SEGUNDA PARTE

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS OMEGA

9

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS




(OMEGA)


9

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS


Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis figuran entre los más importantes de los grandes símbolos bíblicos porque nos dan la clave a la naturaleza del hombre como nosotros lo conocemos. Cuando entiendan estos símbolos completamente, entenderán su propia composición y serán capaces de dar inicio al trabajo de lograr el dominio sobre sí mismos y sobre su circunambiente.

Existe otra razón de por qué es importante entender los Cuatro Jinetes. Ellos conforman un ejemplo típico de la manera en que la Biblia hace uso del principio general de simbolismo.

Cuando hayan comprehendido su completa significancia –al darse cuenta de cómo la Biblia habla sobre, por ejemplo, caballos a fin de enseñar la Verdad sicológica y espiritual- habrán alcanzado la maestría sobre el plan general de la alegoría bíblica. La Biblia no fue escrita en el estilo de un libro moderno. La misma tiene un método enteramente propio de comunicar el conocimiento mediante símbolos pictóricos, ya que es la única manera posible en que podía darse el conocimiento a las gentes de todas las edades en diferentes partes del mundo y de diferentes grados de desarrollo espiritual. Un planteamiento directo en la manera moderna le resultaría atractivo a una clase particular de audiencia, pero un símbolo interesa a cualquier audiencia, recibiendo cada individuo exactamente en la medida en que está preparado para hacerlo.


PREDICCIONES DEL FUTURO


La Biblia no está llena de predicciones. La Biblia no se ocupa solamente de decir lo que va a pasar en el futuro, ya que si esto pudiera hacerse, denotaría que no tenemos libre albedrio. Si el futuro se arregla desde ahora –como un rollo de película empacado en su caja-, ¿Qué propósito tendría orar o estudiar metafísica? ¿por qué entonces le dedicaría Jesús tantas horas a la oración si no podía cambiar nada? No, claro que sí pueden cambiar el futuro y el presente mediante la oración y, sin duda, es su actitud hacia la oración lo que los hace o los deshace –los enferma o los sana, los entristece o los alegra, los vuelve estúpidos o sabios.


LAS CUATRO PARTES DEL CUERPO




Los cuatro Jinetes del Apocalipsis representan las cuatro partes o elementos de nuestra naturaleza humana tal cual la tenemos hoy. En cuanto al conocimiento propio de nuestra encarnación actual, pareciéramos estar compuestos de cuatro partes. Primero de todo está el cuerpo físico, aquello que ven cuando se miran en el espejo. Le sigue la naturaleza sentimental o emocional. Esta es una parte extremadamente importante de ustedes, y aunque no pueden “ver” sus sentimientos, están tremendamente conscientes de ellos. En tercer lugar, está su intelecto. Tampoco pueden ver esto, pero están bastante conscientes de su existencia ya que allí están contenidos todos los conocimientos que poseen –sean importantes o no-. Y por último, esta su naturaleza espiritual, o su verdadero Ser Eterno, su verdadero yo, el “YO SOY”, el Cristo Interno, la Chispa Divina, o como quiera que los provoque llamarlo. Esta es su verdadera identidad, la cual es eterna. Casi todos creen en su existencia, pero en su mayoría la gente tiene muy poca conciencia de la Chispa Divina como una realidad.

Los estudiante de metafísica están conscientes que, al final, llegará la hora en que los primeros tres cuerpos se fundirán en el cuarto y que, entonces, todos habremos de saber en vez de creer que la naturaleza espiritual lo es todo. Mientras tanto, no obstante, éste no es el caso, por lo que nos encontramos viviendo con estos cuatro elementos de nuestra naturaleza. Y la Biblia los llama los Cuatro Caballos.


EL CABALLO PÁLIDO


Consideraremos al primer caballo como el Caballo Pálido, y “pálido” quiere decir el color del terror. Puede que ustedes hayan visto el terror desdibujado en algún rostro humano, y no me refiero sólo al nerviosismo o miedo moderado sino al terror. No es un cuadro placentero. La piel adquiere una clase de color gris ceniciento, y ése es el color del Caballo Pálido.

“...cuyo jinete tenía por nombre Muerte, y Hades le seguía.” Apocalipsis 6:8


Bueno, el Caballo Pálido representa el cuerpo físico, y aquí se nos dice que el que cabalga sobre este caballo es la Muerte, y que el Hades (v.g. el infierno) lo va persiguiendo. Si ustedes son esta clase de jinete, si tan sólo viven para su cuerpo físico, no los espera otra cosa que el infierno –ya sea en este plano o en cualquier otro. Esa gente que sólo vive para el cuerpo son merecedores de lástima. El cuerpo es el más cruel de los capataces, cuando se le permite que sea él quien mande. La persona que vive sólo para la comida y la bebida y la sensualidad, no trae a su vida más que mal y destrucción aquí mismo en este plano. Recuerden que la persona que vive para el cuerpo no puede estarse regenerando, por lo que se pone más vieja cada año. Esto quiere decir que el cuerpo va progresivamente fallando, sin contar dicha persona con otros recursos.

Para esa persona, la tercera edad trae decrepitud y vacío –y probablemente dolor e incomodidad también. Esta persona ha cabalgado sobre el Caballo Pálido, y el infierno tiene que seguir a dicho jinete.

