AMAR A DIOS 

  INSTRUCCIONES PARA ORAR



EL AMOR A DIOS



 

Tomado de las Selecciones Metafísicas. Cuaderno nº16, pág. 11

 


Hay dos tendencias precisas del amor en el corazón humano. La primera es la de amar, la segunda es la de ser amado. Por una parte, desde su infancia, usted ha estado buscando a alguien a quien poder dar todo su amor, de quien poder hacer el amado de su corazón. Usted ha intentado esto con sus padres, hermanos, hermanas, esposo o esposa, hijos, hijas, amigos, y hasta con sus animales preferidos. Sin embargo, no ha encontrado usted a ninguno a quien dar todo su afecto. Todos se alejan de su cerco amoroso de un modo u otro. Nadie parece comprenderlo. Por otra parte, usted ha estado buscando a alguien que lo ame a usted con amor puro, que haga de usted el único ocupante de su corazón, pero en esta búsqueda también usted ha quedado tristemente desengañado. Usted no encuentra a nadie que lo ame como usted quiere ser amado. Aún sus amigos y parientes más íntimos no alcanzan a cumplir sus esperanzas. Hay siempre una distancia entre dos corazones que se encuentran, por cerca que estén. Raro es el bienamado, y raro en verdad es el amante.

 

Después de largas luchas, el hombre se convence por fin de que Dios sólo es el objeto supremo de su amor, y Dios sólo es su supremo amante, y que las dos tendencias predominantes de su corazón pueden encontrar satisfacción sólo en Él, que es el Amor, el Amante, y el Bienamado en Uno solo. Cuando tal sentimiento aumenta en el corazón del devoto, él exclama: “¡En este mundo, oh Señor! Al buscar las riquezas, he encontrado que Tú eres el Mayor Tesoro. En este mundo, ¡oh Señor! Al buscar a alguien a quien amar, he encontrado que Tú eres el Más digno de Ser Amado. A tus Pies Benditos está la culminación de todo conocimiento; a Tus Pies Benditos está la satisfacción de todos los deseos; a Tus Pies Benditos está la consumación de todo Amor. Por lo tanto ¡oh, Señor! Yo me entrego a Ti”.

 

Para recordar:

 

Ten un contacto con las gentes más nobles que encontrar puedas. Lee los mejores libros. Vive con los de espíritu más fuerte, pero aprende a vivir sólo y allí en esa hermosa soledad encontrarás a tu Gran Compañero “Dios”.

 

Anónimo

 

 

 

EL QUE NO ENCUENTRA TIEMPO QUE DEDICARLE A DIOS TENDRÁ QUE DEDICAR MUCHO TIEMPO A RESOLVER PROBLEMAS Y CALAMIDADES


 

El que no encuentra tiempo que dedicarle a Dios, no existe. Por muy poco tiempo de que dispongamos, siempre y aún involuntariamente, como ha ocurrido en el caso de ciertas personas que presumen de ateos siempre habrá un momento durante el día en que digamos: ¡Dios mío!; en algún momento durante el día nombramos a Dios y ese momento, por mínimo que sea, pertenece completamente a Él en nuestro Ego Superior, aunque no en nuestra mente consciente. Pero esto no basta y la afirmación que sirve de tema a este trabajo es completamente exacta: El que no tiene tiempo que dedicarle a Dios, tendrá en cambio que dedicar mucho tiempo a desenredar problemas y a resolver situaciones que de otro modo no se presentarían, o que de presentarse, sabiendo dónde y cómo tienen remedio, dejarían de ser problemas para convertirse solamente en situaciones que pueden ser corregidas o resultas. ¿Cómo es esto? Acudiendo a la oración consciente. Dedicándole a Dios aunque sea una pequeña porción de nuestro tiempo para conversar con Él, hacer oración en una palabra, pues la oración es simplemente la plática con Dios.

 

