La idea de que el sistema fonológico de una lengua está organizado de acuerdo con una escala dicotómica según la cual se operan divisiones cada vez más específicas en la materia sonora ya se encuentra en la obra de Jakobson, de 1941, Kindersprache, Aphasie und allgemeine Lautgesetze. En esta obra, su autor contrasta esta hipótesis con evidencia de la organización sincrónica de las lenguas, de su cambio diacrónico, de la adquisición del lenguaje y de su pérdida en la afasia. Para Jakobson (1941: 24, nota 17), el “proceso de adquisición fonémica […] no es una cuestión […] de la habilidad o falta de ella para articular ciertos sonidos, sino del dominio y retención ‘del sistema de oposiciones fonémicas’” (las comillas en la frase ‘del sistema de oposiciones fonémicas’ se debe a que Jakobson la toma de un artículo de K. von Ettmayer publicado en 1938 en Berliner Beiträge zur romanischen Philologie VIII: 1).
La idea que propone Jakobson es que los niños no van adquiriendo los diferentes sonidos de su lengua —digamos, [a] o [p] primero y luego otros sonidos—, sino las diferentes oposiciones distintivas, es decir, los rasgos que permiten hacer las distinciones fonológicamente pertinentes de su lengua. Así, lo primero que los niños aprenden a diferenciar, según esta propuesta, es el contraste entre las principales clases de sonidos —vocales y consonantes— y, luego, empiezan a practicar distinciones al interior de cada una de estas categorías. El siguiente texto presenta esta idea con respecto a las vocales.
Texto 4
“[L]a primera oposición vocálica [consiste en que] una vocal más estrecha se opone a la vocal amplia, e.g., papa-pipi. A menudo una vocal más estrecha y más anterior (e.g. ɛ) aparece al comienzo simplemente como una variante de la vocal fundamental a, que puede ser opcional (cf. Grégoire 88 ss, con respecto a una vacilación en la pronunciación entre papa y pɛpɛ, tata y tɛtɛ), o combinatoria: usualmente a luego de labiales, ɛ luego de dentales”.
R. JAKOBSON, Child Language, Aphasia and Phonological Universals, p. 49.
Las vocales contrastan con las consonantes por ser sonidos articulados sin obstrucción y de mucha energía acústica. El primer contraste dentro de las vocales es entre una vocal abierta y una cerrada. Al inicio, sostiene Jakobson, el niño puede producir la vocal abierta como [a] o como [ɛ]. Articulatoriamente, lo importante es que sea lo suficientemente abierta para que no se confunda con la vocal cerrada; esto trae como consecuencia que, acústicamente, se oponga a la vocal cerrada mediante el rasgo [compacto / difuso].
En el siguiente texto, Jakobson explica, brevemente, la primera división consonántica.
Texto 5
“[A]ntes de la aparición de una serie de [consonantes - J.P.] dentales fonémicamente autónoma, el único fonema oral se realiza normalmente como una oclusiva labial, pero puede ser reemplazado ocasionalmente sin cambio de función por un sonido articulado adyacentemente, vale decir, por una oclusiva dental; y de manera similar, m, la variante básica del único fonema nasal, por n […]. Luego de la división de las consonantes en dos series de fonemas —labiales y no labiales— estas últimas se realizan normalmente como dentales, que pueden ser reemplazadas ocasionalmente por palatales”.
R. JAKOBSON, Child Language, Aphasia and Phonological Universals, pp. 29-30.
Al inicio del proceso de adquisición, cuando la única oposición que ha adquirido el niño es, simplemente, vocal versus consonante, esta consiste, articulatoriamente, en un segmento cerrado que, acústicamente, se manifiesta como una unidad de poca energía acústica. Por esta razón, Jakobson afirma que el niño puede intercambiar los sonidos [p] y [t], los cuales contrastan por igual con la unidad vocálica. En este punto del proceso de adquisición, todavía no hay una distinción funcional entre las consonantes labiales y dentales, que funcionan alternativamente como "la" consonante. La oposición distintiva entre estos dos puntos de articulación recién ocurrirá cuando se adquiera el rasgo [grave / agudo]; esta es la razón por la cual, como añade Jakobson, el niño puede alternar entre un segmento consonántico dental y uno palatal, dado que ambos son [agudo].
De acuerdo con Jakobson, la adquisición de las oposiciones fonológicas por parte del niño obedede unas "leyes de implicación" o estratificación que corresponden a la escala dicotómica o a la jerarquía de rasgos que organizan los sistemas fonológicos de las lenguas. Como muestra el siguiente texto de Jakobson y Halle (1956), no solo la adquisición del lenguaje o la organización de los sistemas fonológicos obedecen estas leyes, sino también la pérdida del lenguaje en casos de afasia (así como su recuperación) y la evolución diacrónica de las lenguas.
