CONJUNTO DE REGLAS PARA LA VIDA DIARIA


EXISTIMOS

PARÁBOLA DEL HOMBRE DESPREVENIDO



CONJUNTO DE REGLAS PARA LA VIDA DIARIA



 

Tomado de Selecciones Metafísicas 

Cuaderno nº3, pág. 27

 


Como el santo Ermitaño o como el Monje que acaba de abandonar esa vida del mundo por la que anduvo a pasos perdidos entre tantas voces, entre tanto tumulto, donde el odio, la envidia, la injuria hicieron presa en su propia carne y se recoge para escuchar su propia voz, su íntimo latido en la soledad de un santuario, así tú, querido hermano, debes recogerte cada día en la intimidad de tu propio Templo.

 

Recogido ya en tu santuario interior, con toda tu fe, medita y repite mentalmente estos doce principios ideales, los cuales si practicas, con la práctica los perfeccionas, y ellos te llevarán desde tu propia tierra al Cielo de tu Alma.

 

1. Yo emito constantemente pensamientos de paz, armonía, bondad y benevolencia a todos mis hermanos en la humanidad entera.

 

2. Yo deseo a todos los hermanos del mundo entero, la luz de la sabiduría y amplitud de conocimientos para que sea un solo criterio de razón y bondad, y para que la belleza y el poder se realicen, para que nadie sufra.

 

3. Yo he de recordar cada día que todos somos hermanos, hijos de un solo padre y de una madre espirituales, hechos de la misma tierra y que todos respiramos las mismas sustancias Cósmicas.

 

4. Yo debo ajustar todos mis actos desde ahora a las normas de sabiduría, fuerza y belleza. De este modo seré un miembro útil para mi familia y un ente justo dentro de la Sociedad.

 

5. Yo quiero tener como principio el no permitir que otro haga un trabajo por mí que yo mismo pueda ejecutar. No aceptar sacrificio de tiempo ni dinero, sin haber antes ofrecido su equivalente, estando dispuesto a cancelar karma y no a crearlo nunca de este modo: y aunque debo conquistar fortuna materia, jamás he de hacerlo obteniendo ventajas ni con el perjuicio de mis semejantes.

 

6. Yo he de prestarme en todo instante, lleno de alegría, satisfecho, justo y puntual. Que la honda que me envuelva sea de armonía pura y que si alguien me ofrenda un sacrificio que no hay solicitado, reciba de mi un agradecimiento eterno.

 

7. Yo quiero ser instrumento del Cosmos, su propio vehículo y poner todo mi saber, toda mi seguridad y todas mis fuerzas a la disposición de los demás, de los que yo formo una parte integral para hacer obra práctica en armonía con la fraternidad Universal.

 

8. Yo necesito tomar en consideración los derechos de los demás para respetarlos y ayudar a que los respeten. Sin embargo antes de exigir mis derechos, cumpliré con mis deberes, los primeros me llegarán sin exigencias, como justo salario.

 

9. Yo deberé mantenerme firme dentro de cualquier circunstancia, aunque sea en mi contra, con tal de sostener la verdad y combatir por ella cuanto me sea posible para que resplandezca sobre la falsedad y la mentira.

 

10. Y ansío mirar el dinero como un medio y no como un fin. Si algo tengo, jamás me sentiré dueño, sino simple administrador de la colectividad.

 

11. Yo prefiero ser siempre el que ofrenda y nunca el que recibe un beneficio. Para ello estudiaré, aprenderé, trabajaré, conquistaré medios, según estas normas y cuidaré mi salud para tener éxito.

 

12. Yo quiero trabajar para los demás, con los demás y en armonía con todos y, sobre todo, con el Cósmico mismo, cuya manifestación es en mí y se representa en mi Ego Eterno.

 


Para recordar:

 

Pido que mis creaciones mentales sean obra del Espíritu Santo, en nombre de mi Yo Soy que es la Presencia de Dios en mí, declaro que mi palabra es buena, que Yo sólo hablo y decreto el Bien que es la Verdad, que Yo sólo pienso el Bien, que Yo sólo siento el Bien y que Yo sólo acepto el Bien que es Dios mismo.

