La propuesta de que la representación subyacente de un segmento coincide con uno de los alófonos la encontramos en Cohn (2003: 204). Para esta autora, “…una de las variantes es básica o subyacente y (…) la(s) otra(s) variante(s) se derivan por reglas”. Según esta propuesta, los alófonos [n ~ ŋ] que aparecen en las realizaciones del morfema /pan/ serían uno derivado por reglas y el otro se pronunciaría tal como se almacena en la representación subyacente. Este último sería el más básico o prototípico, mientras que el otro sería el que en determinados contextos se realiza transformado por la aplicación de reglas fonológicas.
Ahora bien, ¿cuál de las dos variantes o alófonos debe ser considerado básico o subyacente y cuál derivado o superficial? Nótese, en primer lugar, que la respuesta a esta pregunta será hipotética, en tanto en cuanto no tenemos un acceso directo al conocimiento de los hablantes. En principio, cualquiera de las siguientes hipótesis es posible para el caso que nos ocupa:
Hipótesis 1: /n/ → [ŋ]
Hipótesis 2: /ŋ/ → [n]
Para evaluar qué hipótesis es mejor o “más plausible” se requieren criterios de evaluación. Hyman (1987) nos ofrece los siguientes:
o Predecibilidad (o predictibilidad): el o los alófonos de distribución predecible, grosso modo, los que aparecen en un solo contexto o en pocos contextos, deben considerarse derivados por la aplicación de una regla; en cambio, el alófono de distribución más diversa, aquel cuyos contextos de aparición no son fácilmente describibles de una manera general, es un mejor candidato a coincidir con la forma “básica”.
o Motivación fonética: dadas dos derivaciones alternativas X → Y y Y → X, es más plausible aquella que describe un proceso fonológico que se encuentre condicionado por algún factor fonético, como la pronunciación de un segmento de manera similar a su contexto por facilidad articulatoria o el debilitamiento en la pronunciación al final del enunciado o la distinción de un sonido de su contexto para facilitar la audición, etc.
o Universalidad: debe elegirse como representación subyacente el alófono que presenta el valor no marcado de un rasgo antes que el alófono que presenta el valor marcado (acorde con las leyes de implicación jakobsonianas o con algún otro modelo); el resultado de esto será un inventario fonológico similar al que se encuentra en diversas lenguas y no uno fuera de lo común.
o Simplicidad: debe preferirse la hipótesis más simple, aquella que involucre clases naturales (fonológicas) delimitadas y procesos de expresión más sencilla; este es un criterio metateórico utilizado no solo por la lingüística.
Veamos cómo podemos evaluar las hipótesis 1 y 2 que hemos propuesto arriba. En primer lugar, recordemos que el alófono [ŋ] solo aparece al final de los enunciados, mientras que el alófono [n] aparece ante vocal tanto al inicio como al medio de la palabra. Si consideramos el criterio de predecibilidad (o predictibilidad), este hecho nos hace pensar que lo "normal" es pronunciar esta unidad como [n] y que hay un contexto especial en el que se pronuncia [ŋ], a sber, al final del enunciado. Así, pues, pareciera que [ŋ] fuera una realización “especial” de una “unidad básica” que “normalmente” se realiza como [n]. Pensemos en la hipótesis contraria: para los hablantes, lo normal es pronunciar esta unidad fonológica como [ŋ], excepto ante vocales, en cuyo caso la pronunciamos [n]. Como hablantes de español, probablemente, esta hipótesis nos parezca poco plausible.
A continuación, evaluemos nuestras hipótesis de acuerdo con el criterio de universalidad. En este caso, debemos considerar si el segmento [n] es más común en las lenguas que el segmento [ŋ]. La respuesta es que sí porque los segmentos producidos con la corona son los más comunes. Maddieson ([1984] 2009: 60) afirma que, en la base de datos UPSID, "las nasales articuladas en el área dental/alveolar son las más comunes, pero las bilabiales también son muy frecuentes. Aunque las nasales velares no son raras, son mucho menos frecuentes que las oclusivas velares". En UPSSID, 316 lenguas presentan el segmento [n] y solo 167, el segmento [ŋ]; más aún, las lenguas que presentan la nasal velar también presentan la alveolar, pero no viceversa (con una excepción discutible de acuerdo con Maddieson). Así pues, si nos inclináramos por la hipótesis 2, describiríamos el castellano como una lengua extraña para las tendencias universales. Por lo tanto, por el criterio de universalidad, también es más plausible la hipótesis 1.