Pero el Caballo Pálido no sólo representa al cuerpo físico. Representa también todas las otras cosas físicas, lo que la Biblia en algunas instancias llama “el mundo” –dinero, posición, honores materiales, etc. Si ponen el dinero antes que nada, están cabalgando sobre el Caballo Pálido aunque no sean glotones o sensualistas. El Dinero es su Dios y probablemente lo obtendrán; pero les pesará ya que el infierno los vendrá persiguiendo. ¿Por qué adorar al dinero? Una vez que han comprado algo de comida, algo de vestimenta, pagado su alquiler y obtenido algunas otras cosas, ¿Qué más les puede dar el dinero? Hay millonarios caminando por la Quinta Avenida que se encuentran con que no hay nada, ni siquiera un artículo, que ellos realmente necesitan que el dinero les pueda comprar. No pueden entrar a cualquier tienda con un cheque en blanco y comprar paz mental, o un cuerpo sano, o una amistad, o lealtad; o por encima de todo, un contacto con Dios.

Hay otra gente que si bien no les interesa el dinero, anhela honores y distinciones mundanas. Quiere ser importante o –lo que sería más acertado- ser considerada importante. Quiere ser la cabeza de algo. Quiere ser admirada. No piensa en el bien que pudiera hacer en el mundo, sino en cuánto honor puede recibir. Ellos también cabalgan sobre el Caballo Pálido y el infierno los persigue. Si pudieran leer los corazones de aquellos que ocupan las sillas del poder, les sorprendería cuán a menudo descubrirían desilusión y mortificación, ya que el Caballo Pálido siempre obra como de usanza.

Si un individuo acepta un nombramiento importante porque honestamente quiere servir a otros y glorificar a Dios, esta persona no cabalga sobre el Caballo Pálido, y en este caso –si las cosas salen mal, o si es incomprendido o maltratado- no le importará. No se apesadumbrará, porque estaba tratando de hacer el Trabajo de Dios, que –de por sí- es todo un éxito.

Aquel que vive para beber y comer, el sensualista y el drogadicto; aquel que vive para el dinero o para los honores mundanos, es el jinete del Caballo Pálido.

A continuación, revisemos el Caballo Rojo:

“Y salió otro caballo bermejo. Y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada” (Apocalipsis 6:4)

¿Qué es el Caballo Rojo? Es su naturaleza emocional, sus sentimientos. Su mente humana, como la conocen actualmente, consiste en dos partes –intelecto y sentimiento- y nada más.

Todo pensamiento que puedan pensar está compuesto de dos partes: un contenido de conocimiento y un contenido de sentimiento; de manera que siempre obtienen estas dos cosas, conocimiento y sentimiento. El conocimiento pertenece al intelecto, y, por supuesto, el sentimiento pertenece a la naturaleza emocional. En algunos pensamientos el contenido de conocimiento es mucho mayor que el contenido emocional, y en otros pensamientos la proporción es la inversa.

En el caso extremo de las matemáticas, el contenido emocional está casi ausente del todo. Nadie se pone muy emocional está casi ausente del todo. Nadie se pone muy emocional que digamos por causa del conocimiento de que cualquiera dos lados de un triángulo son, juntos, mayores que el tercer lado, o que cuando dos líneas rectas se cruzan. los ángulos verticalmente opuestos son iguales. Un pequeño contenido emocional sí existe porque el conocimiento definitivo y certero siempre le proporciona algo de satisfacción a la mente, así como también hay una cierta belleza en estas verdades matemáticas. Pero sigue siendo verdad que - para la mayoría de gente- tendría una cantidad de sentimiento bastante pequeña.

En el lado opuesto de la escala están los pensamientos conectados con la religión y la política. Todos sabemos cuán llenos de sentimiento (por no decir prejuicios) están ambos tópicos. Son tan fuerte los sentimientos que, a estos respectos, tiene la gente por lo general son declarados tabú e reuniones sociales. Y, no obstante, la cantidad de conocimiento real que la mayoría de la gente tiene sobre esos dos temas es sorprendentemente pequeña. Por ejemplo, si bien es poca la gente que ha realmente estudiado las doctrinas de la iglesia en particular a la que pertenecen, no obstante, tiene fuertes sentimientos sobre las mismas (iglesias) y es apta a resentir crítica más leve que se le haga a dichas instituciones. Poca gente ha considerado cuidadosamente los principios políticos que subyacen a sus propios partidos políticos, y tampoco se ha tomado el trabajo de familiarizarse con mucha información sobre la materia, lo que no impide que sean agitados partidarios. Sobre estas y otras cuestiones l gente tiene una masa de sentimiento apenas alumbrada por el intelecto. El contenido intelectual de tales pensamientos es muy pequeño.

Es muy peligroso permitirle a sus emociones asumir el control, permitirle al Caballo Rojo que se desboque con ustedes encima, ya que les socavará la salud y les arruinará la vida en todos sus aspectos. El Caballo Rojo es tan peligroso como el Caballo Pálido, pero, por supuesto, no es tan ruin por lo que desbarata más vidas. Un adulto es una persona que tiene control de sus sentimientos. Una persona que no puede controlar sus sentimientos sigue siendo todavía un niño, aunque tenga cien años de edad. Si tú no puedes controlar tus emociones, tus emociones te controlarán a ti y te destruirán.

Esto no quiere decir que las emociones o sentimientos son, de por sí, algo malo. Esto quiere decir que lo que es malo es emoción descontrolada. Es más, tan malo es no tener casi emoción como tener demasiada. La gente que es emocionalmente débil por lo general no llega a nada. Son esas personas extremadamente solícitas que nunca son consideradas para nada o siquiera notadas. Nadie sabe (o a nadie le importa) si tales personas están o no en el salón.