 

 

 

EXISTIMOS


 

Tomado de Selecciones Metafísicas 

Cuadernos 27, pág. 21

 

Existimos desde siempre, desde la Eternidad, inmersos en los bajos profundos de la Creación, como vida latente. La vida surge de las tinieblas al contacto con la luz, como surge el loto del pantano infecto, con su corola impoluta de suaves, delicadas tonalidades, con su perfume leve que es su Alma y sube al Infinito como ofrenda santísima hacia el Trono de Luz del Perfecto Amor.

 

La Luz se manifiesta a través de hilos sutilísimos que bajan hasta la oscuridad trayendo en su extremo un átomo, el “átomo inicial” de  toda vida, el cual se engarza en una partícula de materia, compuesta también de átomos, dándole individualidad y trayéndola a manifestación como vida en evolución. Así nace la monada, cuando este átomo que se llama “el átomo nous” entra en el Reino Animal.

 

Venimos emergiendo del lodo de la Creación hacia la Luz en proceso de perfección ininterrumpido. Cuando hayamos superado el lodo, cuando nuestros átomos se vuelvan todo Luz, ese es el momento de nuestra Ascensión. Habremos alcanzado nuestra meta. La Luz no obedece a la Ley de Gravedad, ella se mueve libremente en el espacio, es antimateria, es Espíritu.

 

 

Para recordar:

 

Aprende del Loto, que del más infecto lodo emerge con sus pétalos inmaculados.

 

Somar La Roca

 

 

 

 

 

PARÁBOLA DEL HOMBRE DESPREVENIDO


 

Tomado de Selecciones Metafísicas 

Cuaderno nº28, pág. 21

 

Era la hora del crepúsculo, cuando las hojas de los árboles caen lentamente y cuando los caminos adquieren contornos fantasmagóricos bajo el imperio de la penumbra. La luna ascendía desde el horizonte desafiando el ladrido de los perros y la infantil curiosidad de los poetas.

 

Un hombre desprevenido avanzaba por el sendero. Venía muy contento porque traía un disco de cristal azogado en una mano y en él había aprisionado a la luna. ¡Cómo se regocijaba el incauto agitando el espejo en el aire para ver los viajes que hacía la luna en su pequeña cárcel de azogue!

 

Un hombre envidioso lo vio y sintió ira ante la alegría de aquel semejante que reía llevando un astro en su mano. No pudiendo contener el impulso que lo arrastraba a destruir aquella apariencia de felicidad, inclinóse hacia el suelo y tomando un guijarro lo lanzó contra el hombre desprevenido rompiéndole su espejo en menudos pedazos.

 

El envidioso huyó riendo, satisfecho de su hazaña. El hombre desprevenido quedó momentáneamente paralizado, sin comprender el por qué de aquella agresión. Luego miró hacia el suelo. Muy afligido se agachó tratando de reunir los fragmentos del espejo que se hallaban dispersos a sus pies, y entonces, ¡oh magia de la Divina Bondad que trueca en Bien todo el Mal diseminado enteramente a través del Universo! Rió feliz nuevamente al comprobar que allí, al alcance de su mano, tenía, no una luna, sino múltiples lunas, haciéndole guiños amistosos desde cada uno de los pedazos de cristal que yacían sobre el sendero.

 

Entonces se sintió artista y, arrancando un trozo de resina del tronco de un árbol que lloraba lagrimones gomosos al borde del lugar, se sirvió de ésta adhiriendo en forma armoniosa y estética los menudos fragmentos del espejo sobre la seda de su pañuelo, con el cual hizo un destellante banderín el cual alzó gozoso hacia los cielos.

 

Sereno, con la serenidad que da la limpidez espiritual, continuó su camino. Y ahora, ya no parecía un hombre, sino Genio de Bien que, a su paso, iba diseminando la luz de sus mil lunas sobre la oscuridad de la vereda.

 


Mi propósito hoy es que ningún acto, pensamiento o palabra mía contribuya a aumentar el mal sobre la Tierra, sino que por el contrario aumente  el bien.

 

Somar La Roca