¿Y esto bastará para resolver nuestros problemas o evitarlos, se preguntarán los que han estudiado Metafísica? Completamente. Si sabemos que Dios es Todo, que en Él se encuentra el Todo poder, toda inteligencia, toda sustancia, que por sobre todas las cosas Él es todo amor, si sabemos que somos sus hijos, coherederos de todos sus bienes, con perfecto derecho a disfrutar de ellos junto con Él y por Él, si sabemos que estamos hechos de su propia sustancia, que estamos enchufados con Él por medio de nuestro corazón en donde mora ni más ni menos que el mismo Dios bajo la Presencia Crística, escondida bajo nuestra Llama Triple, si sabemos que Él sólo está esperando ser llamado para respondernos pues ya sabemos que la llamada obliga la respuesta, si sabemos que Él es un eterno manantial de bienes y que sólo tenemos que adoptar la posición requerida para que estos bienes se derramen abundantemente sobre nosotros, si aprendemos a orar con todo el corazón y con la mente blanca de todo sentimiento de egoísmo, de rencor, de envidia o de cualesquiera de esas mentiras que tratan de opacar la Verdad, si nos ponemos ante nuestro Creador simplemente vacíos de toda idea preconcebida contra otros o contra nosotros mismos, si lo llamamos como Padre, desde nuestra torre de silencio que es el sitio a donde Él acude para conversar con nosotros, la respuesta no se hace esperar. ¿Y cuál es esta torre de silencio? Simplemente nuestro Ego Superior, a donde sólo podemos subir aquietándonos previamente, dejando ir, dejando ir toda preocupación, toda inquietud, toda impaciencia, diciendo solamente estas palabras: “AQUIÉTATE Y SABE QUE YO SOY DIOS” Aquiétate, aquiétate, deja ir... deja ir... relaja tus nervios... limpia tu cerebro... no pienses... no pienses... no pienses... llénate de Amor... de Amor... de Amor... ahí viene Él... ahí está Él... ahí te espera Él... Alma que buscas el perfecto Amor... la perfecta Paz, la perfecta comprensión... el todo alivio... entra... entra... entra... ahí te espera tu felicidad... Calla... calla... calla... y empezarás a sentir dentro de ti misma, la llama Rosa del Amor y la Adoración que comienza a alumbrar tu santuario interior... calla... calla... no digas nada... Él conoce todos tus problemas... espera... espera... la respuesta está al llegar... va a llegar... la oyes... la escuchas... muchas veces en dulcísimas palabras que llegan a tu interior no sabes cómo, pero las escuchas. Otras veces es un cálido sentimiento de seguridad que te indica que fuiste oído y todo está resuelto. Esto te quitará algo de tu tiempo, es verdad, pero ¿hay algo mejor en que pueda ser empleado? Muy bien, las necesidades de la vida te obligan a dejar este momento de recogimiento que es la oración perfecta, te ves obligada a atender un quehacer urgente. Dejarás de orar por salir de tu templo de silencio y entrar en la vida cotidiana? No, si sabes hacerlo. El trabajo también puede ser oración, el asunto es mantenernos constantemente en la Presencia de Dios. Puedes decir: Bien Dios mío, mis deberes me llaman, voy a ocupar mi exacto lugar dentro del Cosmos, aquel que por más nadie que yo, puede ser ocupado, pero voy contento, voy feliz, porque voy a colaborar contigo. Este trabajo es parte necesaria en esta inmensa maquinaria y yo como pieza indispensable voy a hacer lo mío. Te lo dedico, Señor. Y es una forma de oración altísima que plugirá a Aquel que te escucha. Vas a sentarte a la mesa, no necesitas tiempo extra para aunque sea mentalmente dar gracias a aquel que te dio tu parte de alimentos en el reparto mundial, sin olvidarte de los pequeños seres que existen bajo tierra, en el aire, en el agua y en el fuego, ni a los humanos que laboraron, que contribuyeron todos a formar y a traer hasta tu mesa aquello que estás gustando.

 

Puedes pasar todo el día en oración si te lo propones, simplemente necesitas mantenerte enchufado con la Divina Presencia, allí estarás seguro, allí estarás cubierto en todas tus necesidades, allí te llegará el momento de desencarnar sin sufrimiento, viviendo en la Perfecta Alegría como vivió el Santo de Asís, con la conciencia de que estás colaborando con el más Bello, con el más Perfecto, con el más Inteligente, Rico y Generoso de los Padres. Vive para Él y Él estará protegiéndote siempre; la mentira que es el llamado mal, no existirá para ti, si vives bajo la conciencia de que sólo existe Dios, de que Él es el Todo, que Él es solo Bien y fuera de Él nada existe.

 

Para recordar:

 

Oración por la Paz:

 

En nombre de la Amada y Todopoderosa Presencia Yo Soy decretamos una paz permanente que una a todas las naciones de la Tierra en una liga de justicia y rectitud, en que la vida, la libertad, la fraternidad humana y el Amor a Dios, estén por encima de todas las cosas.




INSTRUCCIONES PARA ORAR



 

Tomado de Selecciones Metafísicas

Cuaderno nº47, pág. 18

 


La oración es comunión con Dios. Puedes aprender a comunicarte con Él. Puedes aprender a orar con efectividad.

 

Dios no es un ser que vive en un lugar lejano a quien debemos suplicar favores. Dios es una presencia en nosotros. Jesús dijo: “Dios es Espíritu” y Pablo dijo: “En Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”.