El criterio de motivación fonética también nos inclina a favor de la hipótesis 1. En primer lugar, evaluemos la hipótesis 2 preguntándonos si encontramos algún tipo de motivación fonética para que una representación subyacente, que debería pronunciarse velar, se pronuncie coronal cuando se encuentra antes de una vocal (cualquiera que esta sea). Como sabemos, el articulador activo principal de las vocales es el dorso, precisamente, el órgano articulador con el que se pronuncia [ŋ]. ¿Hay algún tipo de facilitación articulatoria para no pronunciar con el velo, sino con la corona, una consonante nasal antes de una vocal? No parece haberla: ¿para que cambiaríamos de articulador, del dorso a la corona, antes de una vocal que se pronuncia, precisamente, con el dorso y no con la corona? Así pues, la hipótesis 2 no encuentra apoyo en el criterio de motivación fonética. La hipótesis 1, por su parte, sí presenta una motivación: la consonante nasal se articula velar al final del enunciado siempre después de una vocal. Pareciera un caso de facilidad articulatoria no cambiar de articulador, del dorso a la corona, al pasar de la vocal a la consonante nasal. De esta manera, la representación subyacente /n/ se articularía [ŋ], con el mismo articulador activo que la vocal previa. Así pues, de acuerdo con el criterio de motivación fonética, la hipótesis 1 es más plausible que la hipótesis 2.
Finalmente, el criterio de simplicidad no parece inclinar nuestra evaluación a favor de una o la otra hipótesis, pues ambas se formulan de manera muy simple. A continuación, presentamos las hipótesis, pero explicitando el contexto condicionante:
Hipótesis 1: /n/ → [ŋ] / __ ##
Hipótesis 2: /ŋ/ → [n] / __ (+) [-consonántico]
Ambas reglas son muy simples, pues solamente indican un cambio en el punto de articulación de un segmento en un contexto específico: al final de enunciado o antes de una vocal (es decir, en posición de ataque de sílaba). Si bien el criterio de simplicidad no contribuye a nuestra evaluación de las hipótesis 1 y 2, los otros tres criterios favorecen a la hipótesis 1, por lo que podemos proponerla como parte del sistema fonológico aprendido por las personas que hablan la variedad de castellano que presenta la pronunciación velar del segmento nasal.
La regla que describe la pronunciación velar de la representación subyacente /n/ cuando aparece al final del enunciado puede formularse, utilizando rasgos, de la siguiente manera.
Regla fonológica de velarización de nasales del castellano
La regla indica que cualquier segmento que presente el rasgo [+nasal] se debe pronunciar en el punto de articulación velar, es decir, de acuerdo con los rasgos [-anterior, -coronal, +dorsal, +alto, -bajo, +posterior], si aparece al final del enunciado. Sabemos que en castellano hay tres fonemas nasales: /m, n, ɲ/, pero solo el alveolar aparece a final de palabra, por lo que no es necesario especificar en la regla que esta solo debe aplicarse a /n/. Es cierto que hay unas cuantas palabras no patrimoniales como álbum o currículum que terminan en /m/. Muchos hablantes de castellano las pronuncian con [ŋ] final aplicando sin más la regla fonológica de velarización. Sin embargo, para describir el conocimiento de las personas que las pronuncian con [m] final, podemos proponer dos alternativas: (1) la regla de velarización que forma parte del conocimiento fonológico de estos hablantes sí especifica que la regla se aplica solo a /n/ (es decir que el objetivo de la regla debe contener los rasgos de punto de articulación que caracterizan al segmento coronal); (2) en el léxico mental de estos hablantes, las palabras como álbum o currículum están "marcadas" como excepciones a la aplicación de esta regla.
Examinemos ahora el otro caso de alofonía que vimos en la sección 4.4 El rol de las reglas fonológicas, el de la alternancia entre [s ~ h]. A continuación repetimos el corpus que vimos en esa sección y agregamos otro que muestra más contextos en los que aparecen [s] y [h].
