LEY DE CAUSA Y EFECTO



LEY DE CAUSA Y EFECTO


Amado hermano: Mi Cristo saluda a tu Cristo. Vengo a darte la séptima Lección de Metafísica Cristiana. Vengo en nombre de mi Maestro Jesús a ponerte en posesión de la Verdad.

En mi sexta Lección te di algo de la Ley del Ritmo y digo algo, porque como ya te he explicado en otras lecciones, de una Ley puede estarse hablando mucho tiempo sin abarcar completamente todas sus fases. Pero aquí te las he ido dando a conocer en su forma básica y aún podemos decir que primaria, lo cual te servirá para, por ti mismo, ir estudiando estas Leyes o Principios a través de las obras metafísicas que leas y también para identificarlas cuando las encuentres funcionando dentro de tu propia vida o dentro de las circunstancias que te rodean.

Este sexto Principio Hermético se basa en un lema que dice:


“TODO EFECTO TIENE SU CAUSA; TODA CAUSA TIENE SU EFECTO”.


Con esto se quiere decir que nada sucede por casualidad o por que sí, el azar no existe; la palabra casualidad es una palabra vacía, no tiene sentido, la verdadera palabra es “causalidad”.

Vivimos en un Universo causal, un Universo que es el efecto de una causa anterior a él, es decir, nuestro Universo es un Efecto Visible producto de una Causa Invisible y al mismo tiempo tangible, ya que estamos palpando sus efectos. Esto que en lenguaje metafísico se llama “Primera Causa Única”, es lo que comúnmente conocemos con el nombre de Dios. Él es la Primera Causa, detrás de Él no se contempla una causa anterior de la que Él sea efecto. No. Él es causa, su presencia, su ser, su vivencia, están presentes sin que causa anterior los hayan originado, por esto es La suprema causa única origen de todo lo existente.

Ahora bien, “TODA CAUSA ORIGINA UN EFECTO”: este efecto a su vez se transforma en causa que produce a su vez otro efecto y bajo este Principio de causa y efecto se desarrolla y funciona todo el Universo.

Veamos cómo: Primera causa única: Dios, efecto o uno de sus efectos: Una pareja humana que conocemos como Adán y Eva. Esta pareja que es un efecto de la Voluntad Divina a su vez se transforma en Causa puesto que engendra Hijos, que no son otra cosa que efectos de su voluntad de crear, o mejor dicho de procrear y así nacen sus hijos e hijas, quienes de Efectos pasan a volverse Causa ya que a su vez engendran hijos y es así como bajo imperio de la Ley de causa y efecto se desarrolla toda Una humanidad. Esto mismo ocurre con los animales, las plantas, los minerales, etc. Bajo esta Ley de Causa y Efecto el hombre estudia la materia y desarrolla La Química. Veamos: Causa: dos metales o sustancia en aleación. Efecto: un tercer metal o tercera nueva sustancia. Ejemplo: Causa: Hidrógeno más Oxígeno. Efecto: Agua.

A Dios en Metafísica se le llama “El Todo” y nosotros a nuestra vez somos “El Todo dentro del todo”. Dios es “El Todo”, porque antes de la Creación de su universo, este Universo existía dentro de Él en potencia, como dentro de la primera semilla de naranja creada por Él existían en potencia todos los árboles de naranja con sus frutos y semillas que han nacido sobre la tierra a través de innúmeras edades. Porque aquella primera semilla que salió de la Primera Causa única de todo lo existente, a su vez de efecto se volvió Causa.

Nosotros y con nosotros todas las demás cosas que existen estábamos en potencia dentro de la Mente Divina y así ya manifestados, o sea, ya expresados en materia formamos un “Todo Global” que vive dentro de ese “Todo Causal”, efecto de un Principio Único que no es efecto de nada sino por el contrario Causa de Todo.

Decimos que nuestro Universo es causal, porque siendo un efecto, bajo el imperio de esta Ley se vuelve Causa de posteriores efectos y es así como concatenadamente se desarrollan la vida, los sucesos y el escenario donde nos movemos. Es bajo esta Ley de Causa y Efecto como se forja nuestra individualidad física, mental, emocional y anímica. Veamos un ejemplo: una madre concibe un hijo y lo da a luz. No importa sea hembra o varón. El tal hijo en vez de ser amado en una forma razonable se convierte en su ídolo, lo mima con exceso y como efecto obtiene un ser desajustado para vivir en armonía con sus semejantes. Pero obedeciendo a ley de atracción genésica ese ser desajustado que hasta ahora es un efecto, se busca una compañera con la cual se casa y forma un hogar para traer al mundo nuevas vidas. Ya ese efecto de niño o niña mal preparado para convivir en armonía con sus semejantes se vuelve causa. Bien, engendra hijos; pero su compañero de vida conyugal, no puede soportarlo, él quiere seguir siendo el niño mimado de mamá y hasta va en busca de esa mamá para arreglar sus desajustes hogareños. El ser que han procreado presencia la inarmonía, aunque no la comprenda la sufre y se va desajustando emocionalmente, resultante como Efecto de esa Causa que son sus padres y de esa otra Causa remota que es su abuela. Vemos cómo por Ley de Causa y Efecto se desarrolla una mente y un cuerpo emocional defectuosos. Y siguiendo esa Ley de Causa y Efecto la encontramos funcionando en los divorcios, en los homicidios, en los conflictos entre naciones y en los cataclismos telúricos y cósmicos. Estudiándola como Ley usada positivamente encontramos que padres equilibrados educacional y emocionalmente obtienen como efecto un hogar pacífico, estable, donde los niños se siente seguros al lado de padres a quienes aman y admiran y así se forman familias ejemplares que obtienen como efecto la felicidad y el respeto social.