Pareciera como si esta gente entrara accidentalmente a la vida como flotando a la deriva; como que es llevada por la corriente a un negocio donde no llega a nada; navega a la deriva al interior de un matrimonio; y, finalmente, flota a la deriva al interior de la tumba –todo aparentemente más o menos inadvertido.

Una fuerte naturaleza emocional es como un gran automóvil poderoso. Si lo controlas es algo tremendo y te llevará doquiera que quieras ir, ya sea a través de los terrenos más escabrosos o a la cima de una montaña, porque está lleno de potencia. Pero si no lo controlas, si no entiendes cómo manejarlo, o si eres estúpido y aceleras cuando deberías frenar, el automóvil se auto-destruye contigo dentro, por razón de que es tan poderoso.

Si te consigues un auto viejo y destartalado que apenas puede siquiera circular a baja velocidad, no llegarás a ninguna parte pero tampoco causarás daño alguno. Aún si te vas de frente contra una pared, este auto si acaso toserá y se detendrá sin mayores consecuencias.

Una naturaleza emocional fuerte constituye una dote espléndida si tú eres quien manda, pero si es ella la que te domina a ti, te encontrarás cabalgando sobre el Caballo Rojo; y si estas cabalgando este caballo, mejor es que desmontes tan pronto como te sea posible. Es que no hay salvación para tal jinete.

¿Cómo habrás de saber si estás cabalgando sobre el Caballo Rojo? Bueno, si te acaloras por cosas sin importancia, si te enfureces y te indignas por tonterías, particularmente cuando se trata de asuntos que no te incumben; si te alteras por cosas que lees en los periódicos; si estás tratando de correr la vida ajena y te alteras por eso, entonces estás cabalgando sobre el Caballo Rojo –y es mejor que te bajes cuanto antes.

El momento en que aprendas a controlar tus sentimientos será el momento en que comenzarás a hacer algo de tu vida.


EL CABALLO NEGRO


Cuando llegamos al Caballo Negro, encontramos que dice:


“Y he aquí un caballo negro, y el que le montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras e cebada por un denario.”

(Apocalipsis 6:5-6)


Un par de balanzas, es decir, una báscula como la que usa un tendero o un farmaceuta, es aquí un símbolo de carestía o escasez. Esto quiere decir que no hay suficiente para todos y, por lo tanto, que las cosas tienen que ser racionadas. El Caballo Negro representa el intelecto, y si tú cabalgas sobre el Caballo Negro obtendrás la carestía o inanición del alma. Muy poca gente cabalga sobre el Caballo Negro en comparación con los que cabalgan sobre el Rojo, pero algunos lo hacen, y el mundo civilizado en conjunto lo ha estado cabalgando por varios siglos.

Cabalgar sobre el Caballo Negro no quiere decir “tener un buen intelecto”. Esto último no es del todo malo. De hecho, mucha gente –particularmente en el mundo religioso- estarían mucho mejor si tuvieran un poco más intelecto del que tienen. Cabalgar sobre el Caballo Negro es dejar que tu intelecto te domine en perjuicio (o con la exclusión) de la naturaleza emocional, y especialmente de la espiritual. Es algo muy bueno tener un intelecto bien entrenado y pulido por el uso, pero es un verdadero infortunio dejar que él mande. Hay gente que dice que el universo puede ser entendido intelectualmente, que todo acerca de Dios se puede poner en términos de simple castellano y explicado con precisión a punta de palabras. Esto es absurdo porque esto, en realidad, es un intento de definir lo Infinito, y –como dice Spinoza- definir a Dios es negarlo.

Otra gente dogmatiza y dice que lo único que existe es la materia; y que la mente es una secreción de la materia; y que, por lo tanto, la mente no puede dominar la materia, y que el hombre no puede sobrevivir a la muerte porque no puede llevarse su cuerpo consigo. Esta gente dice que el cerebro piensa, y que cuando el cerebro se pudre en la tumba, el pensador no puede estar vivo. Hay otra gente que resentiría que se le denominase materialista, si bien dice que no puede creer en la oración porque las leyes de la naturaleza son deterministas y que, por ende, la oración no tiene posibilidad alguna de cambiar nada.

Toda esta gente está cabalgando sobre el Caballo Negro, y sufre de hambre y carestía porque esas creencias erradas la privan de todo entendimiento y crecimiento espiritual.

El intelecto es algo excelente, e indudablemente no podríamos vivir en este plano sin él. Pero el intelecto sólo puede habérselas con cosas tridimensionales. Se descompone si se le lleva más allá de esto. Necesitamos el intelecto para comprar y vender, para construir edificios y carreteras, para hacer nuestro trabajo diario, etc. Pero a medida que nos acercamos a Dios, abandonamos el territorio del intelecto y vamos allende el mismo dentro de la región de lo espiritual, donde los valores son la perfección, y la dimensión es el infinito. La verdad acerca de Dios debe ir allende al intelecto, y se requiere de la naturaleza espiritual para entenderla. El instrumento del intelecto es la razón, y si bien es verdad que todo aquello que contradiga la razón no puede ser Verdad, las verdades religiosas tienen que ir allende el pensamiento racional sin, por supuesto contradecirlo.

