Inmediatamente después de la llama de la Sangre de Cristo, que por encima de todas las demás, ardía en el corazón de Gaspar, de modo que fuera un “serafín”en la tierra, su corazón latía de intenso amor por María, que aquella Sangre donó a la humanidad. “A esta madre celestial, él amó con el corazón de un serafín; la veía toda inundada de esplendor sobrehumano, radiante desde el Misterio de la Sangre, que es la fuente de toda su grandeza”. El Santo supo admirablementeentrelazar los dos Misterios de su corazón haciendo pintar un cuadro, donde la Virgen está representada con el Niño en sus brazos, quien levanta con su mano derecha el cáliz de su Sangre y lo muestra a la humanidad, mientras ella, con un gesto de la mano, invita a los pecadores a recurrir a la Sangre que para ellos Jesúsderramó con tanto amor. Esta dulce imagen, que el Santo llevaba siempre consigo en la predicación, fue por él llamada “Nuestra Señora de las Misiones”, porque, decía que, desde el momento en que la imagen era expuestas en el escenario, la Misión se encendía, debido a que la Misión la realizaba la Virgen. Solía darle muchos otros títulos afectuosos, tales como: Gran Misionera, Comandante de la Misión, Cazadora de corazones. El pueblo llamó de pronto Nuestra Señora de la Preciosa Sangre y Reina de la Preciosísima Sangre, títulos bajo los cuales es invocada y venerada en nuestros días.
“Hablando de Virgen - encontramos escritos en muchos testimonios - Gaspar exhortaba a todos a recurrir a ella, sacando lágrimas de ternura a los ojos de los espectadores”. Al llamar a los fieles a cantar himnos de alabanza a María, - gritaba él mismo, a plenos pulmones: "¡Viva María!". Aquel grito parecía un trueno, al que todo el pueblo respondía con un estruendo hacía temblar las bóvedas de las: "¡Viva María!". "Cuando exaltaba las glorias la Virgen, lo hacía con tanto entusiasmo y pasión que parecía un serafín de amor en ella capturado, y se llevaba el corazón de todos". Así que anunciaba desde el escenario la “predicaciónfavorita”, lo que le hacía enrojecer la cara como un amante. Exhortaba diciendo: "¿Saben de quién les hablaré ahora? ¡De Nuestra Mamá!".
Nuestra Señora de la Preciosa Sangre
(Retrato original de la “Virgen del Cáliz”. Museo de Albano Laziale, Roma - Italia)
En las Misiones, en las Casas del Instituto y en las privadas, durante los viajes, en las oscuras prisiones, hospitales, invitaba a todos aamar a María.
Este amor tan grande y tan dulce lo había aprendido por su madre. La buena Annunziata, sosteniendo en sus brazos o de la mano, lo llevabaa orar en las hermosas iglesias de Roma dedicadas a la Virgen, y en la calle se detenían para admirar los muchos hermosos nichos, que eldevoto pueblo romano solía erigir sobre las esquinas de los palacios y en las intersecciones de las calles.
Solía recomendar vivamente el rezo del Rosario, la devoción a la Virgen Dolorosa y la celebración de las grandes solemnidades de la Inmaculada y Asunción. En su Regla prescribe que los Misioneros deben rezar los cinco salmos, cuyas iniciales componen el nombre de María, ytengan un sermón con tema “el ejemplo de María”. Fue uno de los principales promotores de la práctica del “Mes de María” y, como ya hemos dicho, por una providencial coincidencia, la primera Casa de la Congregación se inauguró el 15 de agosto, Fiesta de la Asunción. Él quisoque en el escudo de la Congregación estuviesen cruzados los nombres de Jesús y María.
Sabemos que Gaspar tenía, como hermano lego a BartolomeoPanzini, que con sus excentricidades lo hicieron sufrir tanto. Por otro lado fue muy fiel, lo seguía siempre y habría dado la vida por él.Bartolomeo sabía, por lo tanto, más que otros toda la vida del Santo;¡mucho más porque a veces lo espiaba a propósito! Bueno, Bartolomeocontaba que, ¡el canónigo del Búfalo hablaba con la Virgen!
- Sí, cierto - le decían - ¡Reza en voz alta!
- No, no, - precisaba - hablan juntos, es un diálogo, no un rezo. Es cierto, yo escucho solo las palabras del canónigo, pero está claro que se trata de una conversación. Cuánto él ame a la Virgen yo lo sé, ya que después de este dialogo, ¡encuentro quemaduras en camisas y vestidos a la altura del corazón!