Como lo expresa el Kybalión: “TODA CAUSA TIENE SU EFECTO Y TODO EFECTO TIENE SU CAUSA; TODO SUCEDE DE ACUERDO CON ESTA LEY. LA SUERTE NO ES NADA MÁS QUE EL NOMBRE QUE SE DA A UNA CAUSA NO CONOCIDA. HAY MUCHOS PLANOS DE CAUSALIDAD PERO NADA ESCAPA A ESA LEY”.

Así pues, nada ocurre casualmente, es decir, impremeditadamente, de pronto, porque sí, sin una Causa que lo produzca. Dice el Kybalión que la palabra “suerte” es una palabra sin sentido, inventada por el hombre para justificar algo que no comprende, así se oye decir: “Fulano tiene muy buena suerte, todo le va bien, en cambio yo...”. Mas si esta persona que así habla conociera la Ley de Causa y Efecto, en vez de hacer tan errónea afirmación se dedicaría a buscar la Causa que produce el éxito o lo que él llama la “buena suerte” de fulano, es decir, el Efecto.

Existen muchos planos de Causas y Efectos dominando los Planos Superiores o los Inferiores. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se puede ascender más allá del plano ordinario de Causas y Efectos hasta cierto grado y alcanzando mentalmente el Plano Superior logran convertir sus “Efectos” en “Causas”. Las multitudes se dejan arrastrar por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de algunos y a veces hasta de uno solo, si éstos algunos o si éste solo, como Causa, es superior a ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples Causas nos empujan como autómatas al gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el Plano Superior, dominan sus caracteres, sus modalidades, gobiernan sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes en vez de ser ellos los dirigidos. Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el gran juego de la vida; en vez de ser ellos los jugadores se convierten en espectadores-directores, jamás son los autómatas débiles ante voluntades ajenas, jamás consienten en ser. Efectos de Causas negativas, jamás se prestan a ser Causa Negativa en posteriores efectos indeseables. Utilizan los Principios inteligentemente en lugar de dejarse golpear por ellos, nunca se dejan influir por Causas de los Planos Inferiores.

En cambio estos Maestros obedecen a las Causas de los Planos Superiores a aquel en el cual ellos se encuentran, pero lo hacen inteligentemente, prestando su colaboración para regirse en su propio plano. Esto mismo debemos hacer nosotros que también estamos bajo el imperio de esta Ley Cósmica, prestando nuestra colaboración para que el Plan Divino se haga, sin ser nosotros golpeados por la Ley sino por el contrario, manejándola inteligentemente como Causa Positiva para que sus Efectos en nosotros sean Positivos. Cuando algo negativo está sucediendo en nuestras vidas, enseguida debemos ir a estudiar la Causa que está produciendo ese Efecto; encontrada la raíz del mal, se extirpa y el mal desaparece, encontrada la Causa que nos está fastidiando, corregirla cambiándola o sembrando en su lugar una Causa buena para que el Efecto se cambie. Es lo que instintivamente hacen los médicos. Hay fiebre, este es un Efecto, enseguida buscan qué Causa la produce. Tratada la Causa la fiebre desaparece. Esto sirve tanto para lo físico, como para lo social, lo mental, lo emocional y lo material. Si tus negocios no van bien, si tu provisión no es suficiente, busca la Causa, modifícala y el Efecto se modificará también. Que nadie te quiere, que te sientes infeliz, que tu hogar es un infierno, estudia la Causa, arréglala y el Efecto se arreglará también. Esto se llama Polarizar, pasar de una Causa Negativa a una Positiva, polarízate en cada tropiezo que tengas, buscando primero la Causa, y así verás desaparecer el Efecto. Siembra Causas Positivas y cosecharás Efectos Positivos también. Eso lo dice el Evangelio:

“EL QUE SIEMBRA ABROJOS RECOGERÁ ESPINAS”: Ley de Causa y Efecto.

El Principio de Causa y Efecto se encuentra presente en todo pensamiento científico antiguo o moderno y fue enunciado por los Instructores Herméticos desde muy remotas edades. El inminente Principio de Causa y Efecto ha sido aceptado como correcto por todos los pensadores del mundo. Discurrir de otra manera sería sacar el Universo del dominio de la Ley y del orden, relegándolo a ese algo imaginario que el hombre llama casualidad.

Fíjense bien que hay una gran diferencia entre las palabras “casualidad” y “causalidad”. Casualidad es lo que supuestamente ocurre por azar (y esto es imposible, nada ocurre de este modo) y causalidad es simplemente el origen de todo efecto. No hay sitio en el Universo para nada que pueda funcionar independientemente de una Ley. La existencia de algo semejante convertiría a todas las leyes naturales en cosas sin valor, sin eficacia, en algo susceptible de ser cambiado a capricho, lo cual traería como consecuencia inmediata un caos.