El intelecto no puede darte la verdad sobre Dios, y suponer que lo puede hacer es como tratar de usar un termómetro para pesar un paquete, o tratar de usar una báscula para medir la temperatura de la habitación. Cuando haces esto, estás confundiendo tus instrumentos.

Si tratas de vivir sin el conocimiento de Dios, sin la oración o contacto espiritual, será inevitable que tarde o temprano te encuentres en una condición de desilusión y desazón, ya que tal es el destino del jinete del Caballo Negro.

En el siglo XIX, muchos hombres de ciencia no creían en nada que no pudiera ser aislado en un tubo de ensayo o examinado bajo el microscopio. Estos científicos materialistas cabalgaron sobre el Caballo Negro; pero actualmente algunos de los más eminentes científicos están comenzando a reconocer la existencia de cosas espirituales.

La civilización occidental definitivamente ha estado cabalgando sobre el Caballo Negro desde la conclusión de la Edad Media. El Renacimiento redescubrió el intelecto –lo cual fue un logro espléndido-, pero la civilización occidental no mantuvo al intelecto en su lugar. Se le permitió que asumiera la posición de mando. Desde entonces la forma de nuestra educación ha sido predominantemente intelectual, en detrimento de otras cosas. Este ha sido especialmente el caso desde que la Edad Moderna comenzó con la invención de una máquina de vapor comercialmente práctica a mitades del siglo XVIII.

La Segunda Guerra Mundial (que en realidad no fue sino una continuación de la Primera) se debió directamente a esta política. La humanidad ha desarrollado un conocimiento intelectual y científico superior con creces al entendimiento moral y espiritual de la raza. Este desarrollo le ha dado a hombre el poder de, por ejemplo, fabricar poderosos explosivos, construir submarinos y aviones, etc.; pero debido a que su desarrollo espiritual se ha quedado tan rezagado detrás de sus logros intelectuales, el hombre usa estas cosas para la destrucción y tiranía. De haberse mantenido parejo el entendimiento de la verdadera religión con los descubrimientos científicos, tal conocimiento sería utilizado en pos de la iluminación y la felicidad de la humanidad en vez de ser usada para su destrucción. Todo esto constituye cabalgar sobre el Caballo Negro.

El jinete del Caballo Negro es como un piloto que se pasa el día entero carreteando por la pista, sin despegar jamás. Ahora bien, no se construyó el avión para carretear por la pista. Hasta el automóvil más viejo y barato se mueve mejor sobre la tierra que el mejor de los aviones. El avión no está construido para la tierra sino para volar por el cielo, y hasta que no despegue se encontrará fuera de su elemento.


EL CABALLO BLANCO


Finalmente llegamos al Caballo Blanco, y aquí encontramos la solución a todos nuestros problemas.

“Y miré y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.” (Apocalipsis 6:2)


El Caballo Blanco es la Naturaleza Humana, y el hombre o mujer que cabalga sobre el Caballo Blanco recibe libertad, y gozo, y felicidad y armonía fundamentales; porque el Caballo Blanco es la realización de la Presencia de Dios.

Cuando ponen a Dios primero en su vida, cuando rehúsan limitar a Dios, cuando dejen de decir que Dios no puede hacer algo, cuando confíen en Dios con la totalidad de su corazón, estarán cabalgando sobre el Caballo Blanco, y es solo cuestión de tiempo para que sean libres, para que amanezca el día y las sombras se retiren en desbandada. El Caballo Blanco los transportara a la salud y libertad y auto-expresión; a un conocimiento de Dios, y, finalmente, a la Realización de Él. Sobre el Caballo Blanco cabalgarán como vencedores para continuar venciendo.

Se nos dicen dos cosas muy interesantes sobre el jinete del Caballo Blanco. La Biblia dice que aquél que sobre dicho caballo montaba tenía un arco. El arco-y-flecha es un símbolo antiguo de la Palabra Hablada. La Palabra Hablada hacen que pasen cosas. Cuando pronuncian la Palabra, disparan una flecha, la cual va donde apuntaron y no se puede hacer que regrese – como tampoco puede regresar vacía. Dense cuenta de que la Palabra no tiene que ser pronunciada audiblemente. Por lo general la oración silente es más poderosa que la oración audible; pero si se les dificulta la concentración porque están preocupados o temerosos, encontrarán que es más fácil orar audiblemente. El jinete del Caballo Blanco pronuncia la Palabra.

El jinete Blanco lleva una corona en la cabeza, y la corona siempre ha sido el símbolo de la victoria. Quien quiera que gana en una lid, obtiene la corona. Los griegos acostumbraban dar una corona de laurel al ganador de una carrera, y a todo lo largo de la historia los reyes han sido coronados. La corona es un símbolo de victoria, y el jinete del Caballo Blanco es siempre el vencedor.

Esta es la historia de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Si quieren paz mental, si desean sanación, felicidad, prosperidad, y libertad; por encima de todo, si quieren un entendimiento de Dios, sólo les queda un camino: ¡Cabalgar sobre el Caballo Blanco!

Si sólo les interesan las cosas materiales, o si están dejando que sus emociones hagan con ustedes lo que les plazcan, o si están tratando de juzgar los valores eternos mediante standards intelectuales finitos, están cabalgando uno de los otros caballos, y lo único que les puede llegar son problemas.