 

Dios es real para nosotros. Le amamos y Él nos ama. “Más cerca está Él que el aliento, y más cerca que manos y pies”. Tan cerca está Él que Jesús le llamaba “el padre que mora en mí”.

 

Podemos encontrar a Dios en nuestro propio corazón. En realidad, nunca le hallaremos, hasta que no lo encontremos allí, porque aunque podemos concebir a Dios como el principio trascendente del ser o el principio creador de la vida, mientras no lo concibamos como una presencia morando en nuestros corazones; no podremos conocerle; ni sentir Su Amor y su cuidado.

 

“Orar no es conquistar el favor de Dios, sino adherirse a Su buena voluntad. No le rogamos al sol que nos dé su luz. Si no vemos la luz, no es culpa del sol; es que hemos cerrado los ojos. Dios da más espontáneamente que el sol, porque Dios es Amor; Dios es el principio mismo de la acción, la acción misma. La oración es el paso que damos desde la sombra de nuestra limitación, hasta la luz de Su infinita misericordia.

 

Es nuestro derecho el ser saludables y prósperos. Jesús vino para que “tengáis vida y la tengáis abundantemente”. Creemos que Él quería decir exactamente lo que dijo, cuando dijo a Sus seguidores: “Cualquier cosa que pidiérais en oración, creyendo, la recibiréis” y “Aquel que cree en mí, las obras que yo hago hará y aún mayores que éstas hará”.

 

Creemos que cada uno de nosotros, en su verdadero ser, es un hijo de Dios, perfecto en todos los aspectos, capaz de hacer todas las cosas. Tenemos dentro de nosotros el Espíritu que Jesús tenía, y podemos también, expresar ese Espíritu. Ese es el propósito de nuestras oraciones: expresar el Espíritu de Cristo, el Poder de Cristo, la perfección de Cristo, en otras palabras, “ponerse a Cristo”.

 

Hemos visto cómo personas se curaban a través e la oración, después que todos los otros métodos habían fallado. Hemos visto a personas levantarse de la pobreza y depresión, enriquecerse en mente y asuntos, a través de la oración. Hemos visto a personas guiadas en tiempos de crisis, y protegidas en medio del peligro, a través de la oración. Sabemos que en la oración hay fe, valor, amor y comprensión, el poder enfrentar toda situación y resolver todo problema. La oración, puede ayudarte y de hecho te ayudará.

 

La verdadera oración, es algo más que palabras. Es una actitud de mente y corazón de receptividad y agrandamiento. Es la silenciosa sabiduría interior del alma. La verdadera oración es estar consciente en todo momento, de la presencia de Dios, no importa lo que se esté haciendo en el exterior. Cuando estás consciente de la presencia de Dios, es tuyo el poder de Cristo para reclamar y decretar.

 

¿Cuáles son los pasos externos que deben tomarse para avivar ese conocimiento interior?

 

Si es posible, escoge un lugar donde puedas estar solo mientras oras. Esto te ayudará a apartar de tu mente personas y cosas y a relajarte.

 

El decir a cada parte del cuerpo “RELÁJATE Y DEJA IR”, ayuda a liberar la tensión del cuerpo. Puedes liberarte de la tensión del cuerpo. Puedes liberarte de la tensión mental diciendo: “Aquiétate y sabe que YO SOY Dios”. Deja ir todo pensamiento de prisa, ansiedad o pena. De esta manera le das a Dios la oportunidad de trabajar en ti y a través de ti, ya que entras en Su presencia libre de cargas.

 

El siguiente paso es concentrar todos tus pensamientos en Dios, conversar con Él. Alguna oración tal como el “Padre Nuestro” o el “Salmo 23”, puede ayudarte. No pienses en ella como una súplica sino, simplemente, como paso hacia Dios. Puede que consideres este paso innecesario, pero la experiencia nos dice que es más fácil, para la mayoría de las mentes, alcanzar la menta de la unidad con Dios a través de pasos cortos, no de una vez.

 

Cuando sientas que has entrado en comunión con Dios, ya estás listo para el siguiente paso: la afirmación. El método de oración de Jesucristo, es creer y declarar que la bendición que se necesita ya se ha recibido. Ese método te ayudará.

 

Ten fe. Fe es más que esperanza. La fe mira más allá de las apariencias; la fe ve la perfección de Dios. No se conforma con esperar los resultados, los ve ya establecidos. Jesús dijo: “TODO LO QUE PIDIÉRAIS EN ORACIÓN, CREYENDO, LO RECIBIRÉIS”. Es conveniente hacer afirmaciones. Aunque, al principio, las afirmaciones puedan parecerte contrarias a los hechos, ellas no son contrarias a la Verdad.

