Una orden a la Policía de Piacenza dispuso la deportación de los exiliados de Piacenza a Córcega, mientras que los enfermos y los ancianos iban a ser transferidos en Bolonia. Grande fue la alegría de Gaspar cuando se enteró de que, como él, sus tres compañeros habían sido destinados a Boonia. El clima más saludable la ciudad y las comunicaciones más fáciles con Roma fueron de gran alivio a su estado de salud.
A los prisioneros se les quitó el modesto privilegio de que gozaban en Piacenza y incluso a proveerse de comida y alojamiento: sin quererlo se les dio prácticamente la libertad condicional. En esa circunstancia las familias de Bolonia de toda clase social escribieron una de las más bellas páginas de su sensibilidad y generosidad. Compitieron en ayudar a los santos sacerdotes, felices, por otro lado, de ser capaz de expresar de alguna manera su espíritu de independencia y decondena hacia el usurpador, que había llegado tan lejos como para arrogarse el derecho de celebrar sínodos y concilios.
El Albertini fue huésped de la noble familia de los Bentivoglio, porque fue elegido confesor por la condesa Catalina. Pronto Don Francesco pidió y obtuvotener cerca a don Gaspar.
Se despertó en él y se desató el mismo celo que ya se le ardía en Roma. Predicaba Ejercicios Espirituales, daba conferencias a los jóvenes; tomó contacto y escuchó a los grandes maestros de literatura y ciencias de la famosa Universidad de Bolonia; hizo correr clandestinamente entre los estudiantes volantes que refutaban los errores de las doctrinas materialistas que les habían alejados de la fe. Su nombre ahora estaba en boca de todos: ¡el joven del Búfalo es un erudito y un santo! Las familias nobles rivalizaban para tenerlo como tutor y educador de sus hijos.
¡Podía durar mucho tiempo este paraíso? La cruz cayó de repente y más pesada sobre sus hombros. De pronto se enfermó gravemente su querido amigo don Gambini. Gaspar fue sólo en tiempo para correr a su lado y tome su último aliento. Se difundió la triste noticia en la ciudad: "Murió un confesor de Cristo."Gaspar organizó, por su parte, el funeral que, con el clero de Bolonia y doscientos sacerdotes deportados, participó una multitud interminable.
¡El prefecto de policía tembló temiendo un motín! Gaspar fue inmediatamente llamado a tomar el juramento, y al renovado rechazo, pasó la noche endetención. Un equipo de policías desde el Palacio Bentivoglio lo arrastró a la cárcel de San Giovanni in Monte, donde fue encarcelado en régimen de aislamiento. Al día siguiente se le unieron 37 sacerdotes. La Policía, esperando en vano debilitar la resistencia de los jóvenes, envió los sacerdotes mayores y peleadores aCórcega, incluyendo al Albertini. Gaspar se quedó así, sin su padre espiritual y amigo querido.
Fueron considerados entre los delincuentes comunes y el tratamiento era deprimente: ¡poca luz, suciedad e insectos, comida repugnante, olores nauseabundos! Pero incluso en este caso, aun en medio de tanto sufrimiento, Gaspar fue capaz de organizar conferencias espirituales para sus compañeros y,sirviéndose de la complicidad de algún guardia, - a quien donaba golosinas que recibía de vez en cuando por los audaces y valientes en bolonienses - fue capaz deatraer incluso a los criminales más endurecidos y hablar con ellos sobre el amor de Cristo.
Para su crédito, en las prisiones, donde eran frecuentes las rebeliones y se oía blasfemias, reinó la quietud. Las Autoridad se quedaron asombradas: ¡San Giovanni in Monte se había convertido en una prisión modelo! ¡Puso mano, sin duda, aquel curita testarudo y tan habiloso!
A los abusos de los guardias de la prisión, los sacerdotes y las demás personas comenzaron a responder con cantos. ¡En la oscuridad de la noche se levantaba un coro solemne de alabanza al Señor!
"¿A qué le cantan tanto esos sacerdotes?" - Se preguntaban los carceleros, primero asombrados y luego enojados y furiosos. Por supersticiosos comenzaron a tener miedo: "¿No cantarán con anticipación nuestros funerales? ¡Basta, pájaros de mal agüero!" Pero, ¿Se puede silenciar con la fuerza la voz de un corazón enperfecta alegría, porque sufre por su Señor? Por supuesto que no. Y entonces: agravación de las penas, celdas de aislamiento, traslado a otras cárceles, dónde más dura fuese la disciplina.
¡Así que Gaspar fue trasladado en las duras prisiones de Imola!