El defecto fatal del Imperio Romano fue que cabalgó sobre el Caballo Pálido, y sabemos qué le pasó a este imperio. Por cerca de cuatrocientos años, nuestra propia civilización ha estado cabalgando sobre el Caballo Negro, y podemos ver que le ha pasado. Ahora bien, creo empero que la humanidad está lista –o casi lista- para treparse sobre el Caballo Blanco, y todos debemos ayudarla a hacerlo en cualquier forma que nos sea posible –ya sea mediante la oración o el ejemplo personal. El jinete del Caballo Blanco cabalga victorioso para continuar las victorias.


CONSTITUCIÓN CUÁDRUPLE


Es así como está constituida la naturaleza humana según la conocemos. Pareciera que tenemos cuatro elementos, pero como estudiantes de metafísica, saben que sólo uno de estos es real y eterno. Por supuesto que éste es su Naturaleza Espiritual. Uno de estos días se darán cuenta de esto, y entonces los otros elementos se desvanecerán en la nada, dejándoles espirituales, completos y perfectos. Tal evento, no obstante, no acontecerá todavía por lo que, mientras tanto, deben ocuparse de entender su naturaleza cuádruple a fin de que la puedan controlar.


LAS BESTIAS DEL APOCALIPSIS


Sobre esta constitución cuádruple del hombre, también aparecen en la Biblia otras enseñanzas en diferentes maneras. Por ejemplo, las cuatro Bestias del Apocalipsis (Apocalipsis 4:6-9; Ezequiel 1:10 – 10:14) son en realidad, los cuatro caballos que son considerados en otra manera de lo más interesante. Encontramos aquí un león, un becerro, (o buey o toro), una tercera bestia con la cara de un hombre, y un águila voladora.

Aquí, la segunda bestia que “era semejante a un becerro” representa el cuerpo y el plano físico en general, y toma el lugar del Caballo Pálido. La tercera bestia “tenía rostro como de hombre”, y representa el intelecto o el Caballo Negro. En la tradición se tiene que la cara – y especialmente la frente- representa el intelecto, así como el corazón representa los sentimientos.

La cuarta bestia “era semejante a un águila volando”, o el Caballo Rojo. La primera bestia era “semejante a un león” y representa la naturaleza espiritual, o el Caballo Blanco.

Estas diferentes referencias en la Biblia no son meras repeticiones o reiteraciones, ya que cada uno se acerca al tema desde un ángulo ligeramente diferente, por lo que nos da conocimiento adicional. Vemos aquí, por ejemplo, que la naturaleza emocional es expresada por un águila. Esto representa a Escorpio en el Zodiaco, y Escorpio puede ser expresado ya sea por un reptil (a veces un escorpión y a veces una víbora) o un águila. La lección aquí, una vez más, es que la naturaleza emocional tiene que ser redimida mediante la transmutación de lo inferior a lo superior, de manera que el que una vez fue reptil se convierta en un águila encumbrante. Sólo entonces tendrán el dominio sobre dicha naturaleza. Verán que ésta es una aseveración mucho más completa y superior sobre el tema que la mera comparación al Caballo Rojo, aunque esta última fue impactante y útil para comenzar.

Es interesante notar aquí que el símbolo de un águila con la víbora en su pico (conquistando a la víbora) se usa todavía en México. Una vieja leyenda azteca narra que cuando la gente entró a la nueva tierra (el México moderno), tuvieron que marchar hasta que encontraran a un águila devorando una víbora. En dicho punto habrían de construir su ciudad, y así fue que se escogió el lugar actual de la Ciudad de México.

Sin lugar a dudas, los aztecas derivaron esta leyenda de sus ancestros Atlantes, y el verdadero significado de la misma sería la Ciudad, la conciencia verdadera, sólo puede ser construida cuando la naturaleza emocional ha sido transmutada.

El buey (a veces un becerro o un toro) es obvio como el símbolo de la materialidad. Es tradicionalmente opaco, pesado y terreno, y fue usado en el Viejo Mundo para la útil aunque común tarea de tirar del arado. El buey no se encumbra como el águila, ni piensa como la cabeza del hombre, ni lleva la vida real de un león.

El león, el rey de las bestias, representa bien la naturaleza espiritual, y corresponde al Caballo Blanco.

Estas cuatro bestias están en el trono de Dios donde ha “un mar de vidrio semejante al cristal.” (Apocalipsis 4:6). Nosotros estamos siempre en el trono de Dios, aunque no lo sepamos, ya que Él está en todas partes, y nuestra separación de Él aunque parezca trágica, es sólo una separación de creencia. “El mar de vidrio” representa un mar tan liso como una plancha de vidrio, y ésta es la conciencia que se ha separado del miedo, que ha sometido al buey, cambiado el reptil a águila, redimido el intelecto y entronado el león.


EL NÚMERO SEIS


“Cada una de las cuatro bestias tenía seis alas”. En la Biblia el número “6” representa el trabajo o labor, y esto quiere decir que tenemos que lograr nuestra salvación mediante una vigilancia constante al buscar a Dios y al sobreponernos al ego. No debemos esperar ociosamente a que Dios venga y lo haga por nosotros, porque no hay logro sin trabajo. Si ustedes quieren algo, tendrán que trabajar en pos de eso. Encontramos que este significado se le da al número “6” en muchas partes de la Biblia. El número “6” se encuentra antes que el número “7”, y en la Biblia en número “7” representa la perfección individual en la vida de un hombre, así como también la plenitud o realización total en el caso de una demostración. En el logro encontramos seis días de la creación que llevan al séptimo día de descanso; encontramos seis pasos al trono de Salomón, quién representa la Sabiduría o entendimiento de Dios: seis ánforas de agua en la boda de Caná; y, por supuesto, seis días laborables de la semana que conducen al sábado.