Las Leyes son inmutables y se cumplen inexorablemente. Las Leyes funcionan en todo y dentro del Todo un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos Casualidad es sólo una expresión concerniente a causas obscuras, es decir, causas no descubiertas o no buscadas. La palabra “Casualidad” se deriva de una frase que significa “echar los dados” y encierra la idea de que la caída, es meramente una caída, sin relación con nada anterior, es decir, es un efecto del azar. Y así en este sentido suele emplearse esa palabra. Pero si examinamos el asunto bajo otra luz veremos que no hay tal “casualidad” absolutamente en la caída del dado. Cada vez que el dado cae mostrando cierto número, obedece a una Ley, tan infalible como la que gobierna la revolución de los planetas alrededor del sol. Detrás de la caída del dado existe una causa o una cadena de causas; es decir, se juntan ordenadamente cierto número de factores, que impulsan al dado a caer con dicha cara siempre hacia arriba. Estos factores son o pueden ser, la postura del dado dentro del cubilete, la vibración de la mano que lo impulsa, una arruga en el palo de la mesa, la rapidez del movimiento de la mano. Tantas veces como estos mismos factores se junten ordenadamente, tantas veces caerá el dado en la misma forma. No hay pues tal juego de azar, sino juego de combinación de factores. Esto lo saben instintivamente muchos jugadores profesionales y son esos tahúres que viven del oficio de echar los dados porque siempre ganan. Es un juego en que la Ley de Causa y Efecto funciona como en todo, siendo la Causa los factores que concurren y el Efecto la caída del dado en determinada posición. No es un juego de casualidad o azar, sino un juego de causalidad.

Nada ocurre sin Causa, mejor dicho, sin una cadena de Causas. Las Causas y los Efectos residen meramente en los sucesos. Un suceso o acontecimiento es lo que viene, llega y ocurre como resultado de un acontecimiento o evento anterior. Ningún acontecimiento crea otro, es sólo un eslabón precedente en la gran cadena coordenada entre todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y subconcecuentes. O sea, acontecimientos anteriores, sucediéndose y por sucederse. Existe siempre una relación entre lo que pasa y lo que sigue. Así como un hombre tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente multiplicándose en forma geométrica al cabo de 40 generaciones el número de sus antecesores se calcula en millones de individuos; asimismo ocurre con el número de Causas que subyacen tras el fenómeno más nimio.

Todo pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado tiene sus resultados directos o indirectos que se eslabonan coordinadamente en la cadena de Causas y Efectos. Esto nos lleva a pensar si tenemos libre albedrío u obedecemos a un destino que ya está determinado. La verdad es que seguimos ambas cosas, pero el Principio de Polaridad que ya tú conoces demuestra que ambos aspectos son semiverdades. Lo cierto es que el hombre puede a la vez ser libre y limitado por la necesidad, dependiendo todo de la altura de la Verdad desde la cual se examine el asunto. Los hombres en la mayoría son más o menos esclavos de la herencia, del medio ambiente y manifiesta muy poca libertad de albedrío. Continuamente se ven arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así como también por sus sentimientos, emociones, pasiones, etc. No manifiestan el menor gobierno de sí mismos que merezca ese nombre. Suelen decir: “Yo puedo obrar con plena libertad y hacer lo que me dé la gana y hago precisamente lo que quiero hacer”. Pero no pueden explicar por qué o de dónde viene el “necesito” y el “me gusta”. ¿Qué es lo que hace querer una cosa con preferencia a otra? ¿Qué es lo que me hace gustar de una persona y no de otra? ¿Hay alguna razón para mis gustos y necesidades?

El Maestro, que es quien realmente es libre, puede transformar sus agrados y necesidades en otros, en su plano mental; puede y tiene la capacidad de querer esto o aquello, en lugar de querer porque algún sentimiento, emoción o sugestión del medio ambiente despierte en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa. La mayoría de los hombres son arrastrados como si fueran una piedra, obedeciendo al medio ambiente, influencias o emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y voluntad de aquellos que son más fuertes que ellos. Todo esto los arrastra sin que haya resistencia de su parte, porque suelen creer que en verdad son ellos quienes se mueven y la verdad es que no son más que fichas en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñan su parte y luego quedan a un lado, fuera del juego. Pero aquellos que conocen la verdad, o sea, las reglas del juego, se elevan por encima del plano material y colocándose en contacto con los Poderes Superiores de su naturaleza, dominan los planos y se hacen directores del juego en vez de fichas. Se hacen Causa en vez de Efecto. No es que se liberen de la causación, sino que siguen la causación de leyes superiores adueñándose así de los planos inferiores. De este modo se hacen parte consciente de la Ley, trabajan con ella, en vez de ser ciegos instrumentos.

Lo que la humanidad en su ignorancia llama “casualidad” no es más que una desfiguración de la palabra “causalidad”. Y esta palabra nos contesta la gran interrogante del hombre. ¿De dónde vengo? Esta Ley ha sido dada a conocer por los Grandes Seres Adelantados. Budha la enuncia al decir:

“LOS EFECTOS SIGUEN A LAS CAUSAS COMO LA SOMBRA AL CUERPO”.

Jesús, al referirse a esta Ley, dijo:

“CON LA VARA QUE MIDIERES SERÁS MEDIDO”.

Hermes dijo:

“CON LA MISMA ENERGÍA CON QUE UN PÉNDULO OSCILA HACIA LA IZQUIERDA, CON ESA MISMA ENERGÍA OSCILA HACIA LA DERECHA”.

Si la humanidad hubiera comprendido la enseñanza de Budha, Jesús, Hermes, etc., se encontraría en un camino de prodigiosas realizaciones y los estados de evolución humana serían algo esplendoroso frente a la naturaleza y la vida.

En los actuales momentos se han verificado progresos extraordinarios en el dominio de la física, de la electricidad, de la mecánica; pero esto no ha reportado felicidad alguna al corazón humano. Esto se debe a que el progreso de la técnica no ha marchado paralelo con el progreso de la ética y la estética y la comprensión espiritual de la vida.

El mundo se halla supercivilizado, pero totalmente inculto en cuanto se relaciona con la naturaleza interna del hombre.