En este caso, ¿qué variante postulamos como la que coincide con la subyacente: [s] o [h]? Como en el caso anterior, debemos formular hipótesis y evaluarlas para sopesar cuál es más plausible. Las dos hipótesis serían las siguientes (ahora sí explicitamos el contexto de cada regla):
Hipótesis 1: /s/ → [h] / __ (#) [+consonántico]
Hipótesis 2: /h/ → [s] / __ (#) [-consonántico]
Si nos fijamos en el primer corpus que aparece arriba, podemos notar que la hipótesis 2 ha dejado de lado un contexto en el que también aparece [s], a saber, el final del enunciado (como en dos arcos, dos palos, etc.). En consecuencia, deberíamos reformular nuestra hipótesis 2 de la siguiente manera:
Las llaves que aparecen en la regla de la hipótesis 2 indican disyunción, es decir, que la representación subyacente /h/ se realiza como [s] bien antes de una consonante, bien al final del enunciado.
Ahora, bien, evaluemos la plausibilidad de estas dos hipótesis considerando los criterios vistos arriba. En lo que respecta a la predictibilidad, la aparición de [h] es más predecible que la de [s], pues este fono aparece en dos contextos diferentes, mientras que aquel solo aparece en uno (es más fácil predecir dónde encontraremos el sonido [h]). Pareciera que [h] fuera una realización “especial” de una “unidad básica” que “normalmente” o “prototípicamente” se realiza como [s]. Esto favorece a la hipótesis 1. El criterio de motivación fonética, también favorece a la hipótesis 1 pues la posición de coda silábica (también llamada posición "implosiva") suele ser una posición en la que la articulación se "debilita", mientras que la posición de ataque es una posición en que la articulación se "fortalece". Suele ocurrir que el alófono prototípico de un fonema aparece en posición de ataque (más aún a inicio de palabra). Por otro lado, es difícil encontrar alguna motivación fonética a favor de la hipótsis 2: ¿porque una consonante glotal subyacente /h/ se realizaría coronal [s] ante una vocal? Esto implicaría utilizar un articulador activo que no interviene en la producción de vocales; no pareciera que esto fuera producto de una suerte de facilitación de la articulación. En cambio, el fenómeno contrario, es decir, no utilizar el articulador oral esperable en /s/ y solo producir la salida del aire a través de la glotis —fenómeno conocido como "debucalización"— es una manifestación de "debilitamiento" que encontramos en distintas lenguas. Así pues, por el criterio de motivación fonética también debemos preferir la hipótesis 1 a la hipótesis 2.
El criterio de universalidad también favorece la hipótesis 1: como en el caso de la consonante nasal [n], que vimos antes, el segmento coronal [s] es muy frecuente en las lenguas del mundo. En la base de datos UPSID aparece en el 83 % de las lenguas de acuerdo con Maddieson ([1984] 2009: 44); este autor, sin embargo, también subraya la alta frecuencia del sonido [h]: 63 %. Sin embargo, si consideramos que los sonidos coronales son los más frecuentes para diferentes modos de articulación (nasales, vibrantes, laterales), la hipótesis 1 sale favorecida por el criterio de universalidad. Por último, el criterio de simplicidad nos debe hacer preferir la hipótesis 1, puesto que esta solo considera un contexto, mientras que la hipótesis 2 presenta dos. Más allá de que este criterio sirva para elegir entre hipótesis por razones epistemológicas (la llamada "navaja de Ockham), en fonología, se toma en cuenta porque se piensa que la regla fonológica más simple es más sencilla de aprender por el niño que está adquiriendo el sistema fonológico de su lengua.
Si el resultado de nuestra evaluación es que la hipótesis 1 es más plausible que la hipótesis 2, entonces, la regla que describe la derivación de la representación subyacente /s/ como la representación superficial [h], cuando aparece antes de una consonante sería la siguiente:
Regla fonológica de debucalización de /s/ del castellano
El rasgo [-sonorante] indica que el objetivo de la regla es un segmento obstruyente y el rasgo [+continuo] restringe la aplicación de la regla a las fricativas /f, s, ʃ, x/ del castellano. Tomamos en cuenta el segmento /ʃ/ porque la variedad de castellano que hablamos en el Perú lo incluye en su inventario de fonemas debido a la gran cantidad de préstamos léxicos formados por este segmento: Áncash, shipibo, sushi, Shakira, etc. Por otro lado, no tomamos en cuenta el segmento /θ/ porque no estamos describiendo, en este caso, la variedad peninsular centro-norteña de nuestra lengua. El rasgo [+coronal] descarta los fonemas /f/ y /x/ y el rasgo [+anterior] descarta el fonema /ʃ/. De esta manera, el objetivo de nuestra regla es el segmento /s/.