Las alas le permitían a las bestias elevarse del suelo, y, una vez más, son seis las alas porque la liberación tiene que ser merecida. Debemos buscar a Dios día y noche. Decir “santo, santo, santo” es, en nuestro lenguaje moderno, ver la Presencia de Dios por todas partes, en vez de aceptar la apariencia del mal.


TIRANÍA DEL TIEMPO


“El que era, el que es, y el que habrá de venir” (cf. Isaías 6.) quiere decir que tenemos que darnos cuenta de que estamos en la eternidad ahora, porque la creencia en la realidad del tiempo es uno de los principales errores que nos mantiene en cautiverio.

Las cuatro bestias “alrededor y por dentro estaban llenos de ojos de ojos”, y ésta es tan sólo otra manera de decirnos que debemos ejercer una vigilancia cada vez mayor en la práctica de la Presencia de Dios.


LOS CUATRO ELEMENTOS Y LOS CUATRO EVANGELIOS


Fuera de la Biblia encontramos muchas referencias a la constitución cuádruple del hombre. En el mundo Antiguo se hacían invariables referencias a las cuatro partes en calidad de “Elementos”, y eran llamados tierra, aire, agua y fuego.

La tierra representa el cuerpo físico; el aire el intelecto; el agua, la naturaleza sentimental; y el fuego, la parte espiritual o Divina de nosotros. Se consideró que, por múltiples razones, era preferible no dar este conocimiento abiertamente al público en general, sino ocultarlo detrás del velo de tales símbolos, y darle la clave sólo a quienes estaban preparados para ello.

El Zodíaco al que también se le puede llamar el Reloj Cósmico –está dividido también de esta manera. De los doce Signos, tres están asignados a cada elemento y, así, ellos forman una gráfica o diagrama-imagen del hombre.

La idea de estos cuatro elementos también está expresada en los símbolos tradicionales para los cuatro Evangelios. Mateo está representado por un buey o becerro. El león de San Marcos les resulta familiar a todos; Juan tiene un águila, y para Lucas la cara de un hombre es el símbolo aceptado. Esta tradición se remonta a las épocas tempranas, y estas criaturas aparecen – cada una adherida a su propio Evangelio- en muchos de los manuscritos ilustrados de la Edad Media, así como en los vitrales de las primeras catedrales de Europa.

Aquí recibimos un desenvolvimiento aún más alto de la lección de los cuatro elementos porque, así como los Evangelios son las expresiones más altas del mensaje cristiano, así estos símbolos nos dan el enunciado final en cuanto al método de la superación del hombre.

Mateo toma a la gente tal cual la encuentra en el plano material, asume sus costumbres y tradiciones, y al encontrarse con ella en su propio nivel, le da el Evangelio en la manera que él piensa que ella lo puede recibir. El cuerpo físico y el mundo material del cual el primero es parte están con nosotros por mientras, y tenemos que tolerarlos y manejarlos lo mejor que podamos.

Ahora pueden ver cuán bien está expresada esta idea por el Elemento Tierra (el buey).

El Evangelio de Marcos es el más intelectual de los cuatro. Es simple, directo, y tan sistemático como un despacho militar o un reporte de ingeniería; no obstante, su símbolo es el león que, como hemos visto, representa el elemento espiritual. ¿Por qué es esto así? El objetivo es enseñarnos que el intelecto al final habrá de ser absorbido por la Naturaleza Espiritual. No es que el intelecto será destruido en sí, sino que perderá sus limitaciones y se volverá una Inteligencia Iluminada. El lector debería notar aquí la inmensa diferencia que hay entre las palabras “inteligencia” e “intelecto”. El intelecto no es más que un pequeño y angosto segmento de la Inteligencia. Existen muchas formas de inteligencia que no son intelectuales, aunque el mundo moderno haya olvidado este hecho por un tiempo.

El Evangelio de Lucas representa la naturaleza emocional. Generalmente se le llama el “Evangelio Humano” por razón de su benévolo entendimiento y tolerancia de la naturaleza humana, y por razón de su actitud liberal hacia los gentiles y las mujeres, actitud que no era característica de la mayoría de los escritores antiguos. Se le simboliza, no obstante, por la cara de un hombre, que detrás de este hecho es, a saber, que el estudiante que holla el sendero tiene primero que aprender a que su naturaleza emocional esté sujeta a su intelecto. Tiene que hacer que lo que él sabe controle lo que él siente. Después de esto, vendrá la espiritualización de ambos elementos.

El Evangelio de Juan representa la naturaleza espiritual y es el más alto de los Evangelios, así como también el más profundo. No es simbolizado por el león como se pudiera esperar, sino por el águila. Como hemos visto, el águila es la naturaleza emocional redimida y purificada, y cuando esta transmutación se ha dado, ésta también es absorbida dentro de la naturaleza espiritual.

Es necesario hacer hincapié en el hecho de que, en algunas instancias, los símbolos para Mateo y Lucas han sido erróneamente intercambiados. Esto fue hecho en algún momento por gente que no entendía el significado detrás de dichos símbolos, y es lo más probable que originalmente fue un error del copista. La reflexión más leve mostrará que el buey no le queda a Lucas, así como tampoco la cara humana –el símbolo de toda la humanidad- pertenece a la panorámica restringida de Mateo.