Comprendida ya la Ley de Causalidad tenemos que aprender cómo es posible en nombre de Cristo, levantarse por encima de la Ley. Cristo no significa crucificado ni es sinónimo de Jesús. Cristo quiere decir la Verdad espiritual y absoluta acerca de alguna cosa. Por eso el Cristo significa enviado de Dios, portador de la Verdad, Mesías. Reconocer esta Verdad en alguna persona, condición o circunstancia, inmediatamente produce la mejoría de esa persona, o condición, siendo el mejoramiento en el mismo grado de fe en esa Presencia de la Verdad, del Cristo, de Dios, en una palabra, en aquello que se quiere mejorar. Por eso es cierto que Cristo vino al mundo a redimirlo y a salvarlo. Cuando el Cristo –la idea Verdadera de algo- es levantado por alguien en el pensamiento, la curación física, mental o moral siguen en consecuencia. Una curación mental consiste en hacer viva e inteligente a una persona idiota. Los niños poco diligentes en el trabajo de la escuela reaccionan mágicamente a tal trata miento espiritual. La enfermedad, la pobreza, la confusión, la ignorancia, la flaqueza humana, todo desaparece bajo la Presencia del Cristo Curativo. Por hondas que sean las raíces de nuestros males, una visión profunda, clara, del Cristo, de la Verdad espiritual, eternamente presente detrás de las apariencias, nos curará.

La Ley Espiritual eclipsa y domina todas las Leyes del Plano Físico y del Plano Mental. Esto no significa que las Leyes del Plano Físico o Mental puedan quebrantarse en su correspondiente Efecto; lo que significa es que el hombre tiene el poder de levantarse por encima de estos planos al Plano del Espíritu, planos de Dimensión Infinita donde tales Leyes no le afectan más. Él no viola las Leyes, se aventura más allá de sus fronteras, pasándose a planos en donde ellas no funcionan. En el Plano Espiritual todo es perfecto, eterno, inalterable, no hay míos ni tuyos, no se puede cosechar nada malo porque nada malo se puede sembrar. Pasándose a los Planos Espirituales para evadirse de los malos Efectos de una mala Causa, lo que hace el hombre es negar la mala Causa y reconocer la Causa Única de todo Bien. Cuando el hombre levanta su atención al Plano del Espíritu por medio de la oración, meditación o el tratamiento, se pone bajo la Ley del Bien Perfecto y se libra del Karma. Así el hombre puede elegir entre Karma o Cristo. Karma es precisamente el efecto negativo que cosechamos por nuestros actos, pensamientos, sentimientos y palabras negativas, anteriores. Estas son las buenas nuevas que Jesús enseñó: Los Evangelios. Estos son la carta de la libertad humana. El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios tiene dominio sobre todas las cosas. Puede elegir: confinarse en las regiones limitadas de los planos físicos, astrales, mentales y emocionales y allí quedar atado a la rueda del Karma; o apelar por la meditación y la oración al Reino del Espíritu, al Cristo y así liberarse. Vuelvo a repetir, el libre albedrío está en elegir: Cristo o Karma. Así que Karma no es inexorable si no mientras no recemos, CUANDO REZAMOS COMENZAMOS A ERRADICAR GRADUALMENTE LAS CONSECUENCIAS DESAGRADABLES DE NUESTROS ERRORES PASADOS. Por cada falta, o tenemos que sufrir las consecuencias y ser castigados, o las cancelamos por medio de la Oración Científica. Por la práctica de la Presencia de Dios en nosotros mismos y en todas las cosas. ¿Significa eso que cualquier falta, cualquier estupidez, hasta un grave pecado, puede expurgarse del libro de la vida, con todos los castigos y sufrimientos que son sus resultantes? Sí señor, significa ni más ni menos que eso.

No hay ningún mal que pueda resistir la acción del Cristo Curativo, y el que lo elige no perecerá a causa de su flaqueza sino que tiene la salvación eterna. No hay que equivocarse pensando que podemos pecar y evitar las consecuencias repitiendo una oración. No. Para borrar el castigo que sigue al pecado se requiere una realización de Dios lo suficientemente auténtica como para cambiar radicalmente el carácter del pecador. Un ejemplo: María Magdalena. No sirve una oración superficial. Cuando la oración o el trabajo espiritual han sido tan eficaces que el pecador llega a ser otro hombre (un hombre nuevo) y no desea repetir el pecado, entonces será salvado. Se convierte en Causalidad de bienes en lugar de Causa de Efectos malos.

LA MENTE ES UN MOTOR. LOS PENSAMIENTOS SON FUERZA O ENERGÍA QUE GENERA LA MENTE. Esta energía sale de nuestra mente en vibraciones, en ondas que, por obra y gracia de otra Ley que se llama El Ritmo, regresan a nosotros rítmicamente trayéndonos el fruto de lo que hemos sembrado, y como se sabe, el fruto es análogo a lo que se siembra. Es decir, que si haces un bien a alguien, esas palabras o ese acto bueno salen en vibraciones de color. Ese color tanto si es positivo como si es negativo atrae otras vibraciones de su mismo color que pululan en el espacio sembradas por otras mentes y te regresan aumentando el bien o el mal que hiciste. Te ocurren cosas bellas, cosas milagrosas y dices: ¡Qué casualidad, mira lo que me sucedió hoy por la mañana, qué maravilla! Cuando has debido decir: ¡Qué causalidad, qué frutos tan bellos he recogido de alguna Causa buena, que he sembrado por ahí. Gracias Dios mío! Y si por el contrario eres golpeado por la Ley de Causa y Efecto, que has violado quizás sin darte cuenta y empiezan a sucederte cosas realmente desagradables, dices: ¡La verdad es que estoy empavado, todo lo que hago me sale mal! ¿Qué habré hecho yo para que me sucedan estas cosas? Y la verdad es que estás dando en el clavo. ¿Qué habrás hecho para que te sucedan cosas negativas? Busca la Causa, destrúyela, modifícala y el Efecto, el mal Efecto, desaparecerá como por arte de magia.