El cambio estructural, indicado por la flecha y los rasgos que aparecen a su derecha, hace explícito que la representación superficial que vaya a realizarse incluya tales rasgos. Dado que /s/ es [+consonántico, -sonorante] y [h] es [-consonántico, +sonorante], la regla debe indicar este cambio de rasgos. Asimismo, dado que /s/ es [+anterior, +coronal] y [h] se caracteriza por los valores opuestos de estos rasgos, , la regla señala explícitamente este cambio de rasgos de la representación subyacente a la representación superficial. Finalmente, como /s/ es [+continuo] y [h] también lo es, no se indica ningún cambio con respecto a este rasgos; en general, las reglas no indican los rasgos de la forma subyacente que permanecen en la representación superficial. El último rasgo que indica el cambio estructural de la regla es [+ glotis abierta] ([+ spread glottis]), característico de [h].
Finalmente, el contexto de la regla indica que esta se aplicará a cualquier morfema que contenga el segmento /s/ en una posición previa a una consonante, sea dentro de la misma palabra o no. La regla también podría indicar que el segmento /s/ se debucaliza antes de una linde morfémica, como muestra el ejemplo desmontar, que se pronuncia [dehmon̪t̪aɾ].
A continuación, examinaremos tres ejemplos de alofonía en otras lenguas y los describiremos como derivaciones de un nivel de representación subyacente a otro superficial. Los ejemplos de totonaco, mokilés y coreano que aparecen más abajo han sido tomados del libro Language Files (12a ed.), editado por Dawson y Phelan (2016).
Alofonía de vocales sonoras y sordas en totonaco (tomado de Dawson y Phelan 2016)
Como podemos observar, este corpus de la lengua totonaca presenta vocales sordas y sonoras. Es fácil notar que las vocales sordas solo aparecen a final de palabra y que ninguna vocal sonora aparece en esta posición. En otras palabras, ambas clases de sonidos se encuentran en distribución complementaria. Esto se nota más claramente si presentamos todos los contextos en que aparecen estos segmentos, como se muestra a continuación:
Contextos de aparición de las vocales sonoras y sordas en totonaco
Notoriamente, la distribución de las vocales sordas [ḁ, i̥, u̥] se restringe al final de la palabra, mientras que las vocales sonoras aparecen ante una diversidad de consonantes y, crucialmente, no aparecen al final de la palabra. Dada la distribución complementaria de estas clases de segmentos, no pueden tener valor contrastivo unas respecto de las otras. Siguiendo la regla III de Trubetzkoy, postulamos que las vocales sonoras y sus correspondientes sordas son alófonos: [a ~ ḁ], [i ~ i̥], [u ~ u̥].
Llegados a este punto, nos encontramos con la pregunta de cuál de los miembros de los pares de alófonos corresponde con la representación subyacente: ¿son las vocales sonoras las que se ensordecen o son las vocales sordas las que se sonorizan? El criterio de predecibilidad favorece la idea de que las vocales sonoras son las subyacentes porque aparecen en distintas posiciones de la palabra, mientras que las vocales sordas solo aparecen al final de la palabra. El criterio de motivación fonética también favorece la hipótesis de que nos encontramos ante un caso de ensordecimiento por el natural debilitamiento al final del enunciado. Si bien no ocurre que siempre pronunciemos sordas las vocales al final del enunciado (de hecho, no ocurre normalmente en castellano), el totonaco parece haber "fonologizado" esta tendencia. En otras palabras, no se trata de un fenómeno que depende del funcionamiento del aparato fonador; no estamos ante una articulación necesaria por factores físicos o fisiológicos, sino ante una articulación que es producto de una regla fonológica propia del totonaco.
Por su parte, el criterio de universalidad también favorece la hipótesis de que las representaciones subyacentes de los alófonos [a ~ ḁ], [i ~ i̥], [u ~ u̥] son las vocales sonoras, pues estas son las que aparecen en todas las lenguas. De hecho, no se tiene certeza de que haya lenguas que contrasten u opongan distintivamente vocales sordas y vocales sonoras. Finalmente, el criterio de simplicidad no ayuda mucho a decidir entre ambas hipótesis porque las reglas para una y otra son igualmente simples: las vocales sonoras aparecen ante consonante y las vocales sordas, a final de palabra. La siguiente regla describe el fenómeno de ensordecimiento de las vocales a final de palabra en totonaco.
Regla fonológica de ensordecimiento de las vocales del totonaco
En este caso, el objetivo de la regla indica todos los rasgos de clase mayor. También podría indicar solo [-consonántico] suponiendo que no hay glides a final de palabra o que, si los hay, también se pronuncian sordos.
