9 de diciembre de 2021
9 de diciembre de 2021
El miedo a hablar y en especial en público, viene determinado por una serie de pensamientos que no tienen ninguna base lógica, ya que son ideas que imaginamos con desenlaces tan catastróficos que en la mayoría de los casos es imposible que sucedan realmente; sin embargo, ponen en tela de juicio nuestra valía personal, surgiendo temor o miedo a hacer el ridículo, perder el control, ser humillados, sentirnos expuestos, desvalorizados, etc.
Re-programarnos para afrontar el miedo
El primer punto es identificar la raíz del miedo, comprendiendo que cuando hacemos consiente el origen que genera pensamientos de temor, analizamos la posibilidad de que ocurra y cómo darle solución si aparece la condición generadora de angustia.
Lo siguiente es darnos la oportunidad de expresar lo que pensamos, es nuestro derecho y la única posibilidad de que los demás conozcan las situaciones que vivimos y pensamos con respecto a algo o a alguien.
Otro aspecto fundamental es que sólo expresando nuestro pensar, podemos redimensionar y ajustar objetivamente el contexto real de la situación vivida para que se desvanezcan los prejuicios que podamos tener y que impiden el sentirnos plenos.
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos, el motor que nos impulsa a expresar nuestro sentir de la mejor forma, cuando nosotros mismos somos los que nos criticamos en exceso y nos restamos importancia, impacta en el temor para expresar nuestras ideas.
¡Seamos los primeros en darle valor a lo que somos y hacemos!
Se parte de la solución.
Vence el miedo con las siguientes recomendaciones:
Expón tus ideas con suma convicción, escuchando y empatizando con los otros.
Mantén un contacto visual para permitir una escucha activa.
Toma en cuenta que hablar con confianza parte de un amor hacia nosotros mismos, con apertura a la retroalimentación sin que eso signifique crítica o desvalorización.
Visualiza el mensaje que quieres dar e imagina el éxito que se obtendrá al expresar ideas muy benéficas para el entorno.
Si lo consideres conveniente, practica tu guión hasta que sientes que la idea es clara y sencilla.
Presta atención al lenguaje corporal, buscando ser congruente entre lo que dices y expresar corporalmente.
Usa ejemplos para clarificar aún más tu mensaje.