Es muy confortante saber que el perdón de Dios por el mal uso de su energía (muestra fuerza vital, la que nos mantiene vivos en este plano) siempre está a mano para aquellos que realmente lo deseen. Aquel “Fuego Eterno” y “Castigo Eterno” que inventaron las religiones de la pasada era para controlar al mundo a través del temor, no es verdad. Cualesquiera que sean las Causas, el pecado, el error, la impureza, la imperfección en que hayamos caído, tenemos una manera consciente de transmutarlos, ¿Sabes lo que quiere decir “transmutar”? Quiere decir cambiar, transformar, y podemos hacerlo sin costo alguno.

Cuando los humanos se dan cuenta de que ellos mismos son los causantes de los males que los aquejan, de todas las limitaciones que encuentran en su mundo, de pronto les entra un intenso deseo de arreglar las cosas, sinceramente. Este deseo es el que cuenta y cuando este deseo es sincero y fuertemente proyectado recibe toda clase de ayuda de las Esferas Superiores. Hasta que llega ese momento el hombre o la mujer se sienten en rebelión contra las circunstancias y hasta contra Dios; o se someten a la situación relegándose a la condición de resignados, creyendo que el cúmulo de calamidades que les ocurren son la Voluntad de Dios, y por supuesto esto no sólo es una mentira, esto es una blasfemia, Dios como Padre que es no desea ningún mal para sus hijos y está siempre abierto para derramar sobre nosotros toda clase de bienes.

La Ley de Causas y Efecto está tremendamente manifestada en la Ley del Karma; el camino que estás recorriendo durante el transcurso de tu vida lo trazaste tú mismo sembrando las Causas, ahora recoge tus propios Efectos. Es importante pues que estés siempre alerta, sembrando Causas Buenas para que recojas Efectos Óptimos.

Por hoy es suficiente, creo haberte explicado las bases sobre las cuales se desarrolla o se desenvuelve la Ley de Causa y Efecto. En mi próxima Lección recibirás la última de las siete Leyes, la Ley de Generación.

Que la Luz te envuelva, hermano.

 

LEY DE GENERACIÓN


Amado hermano: Mi Cristo saluda a tu Cristo. Vengo a darte la octava Lección de Metafísica Cristiana. Vengo en nombre de mi Maestro Jesús a ponerte en posesión de la Verdad.

En mi séptima Lección te di algo de la Ley de Causa y Efecto, la cual irás conociendo más ampliamente a través de estos estudios y a través de tus propias experiencias. Hoy vengo a date la Séptima y última de las Siete Leyes Cósmicas que gobiernan el Universo y todo cuanto en él existe. Hoy vamos a hablar de la Ley de Generación

A este respecto el Kybalión dice: “EL GÉNERO ESTÁ EN TODO”

Este Principio manifiesta la verdad de que el género se encuentra presente en todo; los principios masculino y femenino está presentes y funcionan en cada uno de los planos de vida. La palabra “género” deriva de la raíz latina que significa “generar”, “concebir”, “crear”, “producir”.

Nada puede existir sin que el Principio de Generación se encuentre presente, o sea: nada puede generarse sin que el Principio Padre-madre se encuentre presente. Todo, absolutamente todo, se genera teniendo como origen su base masculina y femenina. No es lo que corrientemente se cree que la base sea lo que llamamos “sexo”. No. Esta palabra “sexo” no se aplica sino en el Reino Animal a las diferencias físicas que existen entre el macho y la hembra, en una pequeñísima región o sector del plano físico. Apréndete bien: “Sexo” es la diferencia que existe exteriormente entre el macho y la hembra dentro del gran plano físico, o sea, que el sexo no es el principio de generación, es simplemente la obligada presencia del masculino y femenino en toda creación.

En el sector Reino Animal y Humano el Principio se reconoce o se hace patente ante nuestros ojos, por la diferencia de sexos. En los planos más elevados toma formas más elevadas, pero en todo plano cada ser lleva en sí los dos elementos del Principio, pues como dice el primer enunciado: “El Género está presente en todo”.

“Todo contiene sus principios masculino y femenino”, dicen los herméticos, y así es en realidad. Como se ha dicho, aunque aparentemente antagónicos la Ciencia y la Filosofía, trillando diferentes senderos, encuentran las mismas verdades y al final terminarán estrechándose las manos. Y nosotros, los metafísicos, muy bien sabemos que lo que hoy va descubriendo la Ciencia y anuncia al mundo con gran alborozo como cosa nueva, hace miles de años lo sabían muy bien los hermetistas. O sea: “Nada hay nuevo bajo el sol, lo que es ya fue y será nuevamente”. (A este respecto recomendamos leer la obra “El Regreso de los Brujos” de Louis Pauwels).

Partiendo del Todo, o sea, de lo que llamamos Dios, la Metafísica lo considera no Solo bajo su aspecto de Dios-Padre sino bajo su doble aspecto de Dios-Padre-Madre. Cuando invocas a Dios-Padre, invocas a Dios-Inteligencia, Dios-Justicia. Cuando invocas a Dios-Madre, invocas a Dios-Amor, a Dios-Misericordia. De esta unión de Dios-Padre con Dios-Madre (nótense presentes los dos géneros masculino-femenino) o sea, de la unión de los dos Polos Inteligencia-Amor, surge como producto toda la Creación.

