Una característica fundamental de la fonología generativa es que considera que su objeto de estudio es un sistema cognitivo, es decir, un sistema que existe como conocimiento en la mente de los hablantes. Los textos que aparecen a continuación explican esta concepción del componente fonológico de una gramática como un sistema de reglas y representaciones de naturaleza mental.
Texto 1
“Supongamos que la gramática contiene dos niveles de representación para la estructura fonológica. Una representación subyacente o fonológica contiene toda y sólo la información impredecible (distintiva) de cada ítem léxico. A la representación fonológica subyacente se le añaden los rasgos predecibles de pronunciación mediante reglas y principios gramaticales. Estas reglas operan sobre la base de la información presente en la representación fonológica del ítem léxico y del contexto en el que este aparece. Para cada palabra posible construida por la morfología y para cada oración posible construida por la sintaxis, las reglas fonológicas ‘computan’ o ‘derivan’ una representación fonética (superficial)”.
M. KENSTOWICZ, Phonology in Generative Grammar. p. 60.
Este texto, tomado del libro de introducción a la fonología generativa de Michael Kenstowicz Phonology in Generative Grammar, resume de manera muy precisa la concepción generativista del sistema o componente fonológico de la gramática. En primer lugar, muestra que los morfemas o ítems léxicos que aprendemos como parte de nuestra lengua se almacenan mentalmente mediante un tipo de representación: la representación subyacente (o fonológica). Como sabemos, un morfema consta de una secuencia de segmentos, cada uno de los cuales es un conjunto (o matriz) de rasgos. Kenstowicz nos dice que los rasgos que componen las representaciones subyacentes de los morfemas son solo los distintivos. Esta idea de la representación subyacente como el conjunto de rasgos distintivos nos recuerda a la concepción de fonema de Trubetzkoy.
Además de las representaciones subyacentes de los morfemas, los hablantes también conocemos sus representaciones superficiales, es decir, también sabemos cómo se pronuncian los morfemas. La información presente en la representación subyacente de un morfema no basta para su pronunciación; esta requiere completarse con el resto de rasgos que conforman un fono, un sonido realizable. Por ejemplo, la representación subyacente de un morfema como mal, no incluye la información de que sus tres segmentos se deben pronunciar haciendo vibrar las cuerdas vocales porque el rasgo [+sonoro] no es distintivo para estos segmentos; sin embargo, esta información sí forma parte de nuestra representación superficial del morfema, es decir, forma parte de nuestro conocimiento de cómo se pronuncia este segmento.
Otro ejemplo ilustrativo es el de la palabra bata: su primer segmento se pronuncia oclusivo ([-continuo]) luego de una consonante nasal, como en la frase sin bata [simbata], y se pronuncia aproximante ([+continuo]) luego de una vocal, como en la frase la bata [laβ̞ata]. La representación subyacente del primer segmento de esta palabra no incluye información sobre el rasgo [+continuo / -continuo], pero su representación superficial sí lo hace, pues los hablantes sabemos cómo se pronuncia en los diferentes contextos fónicos en que aparece.
El otro punto importante de la concepción generativista que presenta el texto de Kenstowicz es que el sistema cognitivo del hablante relaciona sus representaciones subyacentes con sus representaciones superficiales mediante reglas o principios generales que derivan estas de aquellas. Esto quiere decir que las reglas y principios generales también son parte del sistema fonológico que forma parte del conocimiento lingüístico del hablante.
Veamos el siguiente texto de otra introducción a la fonología generativa.
Texto 2
En el marco de la fonología generativa, una de las tareas de un fonólogo consiste en describir el sistema fonológico particular de una lengua, es decir, establecer unas reglas que permitan obtener representaciones fonéticas (FF) a partir de representaciones subyacentes. Otra de sus tareas consiste en describir los principios generales que regulan el funcionamiento de los componentes de reglas y representaciones. El componente fonológico se organiza en dos partes, el de las reglas y el de las representaciones; consecuentemente, el fonólogo generativo enfoca su atención a cuestiones teóricas que atañen a esos dos componentes organizativos. Preguntas como ¿qué elementos forman las representaciones? ¿cómo se deben aplicar las reglas fonológicas para obtener la representación fonética? ¿cuáles son las representaciones y reglas posibles? han sido cuestiones recurrentes en la teoría fonológica de los últimos años. En resumen, el objetivo de la fonología generativa consiste en descubrir los principios que rigen los cambios y combinaciones de sonidos, y hasta qué punto éstos se pueden derivar de principios universales”.
R. NÚÑEZ CEDEÑO et al. (eds.), Fonología generativa. p. 8.
Este texto presenta la concepción generativista del componente fonológico desde la perspectiva de las tareas del fonológo. Básicamente, su propósito es caracterizar las reglas y representaciones que conforman un sistema fonológico, pero buscando los principios universales que caracterizan a todos los sistemas fonológicos.