A continuación estudiaremos otro caso de ensordecimiento de vocales, pero que ocurre en un contexto diferente. Examinemos el siguiente corpus del mokilés.
Alofonía de vocales sonoras y sordas en mokilés (tomado de Dawson y Phelan 2016)
En este caso, no es fácil identificar a primera vista el contexto en que aparecen las vocales sordas. Para ello, es útil (y hasta necesario) consignar de manera ordenada todos los contextos en que aparecen las vocales sonoras y las sordas, como se muestra a continuación:
Contextos de aparición de las vocales sonoras y sordas en mokilés
Aquí se nota más claramente que las vocales sordas [i̥, u̥] solo aparecen entre consonantes sordas y que, en este contexto, no aparecen las vocales sonoras correspondientes. La distribución complementaria de estos segmentos, tan similares articulatoria y acústicamente, nos lleva a postular, siguiendo la regla II de Trubetzkoy, que nos encontramos ante variantes de un mismo fonema: [i ~ i̥], [u ~ u̥].
Para evaluar cuál de los elementos de estos pares podría ser la forma subyacente, debemos aplicar nuestros criterios. Por predictibilidad, es claro que las vocales sordas aparecen en un contexto bastante más limitado que sus correspondientes sonoras, que aparecen adyacentes a consonantes sordas y sonoras, así como a inicio y fin de palabra. Por esta razón, suponemos que las vocales sonoras son las "normales" y las sordas son las "especiales", que se derivan mediante una regla cuando aparecen en un contexto determinado.
En lo que respecta al criterio de motivación fonética, el ensordecimiento se impone sobre la sonorización. Una vocal, que se esperaría que se pronuncie sonora, puede pronunciarse sorda entre dos consonantes sordas por facilidad articulatoria. Esto no está determinado por razones del funcionamiento del aparato fonador (de hecho, nosotros no lo hacemos en castellano), sino que el mokilés parece haber "gramaticalizado" o "fonologizado" esta tendencia a pronunciar un segmento de manera similar a alguno o a algunos segmentos de su contexto, fenómeno conocido como "asimilación". Hay que tomar en cuenta que también existe, en las lenguas, la asimilación de un segmento subyacentemente sordo que se pronuncia sonoro en un contexto sonoro y este podría ser el caso en mokilés. Sin embargo, si bien, en este corpus, las vocales sonoras [i, u] aparecen al lado de una consonante sonora (lo que podría hacernos pensar en una sonorización), hay un caso notorio en el que esto no sucede: [poki] ‘golpear algo’; en esta palabra, la vocal sonora [i] aparece luego de una consonante sorda y a final de palabra, de manera que no podríamos argumentar que lo que ocurre en mokilés es un proceso de sonorización de una hipotética (pero improbable) /i̥/ subyacente.
Finalmente, al igual que en el caso del totonaco, el criterio de universalidad nos sugiere elegir como representaciones subyacentes a las vocales sonoras. En lo que respecta al criterio de simplicidad, la regla correspondiente a la hipótesis del ensordecimiento es más simple porque el contexto de aparición de los sonidos [i̥, u̥] es más restringido que el de los sonidos [i, u] (que es muy variado).
A continuación, presentamos la regla de ensordecimiento de las vocales altas del mokilés. En este caso, solo se indica el rasgo de clase mayor [-consonántico] y el rasgo [+alto], que restringe la aplicación de la regla a las vocales /i, u/ de esta lengua. La regla indica que se pronuncie con el rasgo [-sonoro] una vocal alta (o cerrada) que se encuentre entre dos consonantes sordas.
Regla fonológica de ensordecimiento de las vocales altas del mokilés
Finalmente, el siguiente corpus de coreano muestra la alofonía de los segmentos [s ~ ʃ] (el corpus asume la existencia de una sola fricativa alveolar en coreano, es decir que no toma en cuenta la fricativa tensa de esta lengua).
Alofonía de [s] y [ʃ] sonoras y sordas en coreano (tomado de Dawson y Phelan 2016)
Como vemos a continuación, al consignar de manera ordenada todos los contextos en los que aparecen los sonidos [s] y [ʃ] en el corpus de coreano, salta a la vista que [ʃ] solo aparece ante [i], mientras que [s] aparece ante todas las vocales excepto ante [i].