Hemos considerado el Principio de Generación en su manifestación más alta: Dios. Si bajamos a estudiarlo en lo más bajo, la materia, y lo buscamos en su manifestación más ínfima: el átomo, allí también encontraremos funcionando el Principio Masculino-Femenino como Polo Positivo (masculino) y Polo Negativo (femenino), o sea, electricidad positiva y negativa. El oficio del Polo Positivo o Masculino es atraer, estimular, sembrar, dirigir. El oficio del Polo Negativo o Femenino es recibir, germinar, reproducir, dar forma. El átomo se compone de un núcleo o centro, considerado como parte positiva o masculina y está rodeado por cierto número de electrones que giran vertiginosamente a su alrededor, cargados con electricidad negativa o femenina. Se sabe que ni la trillonésima parte de un átomo puede perderse, desaparecer totalmente, ser lo que llamamos destruido. No. El Universo está completo y siempre seguirá completo, porque es manifestación material de Dios. Cuando un átomo se fisiona y ya sabemos lo que ocurre cuando se efectúa esta fisión, ese átomo lo que hace es subdividirse en partículas más pequeñas, que entran a integrar partes de materia más pequeñas. La última palabra de la Ciencia es que el átomo no es la partícula  más ínfima, sino que hasta allí sólo ha logrado el hombre escudriñar. Todavía ese átomo puede subdividirse en multitud de corpúsculos más pequeños, que seguirán funcionando bajo el mismo patrón universal de un centro masculino con partículas femeninas girando en su derredor, o sea, que existe atomitos, hermanos unos de otros, hijitos, nietecitos, etc., de un átomo padre-madre, y así veremos repetirse el macrocosmos en el microcosmos, funcionando bajo las siete Leyes que se encuentran presentes en toda la Creación, con la sola diferencia de la dimensión.

Se postula que la formación de un átomo se debe a que los corpúsculos negativos se ponen a girar en torno de un corpúsculo positivo con elevado grado de intensidad. Los corpúsculos positivos parecen ejercer un cierto grado de influencia sobre los negativos, impulsándolos a constituir cierta clase de combinaciones que dan como resultado la creación de un nuevo átomo, revelándose aquí la cooperación de los principios masculino-femenino para la generación de un átomo que nace. O sea, que la parte masculina del átomo siembra en el femenino un estímulo para hacer algo, estímulo que el femenino recibe, hace germinar dentro de sí dándole forma, o sea, “comprendiendo” y obedece, o sea, que ese centro siembra su estímulo en electrones de un átomo vecino invitándolos a formar parte con él y esos electrones al obedecer o dejan disminuido el número de sus hermanos en el núcleo que abandonan o lo dejan completamente solo, quedando dicho núcleo vacante, solterito, dispuesto a contraer nupcias con los electrones de los átomos vecinos, formándose así lo que se llama una reacción en cadena, o sea, que por este medio se efectúa la transformación o transmutación de la materia, cosa harto sabida y estudiada en Química.

He aquí pues, cómo funciona el Principio de Generación en cuanto a la materia se refiere.

Los términos Positivo-Negativo han sido erróneamente aplicados a este fenómeno. La palabra Positivo sugiere algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del Negativo. Pero nada está más lejos de la verdad en los fenómenos eléctricos. El Polo Negativo de la batería  es realmente el polo en y por el cual se manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas. Nada hay de “negativo” en él. Los hombres de ciencia que ven esto, están aplicado la palabra “cátodo” en lugar de “negativo”, derivando a “cátodo” de una raíz griega que significa “desciende o recorre el camino de la generación”. Del “cátodo” emerge el torbellino de electrones o corpúsculos, así como de él surgen también esos maravillosos “rayos” que han revolucionado todas las teorías científicas de los pasados siglos. El Polo Catódico o Femenino es Principio-Madre de los fenómenos eléctricos y de las más sutiles formas de la materia que la Ciencia ha logrado descubrir. De modo que existen razones poderosas para sustituir el antiguo término “negativo” por el de “femenino”, que le es más conveniente. La Ciencia dice que los corpúsculos o electrones creadores son femeninos, ya que ha constatado que emiten electricidad “negativa” y los metafísicos decimos que emiten “energía femenina”.

Como ya expliqué un corpúsculo femenino se destaca, o sea, que deja a un corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera, animado por el impulso de crear nuevas formas o materias, busca autores, van más lejos y dicen: “en seguida busca, por su propia voluntad, una unión...” y empieza un determinado proceso creador. Las partículas femeninas vibran más intensamente bajo el estímulo de la energía masculina y giran más activamente en torno a esta última. El resultado de esta unión y vibración es el nacimiento de un nuevo átomo, en el cual sólo se ha operado el proceso de transformación. Así vemos que el Principio Metafísico de Vibración que asegura que todo está en perpetuo movimiento y estado de transmutación, es verídico.

