Resulta más fácil cambiar el concepto de trabajo cuando volvemos a introducirnos hacia nuestro propio niño. El niño interior es el Yo Superior, nuestra propia esencia pura y no adulterada. El espíritu humano es infantil y alegre. Pero es también muy vulnerable. Necesita protección bajo la forma de amor para crecer y fortalecerse de manera positiva. Muchos espíritus humanos fueron quebrados y reprimidos durante la infancia y la adolescencia. Quizás necesitemos ir hacia nuestro interior y hacer renacer al niño que llevamos dentro para poder reintegrar la alegría y el amor al espíritu humano.
Vamos a visualizar un niño feliz. Lo primero que se me ocurre es alegría, una de las invenciones angélicas específicamente pensada para los seres humanos. Los niños transmiten la alegría con facilidad – sin esfuerzo – por el solo hecho de ser ellos mismos en ese momento. En una época fuimos transmisores de alegría pura, lo que significa que estábamos plenamente integrados con los Ángeles.