Para resumir, entonces, tenemos que tomarnos a nosotros mismos tal cual nos encontramos aquí y ahora, sin los innecesarios remordimientos o auto-condenación. Tenemos que alcanzar la maestría del cuerpo en particular, así como del plano físico en general. Tenemos que subordinar la naturaleza emocional al intelecto, a fin de que tanto emociones como intelecto puedan ser transformados en lo espiritual. A la percepción humana estos procesos se dan al mismo tiempo, y cuando se completan, el plano terrenal desaparece de la conciencia y el Espíritu lo es todo. Esto es lo que se llama “traslación”. Verán que la historia es narrada de una manera muy sutil empero clara por los símbolos de los Evangelios.


EL HORNO DE DANIEL


También se hace referencia a los cuatro elementos en la historia de Daniel de los tres hombres que fueron introducidos dentro de un “horno de ardientes llamas” (Daniel 3:25).

Este capítulo es una parábola de la naturaleza humana redimida. Los personajes pasaron por su ordalía o iniciación con éxito, y el resultado fue la aparición de un cuarto hombre “semejante a un hijo de Dios”. (Daniel 3:92). Éste fue el surgimiento de la naturaleza espiritual.


REUNIÓN DE LAS DOCE TRIBUS


Un tratamiento extraordinario de los cuatro elementos es obsequiado en el capítulo 2 del Libro de número. Concierne a la reunión de las Doce Tribus de Israel en el gran campo alrededor del Tabernáculo en el desierto. El Tabernáculo en el desierto representa el cuerpo humano y la mente humana en el estadio cuando todavía nos encontramos en el desierto, lo cual significa que hemos salido de Egipto (que ya no creemos más que las cosas externas en realidad tienen poder sobre nosotros) pero que todavía no hemos sido capaces de probarlo mediante la demostración en la práctica de la armonía en todo respecto, lo cual – por supuesto- es el estado de la condición actual de la mayoría de los estudiantes de metafísica.

Las Doce Tribus son llamadas a formación en el campo para corresponder con los doce signos del Zodíaco, ya que cada una de las tribus era simbolizada por uno de los Signos, y lo llevaba como una bandera o tótem a la cabeza de las filas cuando ellos marchaban.

Al lector le podría resultar extraño que los Signos del Zodíaco sea traídos a este ruedo del todo, pero, por supuesto, tenemos que tomar la Biblia como la encontramos. Estas cosas están en la Biblia, y es nuestra incumbencia la de interpretar la Biblia más que la de pensar que la misma debía haber sido escrita en otra forma.

Judán representa el elemento espiritual (Leo-Fuego) y se coloca “hacia el Oriente, hacia el saliente del Sol”. Tradicionalmente el Este representa a Dios. Las iglesias cristianas históricas y la mayoría de los templos paganos están orientados. El altar está en el Este y la costumbre usual es la de enterrar a los muertos con sus pies hacia el Este, de manera que el cuerpo se oriente en esa dirección. Así, resulta totalmente natural que la Biblia coloque a Judá en el Este.

Rubén (Números 2:3) representa el cuerpo físico o el Caballo Pálido (Tauro-Tierra). A él se le coloca en el Sur porque es allí donde el sol brilla (la Biblia), por supuesto fue escrita para gente que vivía en el hemisferio Norte). La naturaleza espiritual que se levanta en el Este debe ser enfocada sobre el cuerpo físico, porque este último tiene que ser redimido. El cuerpo no ha de ser negado tanto como redimido. La gente religiosa en su mayoría ha tendido a maldecir el cuerpo, a considerarlo como algo malvado, y nosotros sabemos que cuando maldecimos algo, dicha cosa golpea de vuelta y da problemas. La humanidad no debe maldecir el cuerpo sino que debe redimirlo aprendiendo a demostrar perfecta salud y auto-control. Muchos de los místicos cristianos, por ejemplo, desatendieron o crucificaron el cuerpo con la esperanza de, así, alcanzar a Dios; pero aún así, persistieron en no controlarlo.

Rubén, al igual que el Caballo Pálido, representa todas las condiciones materiales y mundanas, así como el cuerpo mismo. Lo nuestro no es escapar del mundo sino aprender a dominarlo. (Juan 17:15) Y así, le permitimos a la luz solar de la Verdad que brille sobre las cosas materiales.

Hay otra lección importante aquí. La gente olvida muy fácilmente que las condiciones materiales están siempre cambiando, y que lo único permanente es Dios y su Auto-expresión. Es más, todos los arreglos mundanos y el universo físico mismo son tan inestables como el agua, y desaparecen como un sueño. En cambio, en cuanto a la materia sólida, toma mucho más tiempo para darse que en los líquidos, por lo que tendemos a pensar que los objetos sólidos son permanentes. Pero, sin embargo, ellos están siempre cambiando y disolviéndose también.

Edificios, puentes, ciudades y formas montañosas, lechos de ríos, y hasta los mismos continentes va y vienen en el curso del tiempo. Tenemos que caer en cuenta que todas las condiciones mundanas –buenas y malas- desaparecen tarde o temprano, y que nada permanente puede ser construido aquí abajo. La maldición de Rubén es “inestable como el agua; no habrás de triunfar”.