El siguiente texto de Chomsky y Halle expone la manera en que estos autores entienden la representación superficial o fonética. No se trata de la transcripción, mediante un alfabeto fonético, de un enunciado producido por alguien. La representación superficial es la representación mental que consta de los rasgos que se realizarán como un enunciado concreto.
Texto 3
“La concepción que representamos difiere, de esta forma, del punto de vista alternativo que considera la transcripción fonética esencialmente como un dispositivo de registro de hechos observados en enunciados reales. Sabemos la invalidez de este último punto de vista, en sentido muy estricto, al menos desde que los registros eléctricos y mecánicos de enunciados han revelado que hasta el transcriptor más hábil es incapaz de advertir ciertos aspectos de la señal, al tiempo que normalmente registra en sus transcripciones elementos que no parecen tener correlato en la grabación física. Pero incluso si la transcripción fonética registrara el habla todo lo fielmente que pudiéramos desear, aún quedaría preguntarnos qué interés podría presentar tal tipo de registro para el lingüista, que se interesa más por la estructura de la lengua que por la acústica y fisiología del habla (...) [E]ntendemos la transcripción fonética (...) no como un registro de la señal hablada, sino más bien como una representación de lo que el hablante de una lengua considera propiedades fonéticas de un enunciado...”
N. CHOMSKY y M. HALLE, The Sound Pattern of English. p. 152.
Si bien el texto, en su última oración, habla de "transcripción fonética", se refiere a la representación mental que los hablantes utilizan como conjunto de instrucciones que envían al aparato fonador. Como bien sabemos, los enunciados concretos que emitimos en los actos de habla son fenómenos únicos e irrepetibles y contienen información acústica propia de cada hablante. Es más, un enunciado es un continuo sonoro y no una secuencia de segmentos. Las representaciones superficiales de los enunciados no son los actos de habla mismos, sino la información sobre las operaciones —en forma de secuencias de matrices de rasgos— que el hablante debe realizar para emitir el enunciado. En palabras de Sommerstein:
Texto 4
“[La] representación fonética sistemática [debe poseer] un grado de ‘meticulosidad’ tal que, al menos, cualesquiera dos sonidos que sean distinguidos en cualquier lengua humana sean representados de forma diferente (...) Según el punto de vista de la SPE sobre la naturaleza de los rasgos fonéticos (...) se la puede considerar como la representación de un conjunto de instrucciones enviadas por el sistema nervioso central al aparato articulatorio.”
A.H. SOMMERSTEIN, Fonología moderna. p. 189.
La propuesta de que la información fonológica está codificada mentalmente en dos niveles de representación diferentes vinculados por reglas puede esquematizarse de la siguiente manera:
La figura anterior presenta, dentro de una nube, el conocimiento del sistema o componente fonológico que permite el habla, es decir la actuación o realización fonética, que, como sabemos, se manifiesta como la producción de continuos articulatorios y acústicos. Esto último está representado por el oscilograma que aparece abajo. El sistema lingüístico también permite nuestra actuación como oyentes, pero esto no está representado en la figura anterior.
El conocimiento fonológico consiste en las representaciones subyacentes de las unidades del léxico, así como en su combinación en estructuras léxico-gramaticales, en las representaciones superficiales y en las reglas que derivan estas de aquellas. En lo que respecta a la representación subyacente, la figura no representa el léxico —el conjunto de todos los morfemas que hemos aprendido—, sino solamente (y de manera simplificada) la estructura léxico-gramatical /#l+a#bat+a#/. Los símbolos "#" y "+" representan los límites o lindes de palabra y morfema, respectivamente. Los símbolos del Alfabeto Fonético Internacional representan las unidades abstractas subyacentes, lo que se indica mediante las barras oblicuas. Recordemos que cada una de estas unidades es un conjunto o una matriz de rasgos; de acuerdo con el texto de Kenstowicz que vimos antes, la representación subyacente solo contiene los rasgos distintivos.
En lo que respecta a la representación superficial, los corchetes nos indican que los signos del Alfabeto Fonético Internacional corresponden al conjunto de todos los rasgos que los hablantes activan para la producción de los sonidos o fonos. La representación superficial de un enunciado, en la fonología generativa, no es una transcripción del habla, sino una representación mental. Esto lo distingue la figura claramente al colocar la representación superficial [laβ̞ata] dentro de la nube (que representa una forma de conocimiento) y el oscilograma (que representa el acto de hablar) fuera de ella. Los rasgos corresponden a lo que el hablante sabe que tiene que hacer para hablar: es su conocimiento de las instrucciones que debe enviar a los distintos órganos articuladores activos para producir sus enunciados. Este conocimiento es compartido por los hablantes de una lengua o una variedad de lengua; en cambio, el acto de hablar concreto que realiza una persona, sobre la base de ese conocimiento compartido, es un acontecimiento particular e irrepetible.
Por último, sobre el rol que cumplen las reglas en la derivación de la representación subyacente a la representación superficial, hablaremos en la siguiente sección.