Contextos de aparición de [s] y [ʃ] en coreano
Basados en esta distribución complementaria, podemos postular que [s] y [ʃ] son variantes o alófonos de una misma unidad subyacente. Si tomamos en cuenta el criterio de predecibilidad, [ʃ] sería la variante derivada por ser predecible el contexto de su aparición. Dicho de otra manera, la unidad subyacente /s/ normalmente se realiza [s], excepto cuando aparece ante [i], en cuyo caso, se realiza de manera "especial" como [ʃ]. En lo que respecta al criterio de motivación fonética, el que la vocal [i] se articule con el dorso cerca del paladar puede condicionar que la corona no produzca el estrechamiento para el segmento fricativo en la zona alveolar, sino en la zona postalveolar. La alternativa contraria —que /ʃ/ subyacente se realice [s] ante todas las vocales excepto [i]— no presenta ninguna motivación articulatoria.
Con respecto al criterio de universalidad, el segmento coronal [+anterior] es más frecuente que el segmento coronal [-anterior]; de acuerdo con Maddieson ([1984] 2009: 45), en UPSID, encontramos 266 lenguas que presentan el primero y solo 146 que presentan el segundo. La presencia del segundo implica la presencia del primero, por lo que también por este criterio resulta preferible postular /s/ como la representación subyacente que en un contexto determinado se realiza como [i]. Finalmente, el criterio de simplicidad también nos inclina a postular a /s/ como la representación subyacente porque la regla que deriva [i] es muy simple, mientras que la regla para derivar [s] a partir de /ʃ/ no podría formularse con un solo contexto debido a que las distintas vocales del coreano, con excepción de [i] —es decir [a, u, ə, o, e]—, no forman una clase natural.
A continuación presentamos la regla que postulamos para describir la pronunciación postalveolar del segmento subyacente /s/ en coreano.
Regla fonológica de postalveolarización de /s/ del coreano
Los ejemplos anteriores que hemos examinado sugieren la existencia de una unidad fonológica o subyacente “básica” que se realiza normalmente de una manera y que, en ciertos contextos, se realiza con una ligera variación en su pronunciación. Para el totonaco y el mokilés, por ejemplo, las vocales sonoras serían las unidades “básicas” —coincidentes con su forma “normal” o “prototípica” de pronunciación— y las vocales sordas serían una realización especial resultante de la aplicación de una regla. En el caso del coreano, la forma básica sería la fricativa alveolar /s/ y el segmento [ʃ] sería una realización gobernada por una regla fonológica.
En resumen, la fonología generativa postula dos niveles de representación mental para los signos o morfemas que hemos aprendido los hablantes: la representación subyacente y la representación superficial. Las unidades fonológicas que componen las representaciones subyacentes —las formas “básicas”— coinciden con las realizaciones más “normales” o “prototípicas”; pero las unidades subyacentes también tienen realizaciones “especiales” que resultan de aplicar una (o más) regla(s). Es decir que los hablantes nos representamos mentalmente los signos de dos maneras: como una representación subyacente y como más de una representación superficial. Esto quiere decir que los hablantes sabemos que un mismo signo tiene más de una realización. Tanto la representación mental de un signo como una unidad léxica cuanto las representaciones mentales de cómo se pronuncia ese signos en diferentes contextos son parte de nuestro conocimiento fonológico o del componente fonológico de nuestra gramática mental.
Las derivaciones de una representación subyacente a su(s) respectiva(s) representación(es) superficiales se realizan por la aplicación de reglas fonológicas, que también son parte de nuestro conocimiento fonológico. En general, estas derivaciones se conocen como "procesos" o "fenómenos fonológicos". Como vimos antes, para la fonología generativa, los procesos fonológicos no son el resultado de cómo funciona el aparato fonador, es decir que no son producto de causas físicas o fisiológicas, sino que resultan de la aplicación de reglas fonológicas: órdenes específicas que el hablante le da a su aparato fonador, de acuerdo con su conocimiento lingüístico, para pronunciar uno u otro alófono. Inclusive aquellos fenómenos fonológicos en que existe motivación fonética no son una consecuencia directa de la mecánica del aparato fonador; se caracterizan, más bien, por una suerte de “gramaticalización” o “fonologización” de los factores articulatorios.
Esta sección concluye la parte titulada 4. La fonología generativa; sin embargo, el tema de la fonología generativa no concluye en esta parte, pues el resto del curso se inscribe en esta corriente fonológica. En siguiente sección, presentamos distintos fenómenos fonológicos que se han identificado en las lenguas del mundo para analizarlos en el marco de la teoría que hemos desarrollado.