El átomo ya constituido posee ciertas propiedades que le son inherentes, pero ya no manifiesta más la propiedad de electricidad en libertad. El proceso de separación o liberación de electrones femeninos es lo que la Ciencia llama “ionización”. Estos electrones o corpúsculos son los obreros más activos en el campo de la Naturaleza. De sus uniones o combinaciones surgen las manifestaciones de la luz, el calor, la electricidad, el magnetismo; de la atracción, de la repulsión, de las afinidades químicas y sus contrario, así como otros fenómenos de índole similar. Todo surge del funcionamiento de este Principio de Generación en el plano de la energía. El papel del Principio Masculino parece ser el de dirigir cierta energía, que le es propia, hacia el Principio Femenino, poniendo en actividad el proceso creador. Pero el Principio Femenino es siempre el que ejerce o ejecuta el trabajo activo, el que pone en actividad el proceso creador en todos lo planos, absolutamente. Sin embargo, cada Principio es incapaz de energía operadora sin la ayuda del otro, o sea, que en toda la Naturaleza los Principios Masculino-Femenino se complementan. En algunas formas de vida, los dos Principios se combinan en un solo organismo. Son los animales que la Ciencia llama “hermafroditas” o “andróginos”, porque llevan en sí dos sexos, que es como se manifiesta este Principio en el mundo animal y humano. Es así como funciona este Principio de Generación en el plano material o energía. Estudiémoslo ahora en el plano mental.

Los estudiantes de psicología moderna están extrañados ante los fenómenos mentales que presentan la existencia de una “dualidad mental”, es decir, una “mente doble”. Hudson en 1893 llamó la atención de los científicos con sus teorías de “consciente” y “subconsciente”, o lo que es lo mismo, mente voluntaria e involuntaria, mente activa y pasiva.

El estudiante de Metafísica sonríe cuando oye hablar de esas numerosas “teorías nuevas”, respecto a la dualidad de la mente, cuando al hojear sus libros de Filosofía Oculta se encuentra con que esa antigua Filosofía conocía el fenómeno de la dualidad mental estudiándolo mediante la teoría del género en la mente.

El Principio Masculino corresponde a la mente consciente, activa, voluntaria, etc., en tanto que el Principio Femenino corresponde a la mente pasiva, inconsciente, subjetiva, etc. Por supuesto la Metafísica no concuerda con la Ciencia en sus modernas teorías relativas a las dos fases de la mente. Los instructores imparten sus enseñanzas metafísicas concernientes a este punto pidiendo a sus discípulos que se atengan al proceso de su propia conciencia, experimentando con su propio “yo”. Una persona que desea hacer tal experimento debe aislarse y entrando en el silencio adentrarse en las profundidades de la parte interna de su ser. Al ponerse en meditación buscando dentro de sí mismo ¿Con qué tropieza en primer término? Tropieza con la presencia de su “Yo”, un “Yo” del cual está consciente, un “Yo” que está activo en él todo el tiempo y que por lo tanto se manifiesta como su parte masculina mental. Ahora bien, si está presente el género masculino, lógicamente también debe hallarse presente el femenino. Sigue buscando más adentro y tropezarás con algo que se parece al “Yo” pero que no es el “Yo” precisamente (como el hombre se parece a la mujer pero ni él es exactamente a ella, ni ella exactamente él, ambos tienen su propia individualidad) pues te vas a tropezar con la parte femenina de tu mente que se te revela como el “Mi”. Este par mental difiere en características y naturaleza. Comencemos considerando el “Mi” o “Me” que generalmente se confunde con el “Yo”, si no se profundiza en los recovecos de la conciencia. Hay quien siente el “Mi” como un conjunto de pertenencias, con lo cual va formando lo que él mismo llama su personalidad. “Mi opinión”, “mi manera de sentir”, “mis conocimientos”, “mi simpatía por cual o tal cosa”, “mi auto”; oh, sí; todo esto forma su personalidad, quítale a ese hombre su auto, su casa, sobre todo quítale sus vestidos y lo verás cambiar radicalmente; un hombre elegantemente vestido no sostiene la misma actitud que uno a quien le acaban de rajar los pantalones dejando sus interiores al descubierto. El hombre piensa de sí mismo en su aspecto de “mi” o “me” como si estuviera compuesto por estos sentimientos de agrado o desagrado, hábitos, lazos especiales, características, etc. Él piensa que él es esto, sin darse cuenta de que estos sentimientos cambian, que nacen y mueren, que están sujetos a las Leyes del Ritmo y la Polaridad, cuyo funcionamiento los lleva de un extremo al otro. El “Mi” de muchos individuos está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuerpo y de sus apetitos físicos, y estando su conciencia limitada a su naturaleza corporal, prácticamente “viven allí”.

No pueden pensar que su mente existe sin el cuerpo físico del cual están conscientes. Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia va adquiriendo el poder de desprender a su “Mi” del cuerpo, como un ente aparte que sólo existe en Su Mente. Pero aún así es capaz de equivocarse identificando al “Mi” con sus estados mentales, sensaciones, etc., que siente existiendo dentro de él. E identificará estas sensaciones o estados mentales como cosa que es parte de su ser, en vez de estimarlos como simples estados de conciencia que van de paso, producidas por su mentalidad, existentes en él. Dentro de él y proviniendo de él, pero que sin embargo no son él mismo. Puede comprobar también que esos estados mentales cambian por un esfuerzo de su voluntad, que él es capaz de producir un estado mental o sensación completamente opuestos y verá que siempre dentro de él siguen existiendo el mismo “Mi”. Después de un tiempo podrá dominar ciertos hábitos o características mentales, emociones, cualidades y otras posesiones personales, rigiéndose a voluntad. Esto exige concentración mental y poder de análisis por parte del estudiante. Pero ese trabajo es posible aún para los que no están muy adelantados.