Pasando al lado occidental encontramos a Efraín (Números 2:18) que representa el intelecto (Acuario-Aire). Por supuesto, ésta es otra fase del Caballo Negro, y nosotros sabemos que el parece desaparecer por el Oeste dejándonos en la oscuridad de la noche. Y esta es la condición que viene de cabalgar sobre el Caballo Negro. El intelecto también tiene que ser redimido por la naturaleza espiritual, ya que la luz “...sale del Oriente, y se muestra hasta el Occidente...” (Mateo 24:27).

Finalmente tenemos a Dan (Números 2:25) en el lado Norte, que representa la naturaleza emocional o el Caballo Rojo (Escorpio-Agua). No es necesario repetir lo que ya se ha dicho sobre la naturaleza emocional y la necesidad de controlarla. El Norte, en la tradición oculta, representa el desasosiego, el miedo y la inarmonía en general. Es la región fría y oscura que se diferencia claramente del soleado sur. En el estado actual de la humanidad, la vida del hombre está gobernada por su naturaleza emocional, y él tendrá que reconocer este hecho. Sin emoción no hay acción. Pensamientos equivocados sin la compañía del miedo o malos sentimientos no le hacen daño alguno a su poseedor –son estériles. Los pensamientos correctos o tratamientos desprovistos de sentimientos no demuestran nada. Están vacíos. La naturaleza emocional es lo que importa y, no obstante, el control de las emociones es lo último que la persona promedio trata de lograr. Dicha persona buscará por todas partes la salud de su cuerpo; hará grandes sacrificios por conseguir una educación para su intelecto; buscará a Dios –o al menos reconocerá a la religión- de modo rutinario. Sin embargo, no entenderá o rehusará encarar el hecho de que tiene que aprender a controlar sus sentimientos a fin de alcanzar cualquiera de estas metas. Él coloca ducho tema en el “frío norte”.

Hay un punto extraordinario sobre el tratamiento de Dan en la Biblia. A él se le omite de la triunfante reunión final de las tribus en el libro de Apocalipsis. (Apocalipsis 7:4-8) Al llegar ese día –el día en que el hombre logra su realización de Dios- la naturaleza emocional inferior habrá sido completamente obliterada, y la naturaleza emocional superior habrá sido fusionada dentro de la naturaleza espiritual. Es así que Dan es sacado totalmente. José, en su lecho de muerte, dijo: “Dan juzgará a su pueblo –Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia atrás al jinete”. (Génesis 49:16-17). Es la naturaleza emocional inferior lo que constituye la caída de la vasta mayoría de la gente. Ataca el “talón” o punto vulnerable en el carácter, la parte donde el individuo “toca el piso”, y algo glorioso es saber que al final Dan desaparecerá.


LA ESFINGE


La naturaleza cuádruple del ser humano fue enseñada en el antiguo Egipto mediante la Esfinge.

Los egipcios heredaron la idea de una civilización previa. En el mundo habían muchas civilizaciones antiguas que todavía le son desconocidas a la ciencia arqueológica. El hombre ha vivido en sociedades organizadas por decenas de miles de años, aunque todas las huellas de la mayoría de estas civilizaciones han desaparecido. Es probable que la Esfinge sea de origen Atlante, y que la verdadera Esfinge consiste del cuerpo de un animal (Tierra-Tauro), con una cara humana (Aire-Acuario). Tiene las alas de un águila (Agua-Escorpio), y, sobre su frente, lleva el artificio sagrado, el Ankh, que representa el espíritu, la Vida Eterna (Fuego-Leo).

Siglos después de que los griegos se copiaron la Esfinge –empero sin entender la importancia oculta del simbolismo-, algunas veces la cambiaron para acomodarse a sus preferencias artísticas, dándole un busto de mujer y realizando otros cambios. La leyenda de Edipo hace referencia a la Ciudad de Tebas que está en Grecia, y no está relacionada con la original y auténtica Esfinge que es egipcia.


TEMPLO DEL SOL


Para los lectores modernos es especialmente interesante notar que en las afueras del gran Templo del Sol en Heliópolis, donde Moisés fue un sacerdote, (Hechos 7:22) se erigían cuatro grandes obeliscos que enseñaban la misma lección de los cuatro elementos. Los sacerdotes veían estos obeliscos cada vez que entraban y salían del templo, y su localización a la mera entrada denotaba que este conocimiento es el portal al entendimiento de Dios. En las centurias transcurrentes, estas columnas han sido dispersadas y, después de una gran cantidad de mudanzas, una de ellas se erige hoy en Central Park (New York), una en Londres sobre las riberas del Támesis; otra, en Constantinopla, al tiempo que la cuarta todavía permanece en el mismo lugar donde fue fijada originalmente, si bien toda huella del templo en sí ha desaparecido.

Es imposible no sentir un estremecimiento de interés cuando una contempla la “Aguja de Cleopatra” (como incorrectamente se le llama) al caminar por Central Park y tratar de caer en la cuenta de que el mismo Moisés muy a menudo contempló la misma columna.

y ASÍ SE NOS NARRA LA MISMA HISTORIA UNA Y OTRA VEZ EN LA Biblia y fuera de ella. La Mente Divina ha inspirado a individuos con esta verdad en todas las eras, incluyendo la era actual, ya que es el fundamento de todo crecimiento espiritual. La lección más importante que hay que aprender es la lección de la naturaleza propia en uno, ya que entender eso a cabalidad es tener el poder para controlarlo. Pitágoras escribió sobre el dintel de su escuela: “HOMBRE, CONOCETE A TI MISMO”, y la Biblia nos muestra cómo hacer eso.