Texto 6
La descripción comparativa de los sistemas fonemáticos de distintas lenguas y su cotejo con el orden de las adquisiciones fonemáticas por parte de los niños que aprenden a hablar, así como con el progresivo desmantelamiento que efectúa la afasia en el lenguaje y su estructura fonemática, nos proporciona datos importantes acerca de las relaciones entre los rasgos distintivos y de Ia posible clasificación de éstos. El progreso lingüístico, especialmente fonemático, del niño y la regresión del afásico obedecen las mismas leyes de implicación. Si la adquisición por parte del niño de la distinción B implica su adquisición de la distinción A, la pérdida de A implica la ausencia de B, y la rehabilitación del afásico sigue el mismo orden que el desarrollo del sistema fonemático infantil. Idénticas leyes de implicación rigen las lenguas del mundo tanto en su aspecto estático como en el dinámico. La presencia de B implica la de A y, por lo tanto, B no puede surgir en el sistema fonológico de una lengua a no ser que A ya se encuentre en él; de igual modo, A no puede desaparecer de una lengua mientras B permanezca en ella. Cuanto más limitado sea el número de lenguas que posean un determinado rasgo fonemático (o una combinación cualquiera de éstos), más tardará en adquirir este rasgo el niño nativo y antes lo perdera el afásico.
R. JAKOBSON y M. HALLE, Fundamentos del lenguaje, pp. 52-53.
Veamos un ejemplo. El quechua sureño contrasta consonantes eyectivas de consonantes simples mediante el rasgo distintivo [recursivo / infraglotal] ([checked / unchecked]); aquí lo llamaremos [eyectivo / no eyectivo] para hacer más comprensible la explicación. Este contraste o distinción fonológica se encuentra más abajo en la jerarquía de rasgos que la distinción entre consonantes y vocales, la cual depende del rasgo [consonántico / no consonántico]. Esta es la razón por la cual todas la lenguas contrastan vocales de consonantes, pero no todas presentan consonantes eyectivas. La ley de implicación en este caso es que la distinción entre consonantes eyectivas y no eyectivas implica (en el sentido de "supone") la distinción entre vocales y consonantes. Las consonantes eyectivas y las no eyectivas son dos subclases incluidas en la clase de las consonantes; para que existan las dos suclases, primero debe existir la clase.
Las leyes de implicación también contemplan que algunos valores de los rasgos distintivos son menos marcados y están implicados (o supuestos) por los valores marcados. En el caso del rasgo distintivo [eyectivo / no eyectivo], el valor no marcado es [no eyectivo]; este es el rasgo que toman las consonantes no marcadas. El castellano, por ejemplo, como todas las lenguas, distingue consonantes de vocales mediante el rasgo [consonántico / no consonántico]; las consonantes del castellano son [no eyectivo], pues este es el valor no marcado, el que reciben las consonantes por defecto. El quechua también presenta consonantes [no eyectivo] (como todas las lenguas), pero, además, utiliza consonantes [eyectivo]. El valor por defecto de este rasgo distintivo explica por qué no hay lenguas que distingan vocales de consonantes eyectivas, pero no de consonantes simples: la presencia de consonantes eyectivas en un sistema fonológico implica (supone) la presencia de consonantes simples, pero no viceversa. Algo similar ocurre con las consonantes obstruyentes sonoras (marcadas) respecto de las sordas (no marcadas), con las consonantes fricativas (marcadas) respecto de las oclusivas (no marcadas), con las vocales medias (marcadas) respecto de las altas (no marcadas), con las vocales anteriores redondeadas respecto de las no redondeadas, etc.
De acuerdo con Jakobson, como se lee en el texto que aparece arriba, las leyes de implicación que rigen la organización de los sistemas fonológicos, que funcionan sincrónicamente, también condicionan la adquisición del lenguaje, de modo que las distinciones más altas en la jerarquía se adquieren antes que las que dependen de ellas ([consonántico / no consonántico] antes que [eyectivo / no eyectivo]) y los valores no marcados se dominan antes que los no marcados ([no eyectivo] antes que [eyectivo]). Asimismo, las leyes de implicación también condicionan la pérdida del lenguaje en los casos de afasia: un hablante de quechua sureño podría perder la distinción [eyectivo / no eyectivo], sin perder la distinción [consonántico / no consonántico], pero no viceversa. Finalmente, las leyes de implicación también condicionan la evolución diacrónica de las lenguas: la aparición de una distinción de un estado de lengua a otro no puede ocurrir sin que la lengua ya presente la distinción implicada (de mayor nivel en la jerarquía); de manera inversa, no puede ocurrir la desaparición de una distinción de mayor nivel y la permanencia de la de menor nivel.
Con esta sección, terminamos nuestra exposición de la tercera parte de nuestro curso: 3. La teoría de los rasgos distintivos de Jakobson. En la siguiente sección, empezamos el estudio de la fonología generativa, corriente de pensamiento inaugurada por Morris Halle y Noam Chomsky en su célebre libro The Sound Pattern of English. La continuidad entre el pensamiento de Jakobson y la fonología generativa se nota con claridad en partes del libro, así como en el hecho de que Morris Halle haya sido su discípulo y uno de sus colaboradores. También es simbólico que The Sound Pattern of English esté dedicado a Roman Jakobson.