ahora, apuesto a que te sientes un poco avergonzada de mirarme, así que puedes ir a tomarte un descanso, Vera. Pero antes de eso, necesito ropa nueva. Las viejas parecen haberse convertido en pañuelos.
Todos se rieron de su broma cuando la cara de Vera se puso roja.
─ ¡Su, Su Alteza!
Cayena se rió y consoló a Vera, cuando de repente, se acurrucó y empezó a toser fuerte.
Las damas de honor recordaron que Cayena todavía era una paciente. Asustadas, comenzaron a gritar.
─ ¡Su Alteza!
─ ¡Llama a un médico, rápido!
Una vez más, empezaron a considerar a Cayena como una paciente que necesitaba ser atendida. Sus sentimientos eran tan superficiales.
Cayena siguió pacientemente sus instrucciones.
─ Nunca debes permitir que te estreses demasiado.
Dijo el médico que había entrado en su habitación.
En ese breve momento, la energía de Cayena se había agotado hasta un punto sorprendente.
─ Estarás bien con un poco de descanso.
Dijo el doctor, como si Cayena no estuviera en una condición seria, pero no se veía mucho mejor que antes.
Las expresiones de las damas también se oscurecieron. Si había un problema con la princesa, no había forma de evitar que fueran reprendidas.
─ Princesa, el Príncipe Rezef pide verla. ¿Deberíamos dejarle entrar?
─ Por fin ha llegado.
Es el momento en que Rezef pidió verla.
─ Está bien.
Cayena se levantó de donde estaba acostada. Cualquiera podía ver que era demasiado para ella. Ella no podía, y no debería, levantarse.
Pero tenía que hacerlo, porque estaba a punto de enfrentarse al verdadero culpable de su incidente de envenenamiento: su hermano menor.
─ No tenía la intención de matarme, pero tenía la intención de incriminar a alguien con el crimen.
Ella realmente estaba siendo usada por Rezef. El apodo de Marioneta le venía bien.
La puerta se abrió y entró un joven apuesto con ojos azules y pelo rubio.
─ Anunciando a Su Majestad, el Príncipe Rezef.
Las damas de honor inclinaron sus cabezas y lo miraron con ojos inquietos.
Rezef Hill era el hermanastro de Cayena, el segundo hombre al mando, y el futuro emperador del Imperio de Eldaim. Era una persona moralmente depravada que mató al Emperador para tomar el trono.
A pesar de su aspecto apuesto, era más sádico que nadie.
El Emperador era de sangre fría incluso para sus hijos. Hasta el punto de que si los demás veían cómo interactuaba con ellos, ni siquiera pensarían que eran sus hijos.
Fue especialmente severo con Rezef. El Emperador se negó a compartir sus poderes con su joven hijo.
Habiendo crecido bajo este frío tratamiento, Rezef naturalmente se convirtió en un tirano.
Olivia ayudó a Rezef mostrándole afecto.
─ Es un niño pobre, hambriento de calor y alguien que se preocupa.
Cayena estaba enojada con él, pero podía ver mucho.
Rezef parecía que tenía que encontrarla justo después de una excursión, llevando tanto un abrigo como charreteras.
─ ¿Cómo te sientes, Cayena?
Cayena casi se echó a reír. Era una cosa tan extraña de preguntar, viniendo de la persona que la enfermó.
Puso una sonrisa en su cara.
─ Puedo soportarlo.
Rezef, que esperaba que Cayena se quejara, se detuvo un momento ante la inesperada reacción.
Nunca había visto a su hermana hablar con tanta calma y delicadeza.
─ ...¿Es así? Me alegro de oírlo.
Se acercó a su cama y se sentó sin pedirle permiso.
─ Ahora, puedo ver claramente lo descuidado que me tratas.
Su tono era amigable, pero no había respeto ni cortesía.
Era absurdo decir que eran cercanos. Rezef y Cayena eran incapaces de ser amigables.
Cada una de sus acciones mostraba lo que pensaba de Cayena.
─ Le pregunté al doctor, y me dijo que su recuperación parece estar en camino. Pronto estarás completamente bien.
─ Parece que me preocupé innecesariamente.
─ No digas esas cosas inesesarias.
A medida que su conversación continuaba, Rezef se confundió. Fue la primera vez que pudo hablar tan tranquilamente con Cayena.
Tal vez fue porque estaba enferma, por lo que no tenía energía.
─ Definitivamente hay algo diferente de lo habitual.
No pudo decir qué era exactamente, pero eso fue lo que su intuición le dijo.
Además, la actitud madura de Cayena hacía que se sintiera como si estuviera tratando con alguien más detrás de su máscara.
No se sentía como su hermana.
─ Debes estar ocupado. ¿Está bien que hayas venido aquí?
Rezef la miró con sus brillantes ojos azules, tratando de entender por qué ella actuaba tan anormalmente.
En la superficie, Cayena parecía estar cansada por estar envenenada y enferma.
─ Mi mente no podía estar en paz hasta que viera que estabas a salvo. Por favor, perdona mi inmadurez.
Rezef estaba desconcertado. No había refunfuñado o estado irritable como solía estar.
─ Si fuera ella misma, habría preguntado diez veces cuándo atraparía al culpable.
Sus labios, que siempre habían estado sueltos, se habían cerrado de repente como una almeja, y Rezef no podía leer su expresión.
─ Debe ser porque está enferma. Estaba envenenada, así que, por supuesto, tendría miedo.
Entendía a Cayena como la palma de su mano, y era difícil pensar en ella de otra manera.
No, era más exacto decir que no quería pensar en ella de otra manera.
Siempre había pensado en ella como una mujer hermosa pero inútil, y así debía ser.
Por lo tanto, concluyó que estaba pensando demasiado las cosas.
─ Juro encontrar al que te envenenó con mis propias manos y hacerle pagar. Así que por favor no te preocupes demasiado, hermana.
Dicho esto, Rezef apretó la mano de Cayena para tranquilizarla.
─ Realmente no me ves como nada más o menos que una herramienta para ganar tu trono.
Cayena sonrió, sintiéndose distante.
Obtener la confirmación de las cosas que sabía se sentía muy extraño.
Ahora mismo, los dos parecían el ideal platónico de una maravillosa relación entre hermanos.
Si uno no sabía la verdad, puede que pensaran que los dos eran muy cariñosos.
Esto se debía a que su guapo hermano menor actuaba muy obedientemente y siempre hacía lo que la satisfacía.
Por eso nunca hubiera pensado que me envenenaría.
Pero ahora, Cayena era consciente de que su oponente era un depredador que escondía sus garras fingiendo ser un gato.
Fue Rezef, y no nadie más, quien intentó envenenar a Cayena.
Para ser precisos, él estaba tratando de crear una situación en la que yo estaba claramente envenenado.
Así que fue aún más vicioso y malvado.
Ella miró fijamente a Rezef.
─ Deja de buscar al culpable, Rezef.
Sintió que se estremecía.
─ ...¿De qué estás hablando, Cayena?
En la mente de Rezef, Cayena debería haber estado corriendo por ahí, diciéndole que averiguara quién intentaba hacerle daño. ¿Por qué dijo que detuviera la búsqueda?
Fue tan increíble que su cabeza se quedó en blanco por un momento.
Traducción: Juli
Corrección: Ross