 

Según las apariencias, el sol parece moverse a través de la tierra, sin embargo, no dudas en afirmar que es la tierra la que se mueve alrededor del sol, mientras éste permanece inmóvil. A lo que parece, tú puedes estar enfermo pero la verdad es que, en lo que respecta a tu verdadero ser, tú eres un hijo de Dios, uno con vida y salud, y no deberías dudar en afirmarlo así.

 

Mantén un espíritu receptivo. La respuesta a la oración no siempre toma la forma que uno espera, pero si dejas al poder de Dios trabajar a través de ti, puedes estar seguro de que los resultados serán satisfactorios. A veces nos preguntan si se debe orar por cosas tales como la salud, felicidad o prosperidad, pero es mejor no orar por el resultado específico de un evento, especialmente si están envueltas otras personas, por ejemplo: por éxito en un concurso o elección, por una posición específica, por un divorcio, por un casamiento con una persona determinada, etc.

 

Busca el bien dondequiera. Alienta al bien, para que éste se manifieste. Realmente, no hay más que una Sola Presencia y un Solo Poder en el Universo, Dios, el Bien Omnipotente. Dale a Él tu tiempo y tu pensamiento y enseguida dejarás de pensar, hablar o tener dificultades.

 

Hay un requisito previo para toda demostración: una actitud de agradecimiento. Aunque Dios no es una persona susceptible a las alabanzas, un espíritu de agradecimiento conduce al éxito en la oración porque él cambia a la persona que lo posee, aumentando su capacidad para recibir.

 

Mantén un espíritu amistoso y amoroso. La mala voluntad puede impedir que llegue la respuesta a la oración, pues todo pensamiento de rencor separa a uno de Dios, quien es Amor y por tanto de Su bien.

 

La oración debe ser más profunda que las palabras. No es suficiente que una persona le pida a Dios que le haga saludable y después piense o haga cosas que le enfermen. Debe dejar ir toda ansiedad y abrir su corazón y su mente por completo, a la Luz Divina. Una persona que desee justicia, no puede decir o hacer cosas que causen amargura e inarmonía, sino que su corazón debe estar lleno de perdón. Una persona que desee prosperidad, debe librar su mente de toda creencia que menoscabe su potencial, de toda idea de carencia limitadora y comprender que es un hijo de Dios heredero de su divina abundancia. Una persona que desee libertad, no puede continuar dando poder a su mente, a la falsa condición que la mantiene en esclavitud. Una persona que desee armonía no puede ser desconsiderada o ruda, debe decir y hacer cosas que traigan paz.

 

Sea lo que fuere por lo que estés orando, es necesario que comprendas que la oración que recibe respuesta, es la oración que se hace con todo el corazón, con toda la mente, con todo el ser.

 

El tiempo que se requiere para obtener una respuesta a la oración, es el mismo que se requiere para llegar a comprender la verdadera unidad, en Dios con el bien deseado. La demostración de los principios espirituales, puede ser progresiva o instantánea. Cuando ores, no estés ansioso por los resultados visibles; sabe que está teniendo lugar un trabajo interno y que todo pensamiento o palabra positiva, es un paso hacia el logro de lo que deseamos. Puede que pasen muchas millas antes de que el viajero pueda ver su destino, pero, ya esté a la vista o no, cada milla lo lleva más cerca de él.

 

La vida tiene por objeto la bondad, no la maldad; la belleza, no la fealdad; la riqueza, no la pobreza; el gozo, no la pena. La vida no es algo casual sobre lo que no tenemos control. La vida está totalmente controlada por las leyes divinas y trabajando con esas leyes, uno puede gobernar sus condiciones. Lo único que puede limitar la respuesta a nuestra oración, es la limitación de la propia conciencia.

 

Sal de las sombras, abre tus ojos, tu corazón y tu mente. Ora con confianza. Ora alegremente. La Luz de Dios brilla. La luz de Dios brilla para ti. “CONOCERÁS LA VERDAD Y LA VERDAD TE HARÁ LIBRE”.

 

 

Para recordar:

 

Rezar fervorosamente libera poderes con los cuales se consiguen resultados positivos. Llevar las oraciones al fondo del subconsciente puede rehacer pues permite liberar y mantener el poder fluyendo libremente.

 

¡Reza! ¡Imagina! ¡Realiza!

 


Para recordar:

 

La oración es una de las más poderosas formas de energía que uno puede generar, pues la oración bien sentida y bien encausada es un acto todopoderoso que nos conecta con las fuerzas superiores y nos capacita para utilizarlas, pues así como existen técnicas científicas para liberar la energía atómica así también hay procedimientos científicos para liberar la energía espiritual por medio del mecanismo de la oración. Para que la oración tenga validez hay que vivirla, no recitarla.

 

A.B.C. de la Ciencia del Camino hacia Dios.