Ahora bien, tú estás constatando que ese “Mi” que vive en ti puede ser gobernado o dirigido por “algo” que también está dentro de tu mente, un “algo” que puede querer que el “Mi” obre o reacciones de tal o cual manera, pero un “algo” que también es mente y no es activo, que simplemente dirige o permanece como espectador de las reacciones del “Mi”. Ya esa manera de actuar lo delata como la parte masculina de la mente, que no es otra que el “Yo”. Allí, si lo analizas, encuentras que este “Yo” no tiene capacidad de activar una creación, sino que él es quien la proyecta como energía creadora hacia el “Mi” estimulándolo; es entonces cuando el “Mi” activado procede a la germinación mental dando forma al pensamiento, estimulando a su vez el campo volitivo para poner al ser en acción y traer a realización la idea. Así sabemos que el “Yo” representa el aspecto masculino de la mente, el aspecto de Ser: el “Mi” representa el aspecto femenino, que no es el Ser, sino el devenir. La tendencia del Principio Femenino es siempre la de recibir impresiones o estímulos; mientras que la tendencia del Masculino es darlas o expresarlas. El Principio Femenino conduce al trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas, es lo que conocemos como imaginación, la imaginación es fértil, suele decirse, sí, es fértil, siempre en actividad generativa, inventando, produciendo. Sin embargo, si no existe la parte masculina que es la que siembra las ideas, la parte femenina se contentaría con divagar sin pensar en nada concreto, se contentaría con generar imágenes mentales como resultado de las impresiones recibidas del exterior, de afuera, en vez de producir las creaciones mentales originales de su propio “YO”.

Y es en este proceso donde el estudiante metafísico debe fijar su atención. El “Mi” o parte femenina de la mente produce siempre estimulado por el “Yo”, quien a su vez recibe la idea original del “mundo de las ideas” donde la Mente única o Mente universal las siembra. El “Yo” capta allí sus ideas, que son inéditas, originales y las siembra en su “Mi”; el “Mi” las recibe y enseguida comienza a trabajar dándoles forma, ampliándolas, haciéndolas crecer, generándolas en una palabra. Entonces viene la manifestación, la “idea original” del artista original, del genio, del escritor, pintor, músico, etc., “que no copia” sino que trae a manifestación las creaciones de su propio “Yo”. Pero hay personas que poseen un “Yo” perezoso, débil o tímido. Personas cuyo “Yo” se silencia ante la presencia de un “Yo” exterior más fuerte. Son estas personas que se dejan influenciar por otra, que jamás saben lo que quieren, que se limitan a ser serviles copias de los modos ajenos. Hay personas de mentalidad masculina (puede ser hombre o mujer), repito de mentalidad masculina muy fuerte, o sea que poseen un “Yo” muy fuerte y tratan de proyectar ese “Yo” en los “Mi” de otras personas. ¡Ahí es donde hay que estar alertas! ¿Qué clase de “Yo” ajeno viene a sembrar sus ideas en mi “Mi”? Si es una mentalidad superior como un Jesús de Nazareth, como un Mahatma Ghandi, como un Einstein o un Walt Whitman, muy bien, puedes aceptarlo, sin anular completamente a tu “Yo”. Pero, si por el contrario, se trata de un fanático, de un líder político sanguinario, si se trata de alguien que quiere inducirte a caer en ideas que tu moral rechaza, ¡deténlo! Ciérrate, no le permitas actuar sobre tu “Mi”. Ve a la soledad de tu alcoba y recapacita, medita, pídele a tu “Yo” y mejor que nada a tu “Yo Superior” a tu Alto Ego que es la Mente Divina en ti, que te oriente. Después de una oración de petición de ayuda, quédate sereno, deja que tu “Yo” hable y harás la idea tuya, no la ajena, la idea sembrada directamente del mundo de las ideas universales, a tu “Yo”, deja que la idea pase a tu “Mi” y realízala.

Este método explica y enseña cómo funcionan los fenómenos telepáticos, influencia mental, sugestión, hipnotismo, etc. En los fenómenos telepáticos se ve que la energía vibratoria del Principio Masculino se proyecta hacia el Principio Femenino de otra persona y que esta última absorbe ese pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. En la misma forma obran la sugestión y el hipnotismo. El Principio Masculino de una persona da la sugestión dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio hacia el Principio Femenino de otra, y ésta, al aceptarla, la hace suya y piensa en consecuencia. Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se desenvuelve, y a su tiempo es considerada como una verdadera creación mental del individuo, cuando no es más que el huevo de una pava puesto en el nido de una gallina, pues ese nido mental ha sido sembrado con un huevo que no le es propio. El proceso normal  es que le Principio Masculino y el Femenino de una persona trabajen coordinada, armoniosa y conjuntamente. Desgraciadamente, el Principio Masculino de los individuos corrientes, suele ser demasiado inerte y perezoso para obrar y el despliegue del poder volitivo es muy ligero; en consecuencia la mayoría es dirigida por las mentes y voluntades de los demás a quienes se permite querer y pensar por uno mismo y la mayoría quieren y piensan para su propio provecho y no desinteresadamente. Así vemos hombres y mujeres convertirse en ecos de los que tienen una mente o voluntad más fuerte que la suya.

Este Principio de generación puede y debe ser estudiado más a fondo. Con lo que te he dado hoy tienes la base para ampliarlo con lecturas adecuadas y a través de tus propias experiencias. Hemos terminado con las Leyes o Principios Universales. Aquí te digo:

NO PERMITAS QUE TU MENTE SEA INFLUENCIADA POR OTRAS MENTES, A MENOS QUE SEAN MENTES MUY SUPERIORES CUYAS ENSEÑANZAS PUEDES SEGUIR SIN MENOSCABO PARA TI.


USA LAS 7 LEYES CON SABIDURÍA Y SERÁS DUEÑO DE TU MUNDO.

Por hoy me despido con nuestro saludo metafísico.

Que la Luz te envuelva, hermano.